MUJERES IGLESIA MUNDO

El Encuentro
Mujeres de doce religiones y veintitrés países juntas

La gran “telaraña”

 La grande ragnatela  DCM-004
01 abril 2023

La rabina Allyson Zacharoff habla de Beruriah, que vivió en el siglo II d.C y “a quien el Talmud cita como ejemplo de sabiduría”. También fue sabia Sung Ruoxing, de la dinastía Tang, recordada por Chau-Wan Leung, secretaria de la Academia Confuciana de Hong Kong.

O Puru Chista, la hija de Zoroastro, a quien la estudiosa Awat Taieb evoca tras proyectar la foto de su conciudadana, Masha Ali, “símbolo de sacrificio por la libertad de la mujer”. Y aparece además la figura de Deguchi Nao, fundadora de Ōmoto (sintoísmo), mencionada por Mineko Morishita. Por su parte, la hermana Theresa Seow de Singapur, propone a Magdalena de Canossa. Son los nombres de algunas de las sabias y santas, mujeres que han escrito la historia de la espiritualidad y de la fe, y que, en todas las tradiciones, siempre han ocupado un lugar secundario en comparación con los hombres. Las recordaron hoy sus hermanas reunidas en Roma en la conferencia internacional “Mujeres que construyen una cultura del encuentro interreligioso”.

El evento fue organizado por el Dicasterio para el Diálogo Interreligioso en colaboración con la Unión Mundial de Organizaciones de Mujeres Católicas y la Universidad Pontificia Urbaniana, y congregó a mujeres de doce tradiciones espirituales y de veintitrés países. Se celebró tras la asamblea plenaria de 2017 sobre el “Papel de la mujer para la fraternidad universal” y el encuentro de monjas budistas y católicas de 2018. Nació según el espíritu de Praedicate Evangelium que invita a la colaboración de los dicasterios de la Curia y las Iglesias locales. El comité científico también estuvo compuesto por mujeres de la Sección Segunda de la Secretaría de Estado, del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, del Sínodo de los Obispos y del Dicasterio para la Comunicación y se consultó a las nunciaturas para cursar las oportunas invitaciones.

“Las mujeres ven el mundo desde la experiencia, tienen una narrativa diferente y nos cuentan cómo en la vida cotidiana, en espacios donde el conflicto se presenta como nota dominante, construyen experiencias de promoción y colaboración”, dice Monseñor Indunil Kodithuwakku, secretario del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso. Por eso, añade, el objetivo a largo plazo “a partir de lo existente, es crear redes de mujeres de diferentes religiones y culturas, que desde la base y en sus realidades locales, trabajen para construir relaciones de paz”.

Sarah, la directora musulmana

Cuando fue nombrada directora de la Escuela Primaria Lima en una zona montañosa del interior de la ciudad de Zamboanga, en Filipinas, Sarah L. Handang (foto en esta página enseñando y con el Papa) se enfrentó a un desafío: “Al principio no me apreciaban porque soy musulmana. Los habitantes son todos chavacanos, nativos cristianos, gente pobre que considera la educación como un lujo y prefieren que sus hijos trabajen la tierra y ayuden en el campo”. Implicar a familias y líderes comunitarios, organizar una misión médica escolar y diseñar un sistema de agua con la ayuda de los militares propició un clima de confianza.

Sarah fue completamente aceptada cuando se dio cuenta de que los niños tenían que caminar ocho kilómetros para llegar a la capilla y asistir a misa. “Me coordiné con el catequista y el párroco para celebrar misa en la escuela todos los primeros jueves de mes”. La escuela se ha convertido así en la segunda casa de los niños. “El profundo respeto por el amor y la importancia del servicio genuino a la humanidad no conoce barreras, independientemente de la diversidad de credos y culturas”.

Cuando montó el equipo de béisbol, la directora descubrió consternada que los chicos no podían participar en competiciones oficiales porque no están inscritos en el registro civil. “Los padres no están casados, ni por la Iglesia ni civilmente, por lo que no pueden hacer certificados de nacimiento para sus hijos”, explica. El jefe del registro civil le aconseja entonces organizar una boda multitudinaria, que se celebró el 23 de octubre de 2014. “Fueron 54 parejas, jóvenes y mayores y se casaron gratis. La liturgia se llevó a cabo en la capilla de Sitio Lima y la celebración fue en la escuela. Asistieron líderes comunitarios y directores de escuelas, un evento que cambió la percepción de muchos sobre la relación entre musulmanes y cristianos, especialmente en Mindanao”. Sarah, que en la isla forma parte del Movimiento de Diálogo Silsilah fundado por el padre Sebastiano D'Ambra, en 2017 fue la primera becaria filipina de la Fundación Nostra Aetate sobre diálogo interreligioso en Roma. Asistió al Angelicum y a la Escuela Pontificia de Lengua Árabe y Estudios Islámicos (Pisai).

