· Ciudad del Vaticano ·

La contribución de la mujer a la vida de la Iglesia tiene muchos matices, que en lo concreto de la vida cotidiana se tornan evidentes y ejemplares, capaces de indicar hoy un camino para la regeneración de la Iglesia y mucho más. Después de haber hablado de las samaritanas y las rebeldes proféticas, proponemos ahora un camino por las grandes amistades espirituales entre el hombre y la mujer, demostrando que el trabajo común y corresponsable, “la conjunción” inclusiva, es siempre fecunda en la vida de la Iglesia. Muchas veces fueron estas “parejas” las que impulsaron procesos innovadores.

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