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Las apariciones marianas en la gran pantalla

Bernadette y muchas otras

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06 julio 2024

Desde sus primeras expresiones, el cine se ha apropiado de la figura de María entrelazando aspectos estéticos y narrativos, antropológicos y teológicos. Género dentro del género, las películas sobre apariciones marianas u otras mariofanías que cuestionan la percepción colectiva de lo sagrado, se prestan con especial significado a la evocación de cuestiones y sensibilidades de su tiempo. Al dar voz al rostro y carne de la María de los Evangelios, el medio cinematográfico transmite también una imagen de lo femenino y del papel de la mujer en la Iglesia y en la sociedad. De la misma forma, la representación del o la vidente es igualmente explicativa del sentimiento religioso y social, tanto cuando se inspira en apariciones oficialmente reconocidas, como cuando su vida se ve sacudida por apariciones ficticias de María, dea ex machina en la adversidad.

Prueba de ello es el “apparition drama” más exitoso de la época dorada de Hollywood, referencia imprescindible para la producción posterior. Basada en la novela de Franz Werfel “La canción de Bernadette” (1943), dirigida por Henry King, hace un amplio uso de soluciones probadas para sugerir la presencia de lo sobrenatural, mezclando efectos de luz y viento con el habitual apoyo de música no diegética. Como en la iconografía votiva, Jennifer Jones, en el papel de Bernadette, está filmada de perfil o de rodillas mientras mira en dirección a una presencia que permanece fuera de campo.

Para visualizar cuál es la prerrogativa de la joven vidente, King recurre a la subjetividad de la mirada de la “pastorcita” con la que el espectador experimenta también la mirada de la Señora, interpretada por la actriz Linda Darnell. La imagen etérea, en sintonía con el sentimentalismo de la devoción popular, encuentra plena correspondencia en el retrato de Bernadette. En el momento del rodaje, Jones tenía veinticuatro años, diez más que su personaje, pero su actuación, en nombre de una inocencia humilde y feliz, le valió el Oscar a mejor actriz principal.

Será precisamente la búsqueda de nuevos modelos femeninos lo que alimentará, también en el cine, las reticencias posconciliares hacia las manifestaciones devocionales del culto mariano. El renacimiento, en el cambio de milenio, coincide así con una renovación radical de la imagen de María, también afectada por las batallas feministas. Al mismo tiempo, a raíz del fértil diálogo entre las teologías y los estudios sobre la mujer, se intenta sacar a la luz elementos de la “auténtica” María bíblica escondida durante mucho tiempo por corrientes ideológicas y por la misma tradición cinematográfica reduccionista.

En esta línea, se desarrolla una producción que encuentra otro denominador común en la atención crítica a la relación entre religiosidad y secularización. El estreno singular y paralelo en salas de dos de las reinterpretaciones más personales del fenómeno se remonta a 2018.

Con “Troppa grazia” Gianni Zanasi escenifica el encuentro entre Lucía, madre soltera y escéptica (Alba Rohrwacher), y una decidida Virgen María (la actriz judía Hadas Yaron), a quien la protagonista inicialmente confunde con una joven refugiada. Cuando se da cuenta, Lucía corre hacia al psiquiatra. Sin embargo, el encuentro con María le ayudará a redescubrirse a sí misma y a su ética profesional. La película marca inmediatamente las distancias con la atmósfera devota de mediados del siglo XX. La evolución se percibe empezando por el reparto, en contraste con la antigua cultura desjudaizante, hasta las elecciones estilísticas y narrativas. Como era de esperar, Zanasi renuncia a la música y atmósfera etérea, apostando la historia de una refugiada. A lo largo de la película, la relación entre María y Lucía se pone de relieve mediante precisos movimientos de cámara que, rompiendo con la tradición, las muestran juntas en el mismo encuadre en una especie de baile o boxeo. El hecho de que María se muestre solo a Lucía refuerza las posibilidades cómicas del tema.

La Mariología de la liberación exalta el poder subversivo de la figura de María, la primera en profetizar el advenimiento del Rey del que acabará con la injusticia, como se promete en el Magnificat. También en “Troppa grazia” el discurso sobre María refleja la revolución contra el poder político y económico, la maternidad vinculante, la conciencia ecocrítica y la defensa del medio ambiente. En armonía con las Mariologías feministas, Zanasi restituye a María una feminidad ni cursi ni dulzona, sino presente en un cuerpo sexuado. Asimismo, la película reinventa la figura de la vidente en el contexto de una sociedad en crisis que también expresa la necesidad de crecimiento y renovación moral y espiritual.

En 2018, el retrato de una humanidad frágil, dividida entre la duda, la idolatría, el miedo al futuro, a la espera de nuevas revelaciones, se tiñe de nuevos matices con “L'Apparition” de Xavier Giannoli, que reinterpreta la experiencia de la visión evocando preguntas ya planteadas por Esteban Larraín en su “La Pasión de Miguel Ángel” (Chile 2013). La película francesa se centra en el contraste entre la dolorosa búsqueda de pruebas e “imágenes de la verdad” que impulsa a un periodista agnóstico, implicado en la investigación canónica en torno a una supuesta aparición mariana, y lo que, por su naturaleza, permanece invisible a los ojos y a la razón. El circo mediático, las mentiras y las mistificaciones no contaminan la sinceridad de la fe de Anna, la adolescente que encarna hasta el sacrificio la misión de la que se cree investida. La figura de la vidente, puesta bajo observación, se duplica aquí en un final que sitúa a una María moderna en un campo de refugiados en la frontera con Siria, habiendo huido de su vocación, pero capaz de crear una nueva imagen de maternidad y servicio a los demás.

Bajo la ambigua emocionalidad, la espectacularización y el irracionalismo que acompañan a la reciente proliferación de supuestas mariofanías, el cine del tercer milenio redescubre la figura de María como modelo de solidaridad y de plenitud humana y femenina, conectándola con nuestro intento más honesto de humildemente dar sentido a las angustias y dificultades de un presente incierto.

de Katia Malatesta
Colaboradora del Religion Film Festival de Trento y del Terni Film Festival - Revista del Cinematógrafo