Prosiguen las reflexiones en la audiencia general sobre la pasión por la evangelización e indica como modelo de celo apostólico a san Andrés Kim

La valentía de volver a levantarse

 La valentía de volver a levantarse  SPA-021
26 mayo 2023

«La valentía de volver a levantarse cuando uno se cae» es «un aspecto muy importante del celo apostólico»: lo subrayó el Papa Francisco en la audiencia general de la mañana del miércoles 24 de mayo. Prosiguiendo sus catequesis sobre los testigos de la pasión por la evangelización, el Pontífice propuso a los fieles presentes en la plaza de San Pedro y a cuantos le seguían a través de los medios una reflexión sobre la figura del primer sacerdote coreano, san Andrés Kim Tae-gon

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En esta serie de catequesis aprendemos de algunos santos y santas que, como testigos ejemplares, nos enseñan el celo apostólico. Recordemos que estamos hablando del celo apostólico, el que nosotros debemos tener para anunciar el Evangelio.

Un gran ejemplo de santo de la pasión por la evangelización hoy vamos a buscarlo a una tierra muy lejana, es decir a la Iglesia coreana. Miramos al mártir y primer sacerdote coreano san Andrés Kim Tae- gon. Pero la evangelización de Corea la hicieron los laicos. Fueron los lacios bautizados que transmitieron la fe, no eran sacerdotes, porque no había: vinieron más tarde, por tanto la primera evangelización la hicieron los laicos. ¿Nosotros seremos capaces de algo similar? Pensémoslo: es algo interesante. Y este es uno de los primeros sacerdotes, san Andrés. Su vida fue y sigue siendo un elocuente testimonio de celo por el anuncio del Evangelio.

Hace unos 200 años, la tierra coreana fue escenario de una durísima persecución: lo cristianos eran perseguidos y aniquilados. Creer en Jesucristo, en la Corea de entonces, significaba estar dispuesto a dar testimonio hasta la muerte. En particular, el ejemplo de san Andrés Kim se desprende de dos aspectos concretos de su vida.

El primero es el modo que él tenía que usar para encontrarse con los fieles. Dado el contexto altamente intimidatorio, el santo se vio obligado a acercarse a los cristianos de forma no evidente, y siempre en presencia de otras personas, como si se hablaran desde hace tiempo. Así́, para identificar la identidad cristiana de su interlocutor, San Andrés utilizaba estos medios: en primer lugar, una señal de reconocimiento previamente acordada: tú te encontraras con este cristiano y él tendrá este signo en la ropa o en la mano; después, él planteaba a escondidas la pregunta – pero en voz baja: "¿Eres discípulo de Jesús?". Como había otras personas asistían a la conversación, el santo tenía que hablar en voz baja, pronunciando solo unas pocas palabras, las más esenciales. Así, para Andrés Kim, la expresión que resumía toda la identidad del cristiano era “discípulo de Cristo”, pero en voz baja porque era peligroso. Estaba prohibido ser cristiano.

En efecto, ser discípulo del Señor significa seguirle, seguir su camino. Y el cristiano es por su naturaleza uno que predica y da testimonio de Jesús. Toda comunidad cristiana recibe esta identidad del Espíritu Santo, y así toda la Iglesia, desde el día de Pentecostés (cf. Conc. Vat. ii, Decr. Ad gentes, 2). Y de este Espíritu que nosotros recibimos, nace la pasión, la pasión por la evangelización, este celo apostólico grande: es un don del Espíritu. Y aunque el contexto circundante no sea favorable, como el del coreano de Andrés Kim, la pasión no cambia, al contrario, adquiere aún más valor. San Andrés Kim y otros creyentes coreanos han demostrado que el testimonio del Evangelio dado en tiempos de persecución puede dar mucho fruto para la fe.

Veamos ahora un segundo ejemplo concreto. Cuando aún era seminarista, San Andrés tuvo que encontrar la manera de acoger en secreto a misioneros del extranjero. No era tarea fácil, pues el régimen de la época prohibía terminantemente la entrada en el territorio a todos los extranjeros. Por eso fue – antes de esto – tan difícil encontrar un sacerdote que viniera a misionar: la misión la hicieron los laicos. Una vez – pensad en esto que hizo san Andrés – una vez caminó por la nieve, sin comer, durante tanto tiempo, que cayó al suelo exhausto, corriendo el riesgo de perder el conocimiento y congelarse allí. En ese momento, oyó de repente una voz: "¡Levántate, camina!". Al oír esa voz, Andrés se despertó, viendo como una sombra a alguien que le guiaba.

Esta experiencia del gran testigo coreano nos hace comprender un aspecto muy importante del celo apostólico. Es decir, la valentía de volver a levantarse cuando uno se cae. ¿Pero los santos caen? ¡Sí! Pero desde los primeros tiempos: pensad en San Pedro: hizo un gran pecado, pero ha tenido la fuerza en la misericordia de Dios y se ha levantado. Y en san Andrés nosotros vemos esta fuerza: él había caído físicamente, pero ha tenido la fuerza de ir, ir, ir para llevar el mensaje adelante. Por difícil que sea la situación, incluso a veces puede parecer que no deja espacio para el mensaje evangélico, no debemos rendirnos y no debemos renunciar a perseguir lo que es esencial en nuestra vida cristiana, es decir, la evangelización. Este es el camino. Y cada uno de nosotros puede pensar: “Pero yo, ¿cómo puedo evangelizar?”. Pero mira estos grandes y tú piensa en tu pequeño, pensemos nosotros en nuestro pequeño: evangelizar la familia, evangelizar los amigos, hablar de Jesús, pero hablar de Jesús y evangelizar con el corazón lleno de alegría, lleno de fuerza. Y esto lo da el Espíritu Santo. Preparémonos a recibir el Espíritu Santo en el próximo Pentecostés y pidamos esa gracia, la gracia de la valentía apostólica, la gracia de evangelizar, de llevar adelante siempre el mensaje de Jesús.

En el día en que se celebra la Jornada mundial de oración por la Iglesia católica en China, coincidiendo con la fiesta de la Virgen venerada en el santuario de Nuestra Señora de Sheshan, en Shanghai, el Papa expresó cercanía a la población del país, dirigiendo «un pensamiento especial» a los pastores y a los fieles que sufren. Como es habitual, al finalizar la catequesis el Pontífice saludó a los grupos lingüísticos presentes, concluyendo el encuentro con el canto del Paster Noster y la bendición.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Pidamos al Señor el celo que movió a san Andrés, que el Señor nos dé la fuerza de su Espíritu Santo, que en este tiempo pedimos con especial intensidad, para testimoniar su Evangelio en lo cotidiano, simplemente siendo “discípulos de Jesús”, en la vocación a la que Dios nos llamó. Pidámosle también que sea siempre ese amigo que nos sostiene en las dificultades, para perseverar en el camino del bien hasta el final. Que el Señor los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias.