Migrantes sociales excluidos en Argentina

23 febrero 2024

El 57,4% de los argentinos está debajo de la línea de pobreza, mientras que los indigentes se elevaron al 15% de la población. Se trata de 27 millones de personas pobres y 7 millones que no llegan a satisfacer las necesidades mínimas de subsistencia. Los datos fueron proporcionados por el Observatorio Social de la Universidad Católica Argentina ( uca ) a mediados de febrero de este año. Los mismos son los más elevados de los últimos veinte años y se agravarían en los próximos meses, según los pronósticos contenidos en el mismo informe.

No se trata simplemente de porcentajes estadísticos ni de cifras en miles o millones, sino de compatriotas sufrientes en un país que tiene la capacidad de suplir las necesidades alimenticias de diez veces su población actual. Hablamos de personas de carne y hueso, de familias enteras sumidas en la angustia, la desesperación, el hambre y el desamparo. Una tragedia humanitaria y social indescriptible que exige otras miradas políticas y antropológicas. Estamos frente a una movilidad social descendente con características especiales teniendo en cuenta el componente social demográfico argentino. La tradicional clase media argentina, aquella que podía mantener en alimentos, educación, vivienda y esparcimiento una familia tipo, está migrando a la clase pobre. Por otro lado, se produce una migración más angustiante aún. La clase pobre se está desplazando en un tobogán atroz hacia la indigencia, o sea hacia los que no tienen casi nada para subsistir, y que en muchos casos son excluidos a “vivir” en situación de calle.

Cuando tradicionalmente hablamos de migrantes, exclusiones, periferias y pobreza tendemos a considerar a los movimientos demográficos entre países, lo que es correcto, dado este desgarrador movimiento social mundial. Pero esto puede darse también en un país, en una ciudad, o en un mismo barrio en la Argentina de hoy. En la Encíclica Fratelli tutti, el Papa Francisco nos alerta que: “Hay periferias que están cerca de nosotros, en el centro de una ciudad, o en la propia familia…cada hermana y hermano que sufre, abandonado o ignorado por mi sociedad es un forastero existencial, aunque haya nacido en el mismo país. Puede ser un ciudadano con todos los papeles, pero lo hacen sentir como un extranjero en su propia tierra.” (#97).

Desde luego que, en este proceso de migración social y exclusión humanitaria, la población vulnerable es la que está siendo desplazada a las periferias existenciales con un grado de invisibilidad y crudeza mayor. En este segmento encontramos a los ancianos, cuya jubilación mínima es la tercera parte de lo necesario para no caer en la pobreza y se acerca velozmente al límite de la indigencia. También en Fratelli tutti, tenemos un recordatorio exhortativo para nuestros querido ancianos: “Quiero recordar a esos “exiliados ocultos” que son tratados como cuerpos extraños en la sociedad…pienso en los ancianos, que, también por su discapacidad, a veces se sienten como una carga”. (#98)

La adjetivación de sectores sociales a niveles estadísticos como clase media, pobre o indigente requiere desde una mirada humana ser acompañada de la acción que proporcionan los verbos con encarnadura cristiana. Aquí nuevamente Fratelli tutti viene a nuestro auxilio: “Nuestros esfuerzos ante las personas migrantes que llegan pueden resumirse en cuatro verbos: acoger, proteger, promover e integrar. Porque no se trata de dejar caer desde arriba programas de asistencia social sino de recorrer juntos un camino a través de estas cuatro acciones…” (#129)

El problema es complejo e integral, por lo tanto, la resolución debe ir en esa dirección. Viene a mi memoria el apartado #139 de Laudato si’ “Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos…”. En ese texto vemos con claridad la unicidad de esos conceptos. Ante ellos, las acciones deberían ser orientadas hacia la inclusión, la acción de la movilidad social ascendente, la justicia social, la dignidad, la integración y la contención humanitaria. Resumidos en los verbos axiomáticos del Papa Francisco: “acoger, proteger, promover e integrar”. ¡Que así sea!

Marcelo Figueroa