En la audiencia general del miércoles 13 de diciembre, el Papa concluyó el ciclo de 30 catequesis dedicadas al tema “Pasión por la evangelización: el celo apostólico del creyente”. El ciclo había comenzado el pasado 11 de enero y, tras las ocho primeras reflexiones sobre la figura de Jesús, el papel del Espíritu Santo y las enseñanzas del Concilio Vaticano ii , el Pontífice había propuesto el ejemplo de algunos testigos del anuncio evangélico —desde san Pablo hasta Madeleine Delbrêl— para concluir con la relectura de algunos trazos de meditación tomados de la “Evangelii gaudium” en el décimo aniversario de su publicación. A los fieles presentes en el Aula Pablo vi y a los que le siguieron a través de los medios de comunicación, el Obispo de Roma habló esta vez de la importancia para los cristianos de estar abiertos a la Palabra de Dios y al servicio de los demás.
Queridos hermanos y hermanas:
concluimos hoy el ciclo dedicado al celo apostólico, durante el cual nos hemos dejado inspirar por la palabra de Dios, para ayudar a cultivar la pasión por el anuncio del Evangelio. Y esto incumbe a cada cristiano. Pensemos en el hecho de que, en el bautismo, el celebrante dice, tocando las orejas y los labios del bautizado: “El Señor Jesús, que hizo oír a los sordos y hablar a los mudos, te conceda, a su tiempo escuchar su Palabra y proclamar la fe”.
Hemos escuchado el prodigio de Jesús. El evangelista Marcos se toma mucho tiempo para describir dónde tuvo lugar: “Hacia el mar de Galilea…” ¿Qué es lo que aúna estos territorios? El estar principalmente habitados por paganos. No eran territorios habitados por israelíes, sino principalmente por paganos. Los discípulos salieron con Jesús, que es capaz de abrir las orejas y la boca: el fenómeno del mutismo y de la sordera, en la Biblia, es también metafórico, y designa el cierre a las llamadas de Dios. Hay una sordera física, pero en la Biblia quien es sordo a la palabra de Dios es mudo, es el que no comunica la Palabra de Dios.
Otro signo también es indicativo: el Evangelio relata la palabra decisiva de Jesús en arameo, “efatá”, que significa “ábrete”, deja que tus oídos se abran, deja que tu lengua se abra; y no se trata de una invitación dirigida al sordomudo, que no podía oírla, sino precisamente a los discípulos de aquel tiempo y de todos los tiempos. También nosotros, que hemos recibido la efatá del Espíritu en el bautismo, estamos llamados a abrirnos. “Ábrete”, dice Jesús a cada creyente y a su Iglesia: ¡Ábrete, porque el mensaje del Evangelio te necesita para ser testimoniado y anunciado! Y esto nos hace pensar también en la actitud del cristiano: el cristiano debe estar abierto a la Palabra de Dios y al servicio de los demás. Los cristianos cerrados siempre acaban mal, porque no son cristianos, son ideólogos, ideólogos de la cerrazón. Un cristiano debe estar abierto al anuncio de la Palabra de Dios, a la acogida de los hermanos y de las hermanas. Y por eso, este efatá, este “ábrete”, es una invitación para todos nosotros.
También al final de los Evangelios, Jesús nos entrega su deseo misionero: Vayan más lejos, vayan a apacentar, vayan a predicar el Evangelio.
Hermanos y hermanas, sintámonos todos llamados, como bautizados, a testimoniar y anunciar a Jesús. Y pidamos la gracia, como Iglesia, de saber realizar una conversión pastoral y misionera. El Señor, a la orilla del mar de Galilea le preguntó a Pedro si le amaba, y luego le pidió que pastoreara sus ovejas (cf. vv. 15-17). Preguntémonos también nosotros, hagámonos cada uno de nosotros esta pregunta: ¿Amo realmente al Señor, hasta el punto de querer anunciarlo? ¿Quiero convertirme en su testigo o me contento con ser su discípulo? ¿Me tomo a pecho a las personas que conozco? ¿Las llevo a Jesús en oración? ¿Quiero hacer algo para que la alegría del Evangelio, que ha transformado mi vida, haga más bella la de ellos? Pensemos en esto. Pensemos en estas preguntas y vayamos adelante con nuestro testimonio. Gracias.
El Papa Francisco renueva su “llamamiento a un alto el fuego humanitario inmediato” en Tierra Santa para “hacer llegar la ayuda humanitaria a la población de Gaza, que está al borde del agotamiento”. En la audiencia general de esta mañana en el Aula Pablo vi , el Pontífice ha recordado a continuación que en Palestina e Israel “hay tanto sufrimiento”, por lo que anima “a todas las partes implicadas a reanudar las negociaciones” y a liberar “inmediatamente a todos los rehenes, que habían visto esperanza en la tregua de hace unos días”. Y esperando “que este gran sufrimiento para israelíes y palestinos llegue a su fin”, reitera su “no a las armas, sí a la paz”. Un don, el de la paz, que hay que pedir, implorar en la oración, para todas las poblaciones que sufren “a causa de la guerra”, los conflictos y la violencia, sin olvidar nunca “la martirizada Ucrania”.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. No olvidemos que el Señor nos llama a abrirnos al soplo del Espíritu Santo para escuchar su voz y dejarnos impulsar por la pasión de evangelizar; esa es una tarea que concierne a todo cristiano. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias.