«De alguna manera vosotros representáis “las alas del Papa”, que me permiten volar hasta los confines de la tierra llevando el Evangelio de la esperanza y de la paz». Lo dijo Francisco dirigiéndose a los dirigentes y personal de la sociedad Ita Airways durante la audiencia que tuvo lugar el 14 de abril, en la Sala Clementina.
Queridos amigos, ¡buenos días y bienvenidos!
Doy las gracias por vuestra presencia, doy las gracias porque habéis “aterrizado” aquí en el Vaticano. ¡Estoy contento! Y os acojo con mucho gusto: de alguna manera representáis “las alas del Papa” que me permiten volar hasta los confines de la tierra llevando al Evangelio de la esperanza y de la paz. A veces pienso: si san Pablo hubiera tenido la posibilidad de viajar en avión, ¿qué habría sucedido?
Y en efecto esto sucedió con un Papa que llevaba su nombre. El 4 de enero de 1964 San Pablo vi subía a bordo del DC8 de Alitalia – esos DC8 que están “jubilados” ahora – primer Pontífice de la historia en tomar el avión para una peregrinación apostólica. El Papa Montini había deseado mucho el viaje en Tierra Santa, breve pero muy intenso. Se lo había anunciado con entusiasmo y conmoción a los Padres conciliares, al finalizar la segunda sesión del Vaticano ii . Ese vuelo, que partió de Roma-Fiumicino y llegó a Amán, inauguró los viajes papales en el mundo: una modalidad nueva de desarrollar el ministerio pastoral del Papa, que ha permitido al Obispo de Roma alcanzar a muchísimas personas que nunca hubieran podido realizar una peregrinación a Roma. Después de ese primer viaje, san Pablo VI realizó otros ocho, tocando a todos los continentes.
Después, con San Juan Pablo ii , que en sus 27 años de pontificado realizó 104 viajes internacionales, esta forma de misión se convirtió en parte integrante del pontificado. Así, viajó su sucesor Benedicto xvi ; y así he seguido viajando también yo: dentro de dos semanas, si Dios quiere, partiré para la 41º peregrinación yendo a visitar Hungría. Y después será Marsella, y Mongolia… y todas las cosas que están en lista de espera.
La compañía “de bandera” italiana, que vosotros aquí representáis, normalmente acompaña al Sucesor de Pedro y su séquito en el viaje de ida; y en algunos casos lo hace también en el viaje de regreso y en los traslados internos, o de un país a otro en el ámbito del mismo viaje. Es un servicio muy valioso, que requiere competencia, cuidado y atención a muchas particularidades, incluida la no fácil logística: ¡el Papa lo sabe bien que – como veis – tiene algún problema de movilidad, pero gracias a vuestra ayuda sigue viajando!
Para mí es importante encontrar a las personas, encontrar las comunidades, los fieles, los creyentes de otras religiones, las mujeres y los hombres de buena voluntad…. Encontrar en persona, hablar en persona es diferente al hacerse presentes con un mensaje, quizá con un vídeo. No es lo mismo. El Papa viaja para confirmar a los hermanos en la fe, para estar cerca de quien sufre, para ayudar a quien se compromete por la paz. Todo esto es posible también gracias a vosotros. Por esto os doy las gracias y, hasta que Dios quiera, seguiremos volando juntos.
Queridos amigos, os deseo lo mejor en vuestro trabajo. Y gracias por esta visita, muchas gracias. La Virgen os acompañe. Bendigo de corazón a todos vosotros y a vuestras familias.
Y os pido por favor que recéis por mí. ¡Gracias!