MUJERES IGLESIA MUNDO

Una Pequeña Historia
La historia que cuentan los archivos fotográficos de las órdenes religiosas

En los conventos
hay un tesoro

 C’è un tesoro  nei conventi  DCM-006
03 junio 2023

La fotografía es precisa, lo que denota la mano firme de un fotógrafo profesional. El tema puede parecer baladí: dos monjas en el jardín de su convento en Éboli, sur de Italia, cuidando de un jardín. Una hermana mueve una maceta grande y la otra va a su lado. Una luz suave traspasa las hojas. Podrían ser los años 50 o 60 del siglo XX. Las monjas retratadas no tienen nombre ni apellido, no son ni jóvenes ni viejas. Son un símbolo que destila serenidad y paz interior.

Para los habitantes de Éboli, esa foto tiene un significado y un valor distinto porque representa la memoria de quienes han formado parte de la comunidad. Porque estas dos religiosas en el jardín del convento forman parte del archivo fotográfico digital de Éboli, que se ha dado en llamar Ebad. La fotografía de Éboli es otra tesela de los mosaicos que son los archivos fotográficos de las órdenes religiosas. En concreto, los de las órdenes femeninas. Muchas de estas piezas preciosas todavía son desconocidas. Así sucede, por ejemplo, con el archivo fotográfico del Archivo Histórico de la Curia General de las Hermanas Capuchinas de Madre Rubatto. El único que se ha sumado a un proyecto llamado Censo de Fotografía Italiana, puesto en marcha por el Ministerio de Patrimonio Cultural y que, por ahora, consta de 1859 fondos y colecciones online.

El Archivo Histórico de las Hermanas Capuchinas de Madre Rubatto contiene unas 5.000 fotografías acumuladas a lo largo de un siglo y medio de vida de la orden, concentradas sobre todo en los últimos cuarenta años del siglo XX cuando las monjas capuchinas publicaron la revista Un ideale vissuto (Un Ideal Vivido) para conectar a sus comunidades en el mundo.

Hubo en particular una madre general, Romana Villa, también fotógrafa, que entendió la importancia de documentar las visitas a las misiones y la vida misma de las misiones. La conservadora y archivista Laura Caroselli explica que, en 1937, al final de la guerra de ocupación de Etiopía, “los capuchinos pidieron a Propaganda Fide la ayuda de las capuchinas para continuar el servicio en el leprosario de Harar. Los padres ya estaban allí, pero las hermanas África no conocían nada de la situación. Así, se enviaron varios álbumes de fotos a Roma para mostrar a las hermanas la realidad donde irían a operar. Son fotos muy pequeñas, probablemente tomadas por los mismos frailes, donde aparecen escenas de la vida cotidiana y también imágenes de los enfermos. Se trata de una documentación sociocultural excepcional”. Hubo más fotos de Etiopía. Seguramente tomadas ya por las propias monjas durante el trabajo con los leprosos que terminaron en un álbum oficial. Sin embargo, la documentación “africana” solo cubre algunos años. En 1942, bajo la furia de la Segunda Guerra Mundial, los italianos fueron derrotados en África Oriental, las religiosas fueron repatriadas por los británicos y desde hace veinte años no hay más fotos en sus archivos que provengan de ese continente. Las hermanas combonianas, las misioneras Pías Madres de la Nigricia, acaban de exhibir una selección de fotos de su archivo en una exposición en la Casa Madre de Verona con motivo del 150 aniversario del Instituto. Son instantáneas hermosas y emotivas que hablan de la fe, de la vida, de las dificultades, de las esperanzas y del optimismo de su misión.

Lo mismo ocurre con el impresionante archivo de las Hermanas Salesianas. Para celebrar el 150 aniversario del instituto, el Centro de Estudios de las Hijas de María Auxiliadora, -en colaboración con el archivo general y la oficina de documentación fotográfica y audiovisual-, ha elaborado un rico volumen fotográfico. Hasta la década de 1960, las religiosas salesianas creaban álbumes de fotos profesionales, para destacar las características de la misión, así como fotografías de las comunidades en determinados momentos. Su archivo, con fotos de 106 países en los 5 continentes, tiene un valor incalculable. La responsable del archivo, sor Angela Marzorati, preparó el volumen junto con sor Grazia Loparco (la historiadora que también está en el comité de dirección de Mujeres, Iglesia, Mundo) y explica: “Podemos hablar de unas 150.000 imágenes en diferentes soportes: 86.000 fotografías en papel, 300 álbumes, 28.000 diapositivas y 1.200 preciosas imágenes en vidrio. Las fotos datan de fines del siglo XIX, porque nuestras comunidades del mundo enviaban imágenes al centro para documentar lo que se estaba haciendo”.

