· Ciudad del Vaticano ·

En este número contamos cómo viven religiosas y monjas. O, mejor dicho, de qué viven, cómo responden a las necesidades de la vida diaria y cómo se organizan. Estas cuestiones, - dinero, salarios, trabajo, consumo -, parecen alejadas de lo sagrado. Porque las religiosas, y esto es lo que tenemos que aclarar, a diferencia del clero, -sacerdotes, párrocos, obispos y cardenales -, no reciben ningún salario. Cada convento y cada congregación se tienen que apañar para ver cómo subsistir y cada religiosa tiene que hallar la forma de articular la relación entre vida y trabajo con el mundo de la producción y el consumo. Hemos conocido monasterios que apenas sobreviven con la venta de productos de jardinería y otros que se han convertido en empresas y son regentados por religiosas licenciadas en Economía. Pensiones sociales y salarios regulares. Roles modestos y profesiones cualificadas. Contar la vida de las mujeres consagradas ha sido como navegar por un archipiélago de islas pequeñas y grandes, planas o rocosas golpeadas por el mar. Diferentes perfiles, elecciones y opciones.

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