Audiencia a los representantes de las profesiones sanitarias técnicas de radiología, rehabilitación y prevención

La salud no es un lujo

 La salud no es un lujo  SPA-004
27 enero 2023

«¡La salud no es un lujo! Un mundo que descarta a los enfermos, que no asiste a quien no puede permitirse los tratamientos, es un mundo cínico y no tiene futuro». Es el grito de denuncia lanzado por el Papa Francisco con ocasión de la audiencia a los miembros de la Federación italiana de las Órdenes de los Técnicos sanitarios de radiología médica y de las Profesiones sanitarias técnicas, de la rehabilitación y de la prevención, recibidos en audiencia la mañana del lunes 16 de enero, en la Sala clementina.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y bienvenidos!

Doy las gracias a la señora presidenta por sus palabras de saludo. Vosotros representáis a miles de profesionales sanitarios: este encuentro, por tanto, me ofrece la oportunidad de renovar mi cercanía y gratitud por lo que hacéis cotidianamente. Deseo daros las gracias por vuestro compromiso y vuestra dedicación, especialmente cuando están escondidos. Los profesionales sanitarios, en los últimos tres años, han vivido una experiencia muy particular, difícilmente imaginable, la de la pandemia. Se ha dicho otras veces, pero no hay que olvidarlo: sin vuestro compromiso y vuestros esfuerzos muchos enfermos no se hubieran cuidados. El sentido del deber animado por la fuerza del amor os ha permitido prestar vuestra obra al servicio del prójimo, también poniendo en riesgo vuestra misma salud. Y con vosotros doy las gracias a todos los trabajadores sanitarios.

Dentro de menos de un mes, el 11 de febrero, se celebrará la Jornada Mundial del Enfermo, que siempre invita también a una reflexión sobre la experiencia de la enfermedad. Esto es hoy muy oportuno, incluso necesario, porque a menudo la cultura de la eficiencia y del descarte «nos empuja a negarla. No hay lugar para la fragilidad. Y, de este modo, el mal, cuando irrumpe y nos asalta, nos deja aturdidos. Puede suceder, entonces, que los demás nos abandonen, o que nos parezca que debemos abandonarlos, para no ser una carga para ellos. Así comienza la soledad» (Mensaje para la xxx i Jornada Mundial del Enfermo).

En sentido contrario actúa la cultura del cuidado, personificada por el buen samaritano (cf. Lc 10, 25-37). No aparta la mirada, se acerca al herido con compasión y cuida a esa persona que otros habían ignorado. Esta parábola indica una línea precisa de comportamiento. «Nos muestra con qué iniciativas se puede rehacer una comunidad a partir de hombres y mujeres que hacen propia la fragilidad de los demás, que no dejan que se erija una sociedad de exclusión, sino que se hacen prójimos y levantan y rehabilitan al caído, para que el bien sea común» (Enc. Fratelli tutti, 67).

Queridos amigos, vuestra profesión nace de una elección de valores. Con vuestro servicio contribuís a “levantar y rehabilitar” a vuestros asistidos, recordando que ante todo son personas. De hecho, la persona debe estar siempre en el centro, en todos sus componentes, incluido el espiritual: una totalidad unificada, en la que las dimensiones biológica y espiritual, cultural y relacional, planificadora y ambiental del ser humano se armonizan a lo largo del camino de vida. Este principio, que es la base de la Constitución ética de vuestra Federación, orienta el camino y permite no ceder a estériles altos grados de eficiencia o a una aplicación fría de los protocolos. Los enfermos son personas que piden ser cuidadas y sentirse cuidadas, y por eso es importante relacionarse con ellos con humanidad y empatía. Ciertamente con un alto nivel profesional, pero con humanidad y empatía.

Pero también vosotros, profesionales sanitarios, sois personas, y necesitáis que alguien cuide de vosotros, a través del reconocimiento de vuestro servicio, la tutela de condiciones adecuadas de trabajo y la implicación de un número apropiado de cuidadores, para que el derecho a la salud sea reconocido para todos. Corresponde a cada país trabajar para buscar «estrategias y de recursos, para que a todos los seres humanos se les garantice el acceso a la asistencia y el derecho fundamental a la salud» (Mensaje para la xxxi Jornada Mundial del Enfermo). ¡La salud no es un lujo! Un mundo que descarta a los enfermos, que no asiste a quien no puede permitirse los tratamientos, es un mundo cínico y no tiene futuro. Recordemos siempre esto: la salud no es un lujo, es para todos.

Os exhorto a mirar siempre a los valores éticos como referencia indispensable para vuestras profesiones. Los valores, si son bien asimilados y unidos al saber científico y a las necesarias competencias, permiten acompañar en el mejor de los modos a las personas que se os encomiendan.

Queridos humanos y hermanas, os acompañe la materna intercesión de la Virgen María, que el Evangelio nos presenta como mujer atenta, que se da prisa para ayudar a su pariente Isabel. Vele sobre vosotros y sobre vuestro trabajo. De corazón os bendigo a vosotros y a vuestras familias. Y os pido por favor que recéis por mí. ¡Gracias!