El Pontífice a la Sociedad italiana de Cirugía

Como “artesanos de la salud”

18 octubre 2024

«Actuad como “artesanos de la salud”» recordando que «incluso cuando una persona no puede sanar, siempre puede ser cuidada»: esta es la recomendación confiada por el Papa Francisco a los miembros de la Sociedad italiana de Cirugía recibidos en audiencia la mañana del miércoles 16 de octubre, en el aula junto al Aula Pablo vi , antes de la audiencia general. A continuación el discurso que les dirigió el Pontífice.

Queridos hermanos y hermanas, buenos días.

Me alegra encontraros con ocasión del 126º Congreso nacional de la Sociedad italiana de Cirugía, titulado “El futuro del cirujano – el cirujano del futuro”, que se celebra en Roma. Saludo cordialmente al presidente de la Sociedad, a los miembros del Consejo y a todos vosotros. Quien habla de futuro, habla de esperanza, de proyecto, de compromiso. ¡Habéis desarrollado un bonito tema! Y en este sentido vuestra obra es valiosa para el hombre, que es una criatura hermosa y frágil, una criatura deseosa de vida y de futuro y al mismo tiempo muy vulnerable. Por esto es importante que vuestro estilo sea siempre humano y profesional, de quien cuida de los que sufren, porque ante todo se tome en serio, conjugando en cada una de vuestras operaciones competencia y deontología, según la cultura de la salud, que sea servicio a la persona en su integridad. Pensad en el futuro del cirujano a partir de una cultura de la dedicación al hermano, sobre todo si es pobre y marginado. Siempre es el hombre que vive y que muere, que sufre y sana, no solo sus órganos o tejidos. En el lado contrario está el riesgo, también para los médicos, de perder la propia vocación, colocándose fuera de esa alianza terapéutica, que pone en el centro a quien está enfermo o herido. La medicina moderna, de hecho, a veces tiende a concentrarse mucho sobre la dimensión física del hombre, en vez de considerarlo en su totalidad y unicidad. Pero así el cuerpo se convierte en un objeto desnudo de investigación científica y manipulación técnica, en perjuicio del paciente, que pasa a un segundo plano. Sin embargo ¡la ciencia es para el hombre, no el hombre para la ciencia! Una ciencia humana. Hoy, en un tiempo en el que la cirugía se sirve de muchas nuevas tecnologías, entre las cuales la inteligencia artificial, está bien no olvidar nunca que nada puede prescindir de la “mano” del cirujano. Cirugía significa “obra hecha con la mano”, “operación de la mano”. Y es precisamente así: para curar, los cirujanos deben herir, incidir, cortar. Por tanto, cuando tengáis entre las manos el cuerpo del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, actuad como “artesanos de la salud”, operando a los otros con el mismo cuidado con el que os gustaría ser tratados vosotros. Reflexionad sobre los gestos que, como profesionales, ponéis en práctica, juntos, en equipo con vuestros cooperadores, y no tengáis miedo de promover, especialmente entre los más jóvenes, una formación humana, científica, tecnológica y psicológica: de aquí vendrán las mejores características de los futuros cirujanos. Vuestro trabajo y vuestra misión siempre serán muy importantes: por eso os invito a ser custodios de la vida de quien sufre – custodios de la vida de quien sufre. Incluso cuando una persona no puede sanar, siempre puede ser cuidada, para que nadie sea considerado nunca un descarte. Y respecto a esto, estimados cirujanos, quisiera concluir entregándoos un icono que puede inspirar el futuro de vuestra profesión: el icono de Jesús médico de las almas y de los cuerpos – es decir de todo el hombre – narrada en la parábola del buen Samaritano (cfr Lc 10,30-37). En ella, aquel que cuida, ve y se detiene sin prisa: tiene compasión de quien encuentra, se hace cercano a él y le venda las heridas. Ve, tiene compasión, se hace cercano y venda las heridas. Son estas las actitudes que yo os aconsejo: ver con amor, sentir compasión, hacerse cercano y cuidar. Es así que todo buen médico se convierte en el prójimo del paciente. Gracias por todo lo que hacéis, también con tanto sacrificio. Os animo a dedicaros con pasión a la humanidad de quien sufre, de las cuales todos somos parte. María, salud de los enfermos, acompañe vuestro servicio, siendo confortados en las fatigas del trabajo y de la investigación. Os bendigo a cada uno de vosotros, a vuestras familias y a todos los trabajadores sanitarios que colaboran con vuestra Sociedad. Y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí: pero rezar a favor… ¡Gracias!

[Bendición]