Palabras del Papa al finalizar la misa presidida por el cardenal Turkson, con ocasión de la peregrinación jubilar por la paz en África

Signos de esperanza en el mundo

 Signos de esperanza en el mundo  SPA-007
05 junio 2025

Ser signos de esperanza para la humanidad y el mundo entero: este es el mandato confiado por León XIV a los aproximadamente quinientos participantes en la peregrinación jubilar de embajadores africanos, dedicada al tema «La esperanza de paz en África», que se reunieron la tarde del lunes 26 de mayo, en la Basílica Vaticana. El Pontífice se dirigió a San Pedro al término de la misa presidida en el Altar de la Cátedra por el cardenal Francis Arinze y concelebrada por el cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, canciller de las Academias Pontificias de Ciencias y Ciencias Sociales, y el arzobispo Fortunatus Nwachukwu, secretario del Dicasterio para la Evangelización, con motivo del 62º Día Internacional de África, que se celebró el 25 de mayo. Publicamos, a continuación, el saludo del Papa.

Buenas tardes a todos, en particular a los representantes.

Pueden sentarse, yo permaneceré de pie.

Solo he venido un momento para saludarlos a todos y darles la bienvenida a Roma, al Vaticano, a la Basílica de San Pedro, y para unirme brevemente a ustedes en esta peregrinación jubilar durante el Año Santo, un año que nos inspira a todos y nos invita a buscar la esperanza, pero también a ser signos de esperanza.

Qué importante es que cada persona bautizada se sienta llamada por Dios a ser signo de esperanza en el mundo de hoy.

Es nuestra fe la que nos da la fuerza. Es nuestra fe la que nos permite ver la luz de Jesucristo en nuestra vida y comprender lo importante que es vivir nuestra fe. No solo los domingos, no solo durante una peregrinación, sino todos los días, para que estemos llenos de la esperanza que solo Jesucristo puede darnos y todos juntos sigamos caminando unidos como hermanos y hermanas para alabar a nuestro Dios, para reconocer que todo lo que tenemos y todo lo que somos es un don de Dios, y para poner estos dones al servicio de los demás.

Me alegra mucho poder saludarlos a todos esta tarde, aunque sea por un momento, y poder decir a cada uno de ustedes: gracias por vivir su vida, su fe en Jesucristo.

Ya están bien acompañados por sus Eminencias, el cardenal Turkson, el cardenal Arinze, y también por el arzobispo Fortunatus, y todos nosotros juntos, llenos del gran testimonio que todos ustedes están dando y que el continente africano da al mundo entero.

Digamos: «Gracias, Señor Jesús, alabado sea tu nombre». Dios los bendiga.

Concluiré, pues, con la bendición. El Señor esté con ustedes. Que Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, los bendiga. Amén. Que la paz de Dios esté siempre con ustedes.