El deseo del Pontífice en el Ángelus de la Epifanía

Una Navidad de paz para Ucrania

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13 enero 2023

«Recemos mucho por Ucrania y por la paz»: un nuevo sentido llamamiento por la nación europea martirizada por la guerra fue lanzado por el Papa Francisco en el Ángelus del viernes 6 de enero, vigilia de la Navidad celebrada en las Iglesias orientales, tanto católicas como ortodoxas. Asomándose a medio día a la ventana del Estudio privado del Palacio apostólico vaticano, antes de recitar la oración mariana en la solemnidad de la Epifanía del Señor, el Pontífice ofreció a los fieles presentes en la plaza de San Pedro y a los que le seguían a través de los medios una meditación sobre los Magos. Estas son sus palabras.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y feliz fiesta!

Hoy, solemnidad de la Epifanía, el Evangelio nos habla de los Magos que, al llegar a Belén, abren sus cofres y ofrecen a Jesús oro, incienso y mirra (cf. Mt 2,11). Estos sabios de Oriente son famosos por los regalos que hicieron; pero pensando en su historia, podríamos decir que, ante todo, reciben tres dones: han recibido tres dones, tres preciosos dones que también nos conciernen a nosotros. Traen oro, incienso y mirra, pero ¿qué dones recibieron?

El primero es el don de la llamada. Los Magos no la intuyeron leyendo las Escrituras o a través de una visión de ángeles, sino que la sintieron mientras estudiaban las estrellas. Esto nos dice algo importante: Dios nos llama a través de nuestros mayores deseos y aspiraciones. Los Magos se dejaron asombrar e incomodar por la novedad de la estrella y se pusieron en camino hacia lo que no conocían. En cuanto hombres cultos y sabios, les fascinaba más lo que no sabían que lo que ya sabían: se abrieron a lo que no conocían. Se sintieron llamados a ir más allá, no se sintieron felices quedándose donde estaban, sino sintiéndose llamar a ir más allá. Esto también es importante para nosotros: estamos llamados a no contentarnos, a buscar al Señor saliendo de nuestra comodidad, caminando hacia Él con los demás, sumergiéndonos en la realidad. Porque Dios llama cada día, aquí y hoy. Dios nos llama, llama a cada uno, cada día, nos llama aquí y nos llama ahora, en nuestro mundo.

Pero los Magos nos hablan luego de un segundo don: el discernimiento. Como buscan un rey, van a Jerusalén para hablar con el rey Herodes, quien, sin embargo, es un hombre ávido de poder y quiere utilizarlos para eliminar al Mesías niño. Pero los Magos no se dejan engañar por Herodes. Saben distinguir entre la meta del viaje y las tentaciones que encuentran en el camino. Podían haberse quedado tranquilos en la corte de Herodes, pero siguen adelante. Abandonan el palacio de Herodes y, atentos a los signos de Dios, ya no pasarán por allí, sino que volverán por otro camino (cf. v. 12). ¡Qué importante, hermanos y hermanas, es saber distinguir la meta de la vida de las tentaciones del camino! Una cosa es la meta de la vida, otra las tentaciones del camino. ¡Saber renunciar a lo que seduce, pero lleva por mal camino, para comprender y elegir los caminos de Dios! El discernimiento es un gran don, y nunca hay que cansarse de pedirlo en la oración. ¡Pidamos esta gracia! Señor, danos la capacidad de discernir el bien del mal, lo mejor de lo que no es mejor.

Por último, los Reyes Magos nos hablan de un tercer don: la sorpresa. Tras un largo viaje, ¿qué encuentran estos hombres de alta posición social? Un niño con su madre (cf. v. 11): una escena ciertamente tierna, pero no asombrosa. No ven ángeles como los pastores, sino que encuentran a Dios en la pobreza. Tal vez esperaban un Mesías poderoso y prodigioso, y se encuentran con un niño. Sin embargo, no creen haberse equivocado, saben reconocerlo. Acogen la sorpresa de Dios y viven llenos de asombro su encuentro con Él, adorándole: en la pequeñez reconocen el rostro de Dios. Humanamente todos estamos inclinados a buscar la grandeza, pero es un don saber encontrarla de verdad: saber encontrar la grandeza en la pequeñez que Dios tanto ama. Porque así es como se encuentra al Señor: en la humildad, en el silencio, en la adoración, en los pequeños, en los pobres.

Hermanos y hermanas, todos somos llamados —primer don: la llamada— por Jesús; todos podemos discernir —segundo don: el discernimiento— su presencia; todos podemos experimentar sus sorpresas —tercer don: la sorpresa—. Hoy sería bueno recordar estos dones: la llamada, el discernimiento y la sorpresa, dones que ya hemos recibido: recordar cuándo sentimos una llamada de Dios en nuestra vida; o cuándo, quizá después de mucho esfuerzo, fuimos capaces de discernir su voz; o también, en una sorpresa inolvidable que Él nos ha dado, asombrándonos. Que la Virgen nos ayude a recordar y custodiar los dones recibidos.

Después del Ángelus el Papa felicitó a las Iglesias orientales por la Navidad y dio las gracias a los que en la Epifanía se han unido con oraciones y ofrendas a la Jornada Mundial de la Infancia Misionera. Finalmente saludó a los participantes del desfile histórico-folclórico “Viva la Befana” -que volvió a celebrarse de forma presencial desde vía de la Conciliación a plaza de San Pedro después de dos años de pausa forzada por la pandemia— y a los de “Reyes Magos”, a los cuales en toda Polonia, en las calles de ciudades y pueblos, se han unido un millón y medio de personas, con numerosas madres ucranianas y sus niños que huyen del conflicto.

Queridos hermanos y hermanas:

Expreso de corazón mis mejores deseos a las comunidades de las Iglesias Orientales, tanto católicas como ortodoxas, que mañana celebran la Navidad del Señor. Quisiera que llegara especialmente a los hermanos y hermanas del martirizado pueblo ucraniano. Que el nacimiento del Salvador infunda consuelo, infunda esperanza e inspire pasos concretos que puedan finalmente conducir al fin de los combates y a la paz. Recemos muchos por Ucrania y por la paz.

En la fiesta de la Epifanía se celebra la Jornada Mundial de la Infancia Misionera. Saludo a todos los niños y niñas, chicos y chicas que en todas las partes del mundo difunden la alegría de ser amigos de Jesús y se comprometen, con la oración, los sacrificios y las ofrendas, a sostener a los misioneros del Evangelio.

Os saludo a todos vosotros, fieles de Roma y peregrinos de varios países. En particular, saludo a los participantes en la manifestación histórico-folclórica "Viva la Befana", organizada este año por el Ayuntamiento de Foligno sobre los temas de la paz, la solidaridad y la fraternidad entre los pueblos. Doy las gracias al alcalde y al obispo de Foligno, a las demás autoridades, asociaciones, escuelas, bandas de música y a todos los que dan vida a la histórica “Justa de la Quintana”. Y extiendo también mi saludo al "Cortejo de los Reyes Magos" que hoy tiene lugar en muchas ciudades y pueblos de Polonia.

Saludo a los confirmandos de Romano di Lombardia, de la Asociación de Solidaridad entre las Familias de Podenzano (diócesis de Piacenza), y a los amigos y voluntarios de la "Fraterna Domus". Y saludo a los chicos de la Inmaculada.

Os deseo a todos una feliz fiesta. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. Buen almuerzo y hasta pronto.