Soy luterana, pero, durante 40 años, mi hogar profesional ha sido Cáritas y la Iglesia católica, por lo que he conocido a muchos sacerdotes católicos como colegas y en las celebraciones. Respecto al sacerdote que me gustaría conocer, no quiero escribir una lista de deseos imposibles que nadie pueda cumplir. Porque muchas veces tendemos a atribuir cualidades a los sacerdotes solo porque son sacerdotes. ¡El sacerdote que me gustaría conocer sería una persona profundamente humana, decidida y humilde, que me transmita y me ayude a comprender la palabra de Dios! Debería ser una persona que abrace a todos en una comunidad de fe, incluso a aquellos que se encuentran en las periferias de nuestras vida “normal”. Debería permitir la participación y ver a las mujeres como compañeras en el trabajo comunitario en condiciones de igualdad. También debería promover la participación de los laicos.
¡El trabajo en la Iglesia no es solo el trabajo de las laicas!
“La Iglesia está expuesta a los mismos peligros que otras comunidades donde se explotan las debilidades de personas especialmente vulnerables y se refuerzan las desigualdades existentes y se abusa del poder” (Camino sinodal de Alemania Las mujeres en los ministerios y oficinas de la Iglesia, 2022).
Un sacerdote, hombre o mujer, debe poder reflexionar periódicamente sobre su papel y garantizar la renovación, la responsabilidad y la inclusión de todo el pueblo de Dios en su comunidad de fe, independientemente de quiénes somos y qué hagamos.
¡Existen! He tenido el privilegio de trabajar con algunos de este tipo.
de Martina Liebsch
Directora del Fórum católico “Vivir en la ilegalidad” y del Grupo de trabajo contra la trata de seres humanos de la Conferencia Episcopal Alemana con sede en Berlín. De profesión es asistente social.