Ruth y los derechos de las mujeres

Nació en una familia cristiana en la ciudad de Blantyre, en Malawi. En 2019, Ruth Mkwaira Kamuna (foto de arriba) decidió abrazar la Religión Tradicional Africana (ATR) y hoy es la secretaria y tesorera del grupo de mujeres de la ATR. “La nuestra es una religión dinámica que convive con las demás. Para nosotros, la cultura del encuentro implica una espiritualidad de amistad con el creador”.

Va vestida con la ropa tradicional de su país y es una mujer de hoy, consciente de sus derechos. “La mayoría de las religiones hablan de la importancia de la participación de la mujer, pero en realidad no somos protagonistas. Por eso creé un grupo de mujeres en la ATR”. Esto significó luchar desde dentro contra “prácticas tradicionales que son perjudiciales para la salud de las mujeres, como la Kulowa kufa”. Cuando muere un hombre, según esta creencia, la viuda sexualmente inactiva debe ser purificada, porque trae mala suerte a la familia del difunto. La mujer se ve entonces obligada a dormir con su cuñado, encerrada en casa durante dos o tres días. El público escucha con atención. Una monja africana pregunta sobre la mutilación genital femenina. “Trabajamos en colaboración con la comisión de derechos humanos y la policía para luchar también contra esta práctica”, dice Ruth. Se oyen aplausos.

Las “Mamas Hekima” de sor Virginie

“En la República Democrática del Congo hay muros levantados por creencias e injusticias culturales de los cuales las mujeres son las primeras víctimas. Las madres, las amas de casa, son el pilar de la familia, pero muchas viven en condiciones inhumanas y son objeto de violencia”. Sor Virginie Bitshanda (foto en el centro), Montfortiana, de las Hijas de la Sabiduría, coordina el proyecto Mamas Hekima en Kisangani (madres sabias, en swahili), “para ayudar a las mujeres a hacerse cargo de sí mismas, a tomar conciencia de sus talentos, a salir del miedo y los prejuicios y a obtener la autosuficiencia económica”. Protestantes, católicas, musulmanas, Testigos de Jehová… Desde hace diez años se reúnen en grupos de trabajo: cultivan yuca, hacen pan y gestionan pequeñas tiendas.

“Al principio querían estar divididas por la religión, y no nos sorprendió, porque los mensajes que llegan de la televisión incitan a la división, a la hostilidad, a la violencia. Al final lograron colaborar, superar las diferencias y confiaron las unas en las otras. Y hablaron de ello con sus líderes religiosos”, dice sor Virginie. Las “Mamas” también reciben cursos de formación en educación cívica, derechos de la mujer, planificación familiar, gestión presupuestaria y programación de actividades generadoras de ingresos. “Una sola mujer no puede hacerlo, con las demás siempre se puede encontrar una solución”, dice sor Virginie. “Comenzamos con doce mujeres y hoy más de cien quieren este acompañamiento”.

Carla y el liderazgo femenino

“El protagonismo que tiene la mujer en la base de la sociedad, y que repercute en aspectos concretos de la vida, debe ser llevado a niveles superiores, donde se toman las decisiones”. Carla Khijoyan (foto abajo), libanesa, de la Iglesia ortodoxa armenia, es responsable del programa del Consejo Mundial de Iglesias para la consolidación de la paz en Oriente Medio. Como parte de su trabajo participa en distintas conferencias en todo el mundo. Por ejemplo, cuando “convocamos a las mujeres en Irak, nos propusieron cosas concretas como trabajar en el ámbito de la educación, y nos mostraron no solo las dificultades, sino también las oportunidades concretas que surgen del diálogo”.

¿Es difícil para una mujer joven asumir un papel de liderazgo en estos contextos? “Empecé siendo joven y en Oriente Medio. En mi papel como responsable de peace building en el Consejo Mundial, trato con patriarcas, líderes de iglesias e imanes. En varias ocasiones, mis interlocutores se han dirigido a la persona que me acompañaba, un hombre, que bien podía ser mi conductor. La cultura es así. Eres joven y eres mujer y, por tanto, no te toman en serio. Pero no me he rendido. Al contrario, me he armado de valor para continuar. Ahora me conocen, confían en mí y después de 15 años soy respetada, pero me llevó años. Si hubiera sido un hombre habría sido diferente. A nivel local, allá donde voy, trato de armar equipos donde haya mujeres”

¿Su deseo? Que una gran “telaraña” femenina también está partiendo de Roma envuelva todo el planeta.

de Vittoria Prisciandaro
Periodista de los Periódicos de San Paolo «Credere» y «Jesús»