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Las muchas versiones de Juana de Arco

La formidable doncella

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06 julio 2024

La figura de Juana de Arco, conocida como la Doncella de Orleans, atrae a narradores de todo tipo. Novelistas, actores y cineastas han quedado fascinados por el misterio de su vida. La santa presenta rasgos extraordinarios como una rica humanidad animada por una fe inquebrantable la empuja a realizar acciones fuera de lo común, inimaginables para una adolescente del siglo XV, hija de agricultores y analfabeta. Es una de las heroínas de la historia más retratadas en la gran pantalla. Las obras maestras van desde los albores del cine. Memorable es “Domremy: La maison de Jeanne d'Arc” (1899) de los hermanos Lumière hasta la reciente y maravillosa “Jeanne” (2019) de Bruno Dumont.

Nacida hacia 1412 en Lorena, a la edad de 13 años Juana afirmó haber oído voces misteriosas. San Miguel, Santa Catalina y Santa Margarita le piden que libere a Francia de los ocupantes ingleses y que haga coronar a Carlos VII. A los 16 años, habiendo conseguido un ejército a pesar de no tener experiencia militar, liberó en solo ocho días Orleans, que había estado sitiada durante siete meses. Luego obtiene la coronación de Carlos VII en Reims. Abandonada por el rey de Francia, fue hecha prisionera y entregada a los ingleses. Tras un año de prisión, en 1431 fue condenada como hereje y quemada viva en Rouen con solo 19 años. Fue beatificada en 1909 y canonizada en 1920 por Benedicto XV. En 1922, Pío XI la proclamó patrona de Francia.

¿Por qué Juana de Arco sigue siendo capaz de emocionar y sorprender, no solo en el mundo católico?

Hay principalmente dos motivos, evocados en las numerosas películas dedicadas a la Doncella de Orleans. Ante todo, la santa es el símbolo de una mujer valiente e inculta, capaz de liberarse de su condición y deberes. Era impensable que una mujer de la época, especialmente hija de un campesino, accediera a puestos de mando militar. Juana monta a caballo, dicta órdenes y porta una espada. Su empeño por vestir ropa de hombre se ve como una grave herejía contraria al derecho natural.

En segundo lugar, la posición de la joven - analfabeta y portadora de la Palabra divina - pone en peligro la posición de poder de la jerarquía eclesiástica, a pesar del ferviente deseo de comunión de Juana con la Iglesia, expresado varias veces durante el proceso. Estas dos dimensiones -el alcance sociorrevolucionario de Juana y su dura oposición a la jerarquía eclesiástica- están omnipresentes en las numerosas películas dedicadas a la Doncella de Orleans. La diversidad de enfoques fílmicos ofrece una gran riqueza de perspectivas que hablan a espectadores de todos los géneros.

 Algunas películas han asumido el difícil reto de contar su vida desde su juventud hasta su muerte en la hoguera. Entre estas cabe mencionar tres grandes superproducciones. “Juana de Arco” de Victor Fleming (1948) es una película biográfica clásica y edificante de Hollywood, con aire de peplum bíblico al servicio de la actriz protagonista, una radiante Ingrid Bergman, en la cima de su carrera. Los colores y la composición de las tomas recuerdan a “Lo que el viento se llevó” (1939). Juana-Bergman se distingue por la humildad y la fragilidad, a pesar de sus gloriosos éxitos.

También de origen hollywoodiense es “Santa Juana”, de Otto Preminger (1957), basada en un guion teatral de George Bernard Shaw y escrito por Graham Green. Algunas soluciones del texto teatral dan originalidad y frescura a la película. Juana (una buena y bella Jean Seberg) regresa del cielo para consolar a Carlos VII. Es una oportunidad para volver sobre sus aventuras junto con algunos de sus viejos compañeros, vivos y muertos. Con la presencia de algunos rasgos milagrosos, la joven anima al Delfín de Francia a asumir sus responsabilidades. Inicialmente segura, el proceso pondrá a prueba sus certezas. La misma ambición de seguir las gestas de la Santa desde la infancia hasta el martirio distingue también a “Juana de Arco” (1999) de Luc Besson. De producción francesa, pero con un elenco de Hollywood que va desde John Malkovich hasta Dustin Hoffman, retrata a Juana (interpretada por Milla Jovovich) como una superheroína y luchadora feroz. El misticismo de la santa se hace explícito “violentamente” a través de la descripción de algunas de sus visiones. En el filme domina una estética casi de videojuego.

Dos películas de un género completamente diferente, dos hitos en la historia de la gran pantalla e imprescindibles cuando se habla de la representación cinematográfica de la Doncella de Orleans, son “La Pasión de Juana de Arco”, película muda de Carl Theodor Dreyer (1928) y “El proceso a Juana de Arco” de Robert Bresson (1962). Las dos películas comparten la intención de reflejar la narrativa a los documentos del juicio y a la muerte en la hoguera de Juana. La obra de Dreyer evoca la progresiva conformación de la Santa con Cristo, deseo que se pone de manifiesto en la elección del título y en las numerosas cruces insistentemente enmarcadas en la secuencia que precede al martirio. La materialidad de los cuerpos y de los rostros (los primeros planos del rostro deshecho de la actriz Renée Falconetti son vehementes) y el uso de la luz iluminan la película con misticismo y sacralidad. Es un cine esencial e intenso en el que la fuerza expresiva de las imágenes se ve potenciada por la ausencia de sonido.

Igualmente efectiva, a pesar de la radical diferencia de estilo, es la obra maestra de Bresson. Juana está interpretada por Florence Delay, una actriz no profesional. Es uno de sus “modelos”, término utilizado por el director para referirse a sus actores y actrices: el rechazo de la interpretación expresiva sugiere la verdad de los gestos y de las miradas.

Despojado de toda dimensión espectacular, apegado a la realidad histórica de las actas del juicio, su cine sitúa al espectador ante la realidad desnuda. Su “esencialidad cuestionadora” sugiere la presencia de otro mundo, perceptible en la materialidad más sencilla. Es, quizás, la mejor manera de sugerir el misterio de la vida de la Santa y su relación con Dios.

También merece mención la poética “Juana de Arco en la hoguera” (1954) de Roberto Rossellini, basada en un texto de Paul Claudel. En el papel de la Santa encontramos a una Ingrid Bergman más madura. Una vez en el cielo, Juana se encuentra con Santo Domingo. Es la oportunidad de evocar - con estilo teatral - los principales hechos de su vida y la injusticia de la que fue víctima.

Por último, cabe mencionar dos películas recientes - sensacionales por su frescura de lenguaje y potencia expresiva - del director francés Bruno Dumont, ganador del Premio del Jurado en el Festival de Berlín este año con “Empire”.

La primera, “Jeannette” (2017) es una ópera rock sobre la infancia de Juana de Arco, un musical con un lirismo capaz de evocar hoy para el gran público el mundo interior de la Santa. La segunda, “Jeanne” (2019), sigue a Juana desde las batallas hasta su muerte en la hoguera. La protagonista de ambas es Lise Leplat Prudhomme, que tenía diez años en la época de la segunda película: es una niña con armadura, fuera del tiempo con un halo de luz y misterio. Como conclusión de esta incompleta reseña, subrayamos cómo el cine de Bresson y Dumont presenta dos maneras opuestas y efectivas de sugerir la grandeza de Juana de Arco: por un lado, la esencialidad más pura; por el otro, un lenguaje original, contemporáneo y alejado de un enfoque histórico-realista.

de Piero Lorendan
Sacerdote, estudiante de teología en el Centre Sèvres de París - Revista del Cinematógrafo