MUJERES IGLESIA MUNDO

* Carta
“En el país que era solo tierra y libertad, llegaron cazadores clandestinos de la mafia del oro y todo cambió. Pero, ahora una mujer…”

La esperanza Yanomami

 La speranza Yanomami  DCM-003
04 marzo 2023

Me gustaría verte feliz. No sé tu nombre. He visto de pasada tu cara en Instagram. Estabas a los pechos de tu madre. Unos pechos sin leche. Una madre sin carne. Una madre de pellejo y huesos. Tu madre tenía tanta hambre como tú, que no puedes mamar su leche. Un hambre que dura más de quinientos años.

El país en el que vives era solo tierra, era solo libertad, era solo felicidad hace quinientos años.

Tus antepasados ​​vivían del bosque y del cielo.

Luego vinieron hombres, con barba, en una carabela del otro lado del mundo, de Europa. Hombres con su bandera y su arrogancia. Y vuestros antepasados, en ese cono que ahora llamamos América Latina, vieron arrebatada su tierra, su felicidad y su vida. Incluso la muerte, - que era digna en la época de vuestros antepasados y se vivía en relación con los espíritus ancestrales-, les ha sido robada.

Cualquier nexo fue borrado. Los caminos y comunicaciones destruidos. Tu pueblo, que siempre estuvo ahí, se quedó huérfano de sí mismo. Los hombres que bajaron de las carabelas, los hombres del otro mundo, comenzaron a gritar a los cuatro vientos que os habían “descubierto”. Pero sabíais que siempre habíais estado allí, en esa tierra, la vuestra, dada por los dioses y el cielo. Personas nunca descubiertas por nadie. Sabemos que las mentiras tienen patas cortas, pero se convierten en verdad cuando se repiten. Especialmente si se hace empuñando lanzas. Y así que fueron exterminados los pueblos originarios de Norte a Sur, de Este a Oeste. Asesinados por lanzas venenosas o por asesinos invisibles que arrasaron con todo. Gente feliz perdida de repente en la pesadilla de un poder caníbal.

Y así, antepasado tras antepasado, los pueblos originarios, los que siempre habían estado allí, vieron cambiar el mundo. Donde estaba el bosque de pronto hay una valla. Donde había libertad de repente hay una prisión. Y con tus antepasados, también lloraron ​​los animales y los árboles, los primeros asesinados sin razón y los otros masacrados por las hachas de la deforestación. Así habéis aprendido a resistir. A tener en cuenta los saberes ancestrales. A no perder el contacto con la naturaleza. De tu pueblo, los Yanomami, mi niña, se dice que sois observadores de la naturaleza. Conocéis especies de plantas que los científicos altamente condecorados por ilustres universidades ni conocen. Y sabéis cómo no excederos con la madre naturaleza. Conocéis el límite entre el hombre y la tierra. Respetáis el mundo. Y tal vez por eso el mundo no os ha respetado.

Desde la década de 1990 sus tierras son invadidas por los "garimpeiros", mineros clandestinos a sueldo de las "mafias del oro", que contaminan los ríos y los cielos. Están a sueldo de potentados sin escrúpulos. Y en los últimos años, la situación de vuestro pueblo ha empeorado. A tu alrededor, pequeña, todo se muere. Los peces, los pájaros, las larvas. El mercurio arrojado a los ríos también te está enfermando a ti. Tienes calambres en el estómago, tu amada tierra se ha vuelto palúdica, pútrida.

Desde la década de 1990 sus tierras son invadidas por los “garimpeiros”, mineros clandestinos a sueldo de las mafias del oro que contaminan los ríos y los cielos. Están a sueldo de potentados sin escrúpulos. Y en los últimos años, la situación de vuestro pueblo ha empeorado. A tu alrededor, pequeña, todo se muere. Los peces y los pájaros. El mercurio arrojado a los ríos también te está enfermando a ti. Tienes calambres en el estómago, tu amada tierra se ha vuelto palúdica, pútrida.

Y no tenéis más para sobrevivir. Brasil, el país donde siempre vivieron tus ancestros, solo notó tu hambre hace poco. Mucha gente no sabía de tu dolor. Han visto tu cuerpo esquelético, esa hambre que dibuja por primera vez una mueca en tu boca. Y muchos, no los que te mataron de hambre, sino todos los demás, lloraron. Se indignaron. Todo debe cambiar, decían en la calle, en las redes sociales y en los periódicos. Una mujer encabeza el recién creado Ministerio de los Pueblos Indígenas. No llegas a verla porque estás muy débil. Pero veo un brillo en el fondo de tus pequeños ojos. Esa es la esperanza que tienes que conservar en esta vida mientras te aferras a tu madre con fuerza esperando que llegue la felicidad.

de Igiaba Scego