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Líderes y pensadoras femeninas junto al Papa y los cardenales

 Leader femminili e pensatrici: confronto con il Papa e i cardinali  DCM-008
07 septiembre 2024

La decisión del Papa Francisco de escuchar a las mujeres en algunas reuniones del C9, el Consejo de Cardenales, se ha interpretado como un paso valiente y necesario hacia una Iglesia que refleje mejor la diversidad de su pueblo y se comprometa con las mujeres como líderes y pensadoras capaces de influir positivamente en el futuro de la institución.

Han sido tres encuentros hasta el momento - de acuerdo con el programa propuesto por la teóloga Linda Pocher de las Hijas de María Auxiliadora - en los que se sentaron a la mesa, además de ella misma, otras mujeres que hablaron al Papa y a los cardenales de distintos puntos de vista y experiencias. Primero fue el turno de la presidenta de la Coordinadora de Teólogas Italianas, Lucia Vantini. Después habló la obispa anglicana Jo. B. Wells. A continuación, la consagrada al Ordo Virginum, Giuliva Di Bernardino. Y, por último, la canonista Donata Horak y la economista Valentina Rotondi.

Los encuentros, celebrados en un clima de franqueza, se han desarrollado entre la primera asamblea sinodal de 2023 y la segunda, que comenzará en octubre. El propio Papa, en el prefacio del volumen Donne e Ministeri nella Chiesa sinodale (Mujeres y ministerios en la Iglesia sinodal ed. Paoline) que recoge las intervenciones del segundo encuentro, subraya las “provocaciones que tres mujeres propusieron” al C9.

En el centro estuvo la cuestión del sacerdocio femenino y del diaconado. Wells, sacerdote desde hace casi treinta años y obispa desde hace ocho, recordó las primeras ordenaciones en 1994 de mujeres en las cuarenta y cuatro diócesis de la Iglesia de Inglaterra. “Había obispos que lo celebraron y otros que no”. Di Bernardino subrayó que “el verdadero problema es que hasta ahora hemos buscado la uniformidad más que la unidad del cuerpo eclesial”.

“A este respecto, parece ejemplar la situación vivida en la Iglesia católica clandestina de la Checoslovaquia comunista, donde en diciembre de 1970, de manos del obispo Felix Davideck, se confirió la ordenación presbiteral a una mujer, Ludmila Javorovà. [...] Sin embargo, después de la Revolución de Terciopelo de 1990, el clero de la Iglesia clandestina no fue escuchado y se vio obligado a cambiarse a la Iglesia ortodoxa, porque estaba formado en su mayoría por hombres casados. Ludmila, entonces, como mujer, fue obligada a firmar la nulidad de la ordenación recibida. La mujer obedeció las directivas de la Iglesia guardando en su corazón el don recibido”, explicó.