La audiencia del Pontífice a la Guardia suiza pontificia

Como una gran familia al servicio del Papa y de la Santa Sede

 Como una gran familia al servicio del Papa  y de la Santa Sede  SPA-019
12 mayo 2023

«Un gran familia» donde se crece y se forma humana y cristianamente: así el Papa definió a la Guardia suiza pontificia durante la audiencia que tuvo lugar el 6 de mayo, en la Sala Clementina, con ocasión de la ceremonia del Juramento de los nuevos reclutas que se celebró por la tarde.

¡Queridos oficiales y miembros de la Guardia Suiza!

¡Queridos hermanos y hermanas!

Os acojo con alegría y dirijo a cada uno mi bienvenida al Palacio Apostólico, que conocéis bien porque también aquí desempeñáis vuestra valiosa obra. Saludo y doy las gracias al coronel Christoph Graf, el capellán padre Kolumban Reichlin, los oficiales, los suboficiales y todos los componentes del Cuerpo y las familias. Un pensamiento particular va a los nuevos Guardias, como también a sus padres, a los familiares y a los amigos aquí reunidos para compartir la fiesta del Juramento. Esta circunstancia representa, una vez más, la agradecida ocasión para expresaros mi aprecio por la disponibilidad y el compromiso con quien, mediante vuestra actividad, testimoniáis fidelidad al Sucesor de Pedro.

La Guardia Suiza Pontificia es una gran familia, una comunidad vivaz y fraterna, tanto en los momentos de servicio como en los libres de deberes laborales. Y como la familia es un lugar de crecimiento, donde se aprenden muchas cosas útiles para la vida, así es en la Guardia: es un ambiente de formación humana y cristiana para todos. Los jóvenes son enriquecidos por la experiencia de los más ancianos los cuales, a su vez, pueden ser edificados y aprender de la apertura de los jóvenes, de su entusiasmo que los lleva a explorar en continuación, movidos por una positiva curiosidad. En particular a vosotros reclutas os digo: ¡no perdáis la valentía y la pasión por descubrir cosas nuevas!

Me gusta pensar que la decisión de poner algunos años de vuestra vida a disposición del Papa y de la Santa Sede no sea extraña al recorrido personal de fe. Vuestra misión aquí en el Vaticano es un camino que el Señor os ha abierto para vivir vuestro Bautismo y dar alegre testimonio de la fe en Cristo. Una fe que habéis aprendido en familia, cultivada en parroquia y que manifiesta la intensidad del vínculo del os católicos suizos a la Iglesia de Roma. Estáis llamados a dar razón de esta fe también en los diferentes lugares de servicio. En los rostros de aquellos a los que os acercáis cada día, ya sean miembros de la Curia romana o peregrinos y turistas, veis tantas invitaciones a reconocer y compartir el amor de Dios por cada uno. Que cada situación, cada encuentro represente una oportunidad para poner en práctica el Evangelio de Cristo, para aprender del Señor y para vivir el amor fraterno en su nombre y con su Espíritu.

Os animo a utilizar bien el tiempo del que disponéis para aprender a reconocer la presencia inspiradora y alegre del Resucitado en vuestras vidas, a través de la lectura de la Sagrada Escritura, la meditación de los textos espirituales -incluso durante algunos turnos de guardia más tranquilos-, la celebración de la Eucaristía dominical y el acercamiento a los sacramentos. Que la belleza y la historia de los diversos edificios y obras de arte de este lugar especial os ayuden a renovar siempre vuestro asombro ante la belleza de Dios y su misterio.

Queridos Guardias Suizos, no olviden que el Señor camina con vosotros, siempre está a vuestro lado en los momentos serenos y en los difíciles. Deseo que sintáis el consuelo de su cercanía, cercanía luminosa, cercanía misericordiosa. Renuevo mi agradecimiento a todo el Cuerpo por la diligente y generosa colaboración de la que soy testigo cada día. Encomiendo a todos los aquí presentes y a vuestros compatriotas a la protección maternal de la Virgen María y del patrón san Nicolás de Flüe. Os bendigo de corazón y os pido por favor que recéis por mí. ¡Gracias!