
Rocío Lancho García
Francisco nos ha enseñado a mirar adelante, superar la tentación de que la Iglesia se mire a sí misma, él ha cambiado la mirada invitando a mirar adelante. Y este horizonte al que hay que mirar es la esperanza. No podemos caminar sin la fe y el ritmo es la sinodalidad y la fraternidad. Con estas palabras recuerda el pontificado de Francisco el cardenal José Cobo Cano, arzobispo de Madrid. Esta mirada – recuerda el purpurado – viene del Concilio, es la de ser samaritanos. Para Francisco no se puede ir en fraternidad y sinodalidad sino es mirando a los que están tirados al borde del camino, porque son parte de la Iglesia, y son los primeros.
A la salida del Congregación General, conversando con L’Osservatore Romano, el cardenal Cobo ha asegurado que “Francisco ha sabido ir uniendo todos estos puntos, con la perspectiva de que la Iglesia es madre de todos”. La Iglesia – prosigue el arzobispo de Madrid - tiene que ser una casa abierta donde todo el mundo se encuentre en ella. “En un mundo en el que no hay raíces, donde la gente no sabe dónde acogerse, el Papa ha sabido decir: que la Iglesia sea el refugio, el hospital de campaña donde todo aquel que necesita mirar más arriba y mirar a Dios”.
Por otro lado, el cardenal Cobo asegura que Francisco ha sido un hermano y lo que más destaca de él es su experiencia de fe. Y en todo momento, añade, ya sea a un jefe de Estado o a un mendigo de la columnata, sabía hablarle, sabía hablarle de Dios y sabía que estaba viendo a Dios. Por eso, el arzobispo de Madrid subraya esa experiencia del Papa, esa sencillez y esa capacidad de humanizar. “Francisco ha sabido ver a Dios en la gente que tenemos al lado”.
Respecto al legado que Francisco deja al mundo a través de su pontificado, destaca esa capacidad que ha tenido de remitir a Dios y al Evangelio. Y así se ha convertido “en un referente, ético y dentro de la vida de las religiones”. Todo ello, concluye el cardenal, denota la necesidad que el mundo tiene de brújulas. “Yo creo que Francisco ha sabido ser brújula sabiendo que el norte está en Dios, y él ha puesto el norte. Ha sabido ser una buena brújula para todos los que lo han querido acoger”. Ha sido esa brújula incluso “en momentos difíciles, como en la pandemia, o al inicio de las guerras, él siempre ha dicho dónde estaba el norte”.