El libro que documenta fotográficamente ciento cincuenta años de actividad salesiana se divide en tres secciones. Sor Ángela prosigue: “Sobre los orígenes hasta1888, año de la muerte de nuestro fundador, no tenemos mucha documentación”. Luego está el período de la consolidación hasta los años 60, que ya era mucho más rico. Por último, la tercera fase, -de continuidad-, hasta el presente, muy rica en imágenes: “No siempre se ha encontrado la fecha exacta, pero al menos podemos determinar la década”. “El volumen quiere ser una forma de justicia histórica para muchas hermanas que han vivido 150 años de actividad junto a cientos de miles de niñas, niños, jóvenes”, concluye Loparco.

Analicemos estas fotos porque, a pesar de reflejar distintas épocas y lugares y de las diferencias entre las diferentes órdenes, hay un elemento común entre todas ellas: las fotos documentan el trabajo de las hermanas y no a las hermanas mismas. En otras palabras, a diferencia de las fotos privadas que atesoran los momentos de una historia familiar, estas no atienden tanto a nombres y fechas como a reflejar el sentido del trabajo realizados y dar a conocer lugares y ambientes lejanos.

En definitiva, la documentación fotográfica de las buenas obras fue algo común entre las órdenes religiosas femeninas. Y empezó muy pronto, con la primera aparición de la cámara, a mediados del siglo XIX porque en Roma los papas comprendieron inmediatamente la fuerza del nuevo instrumento. “Hay un detalle muy significativo de cómo la Iglesia comprendió inmediatamente la importancia de lo que entonces era un invento recién nacido: en la Galería dei Candelabri del Vaticano, (que fue enteramente pintada al fresco después de 1878 bajo el pontificado del Papa León XIII) en la sección dedicada a la pintura, -entre el tapiz y el grabado, consideradas artes menores-, hay una cámara como homenaje al arte más nuevo”, explica Ilaria Schiaffini, profesora de Historia de la Fotografía en la Universidad La Sapienza de Roma.

El Papa Pío IX entendió desde el principio el valor de la fotografía. Hay una famosa imagen de 1863, un daguerrotipo, que lo inmortaliza en la estación de Velletri mientras mira desde el tren. Su sucesor León XIII, que encargó los frescos de la galería dei Candelabri, fue muy aficionado a la fotografía, como indica Edoardo Maggi, historiador del arte y estudiante de doctorado en la Universidad de La Sapienza: “Como cardenal, publicó un poema en latín, Ars Photografica, en el que definió la invención como un maravilloso producto del ingenio”.

Maggi habló recientemente de ello en una conferencia en Leipzig, Photography and the Making of Religion. “La tradición de enviar álbumes de fotos a Roma desde las misiones de todo el mundo se remonta al cautiverio de Pío IX, inmediatamente después de “la brecha de Porta Pia”, cuando se llevó al autoexilio miles de fotografías de religiosos y religiosas y fieles. Hoy tenemos el volumen monumental de esa colección, conocido como Indirizzi papali, conservado en el archivo fotográfico del Vaticano, editado por la historiadora estadounidense Sandra Philips”.

La foto de Pío IX en el tren papal también se puede ver en ChiesaVintage, el blog de Simone Varisco, un explorador digital que experto en archivos fotográficos online. “Lamentablemente se han digitalizado muy pocos archivos fotográficos de las órdenes religiosas femeninas. Se pueden encontrar algunos con motivo de celebraciones especiales, como un centenario, la canonización de una fundadora o un aniversario. En general, partimos de la década de 1930 y muchas veces las fotos de las órdenes femeninas son fotos grupales, documentan las misiones y hasta a veces entran en conflicto con nuestra sensibilidad actual, por ejemplo, cuando vemos a los niños en los orfanatos de la época. Podemos decir que reflejan un tipo de pastoral desfasada y algo paternalista. Eso no resta al hecho de que se trata de documentos muy interesantes que plasman la cultura del momento”.  

Pensemos entonces en las dos monjas de Éboli. En la instantánea. En suave luz natural. En esa maceta trasladada cuidadosamente al jardín del convento. Podemos leer en la imagen el espíritu optimista de un pasado reciente. Y sonreímos con ellas, con las monjas jardineras.

de Francesco Grignetti
Periodista «La Stampa»