El Pontífice a la Federación de los organismos cristianos de servicio internacional y voluntariado

La fatiga de salir para encontrar y ayudar a los otros

 La fatiga de salir para encontrar  y ayudar a los otros  SPA-047
25 noviembre 2022

«El voluntariado es la fatiga de salir para ayudar a los otros. No hay un voluntariado de escritorio y no hay un voluntariado de televisión. El voluntariado es siempre en salida, el corazón abierto, la mano extendida, las piernas preparadas para ir». Lo dijo el Papa Francisco, hablando de forma improvisada, a los representantes de la Federación de los organismos cristianos de servicio internacional y voluntariado ( focsiv ) recibidos en audiencia, en la mañana del lunes 14 de noviembre, en la Sala del Consistorio. El Papa entregó el discurso preparado a la presidenta Ivana Borsotto, pronunciando las siguientes palabras.

Muchas gracias por esta visita, muchas gracias a usted, por sus palabras. Este es el discurso que yo debo leer ahora, pero es mejor que vosotros lo leáis en casa, y que en este momento os diga algo que me viene del corazón, ¿de acuerdo? Yo lo doy a la presidenta, usted se encarga de darlo a conocer.

El voluntariado es una de las tres cosas que he encontrado en Italia como una característica vuestra, no lo he encontrado así en otros lugares. Las otras cosas son los oratorios parroquiales, en el norte sobre todo, y después las asociaciones de ayuda económica, bancaria, para que la gente tome ahí la hipoteca y vaya adelante, una ayuda económica. Tres cosas típicas italianas.

Tomo la primera: el voluntariado. Es una de las cosas más hermosas. Porque cada uno con la propia libertad elige hacer este camino que es un camino en salida hacia el otro, salida con la mano extendida, un camino de salida para preocuparse por los otros. Se debe hacer una acción. Yo puedo quedarme en casa sentado, tranquilo, viendo la televisión y haciendo otras cosas… No, yo me tomo esta fatiga de salir. El voluntariado es la fatiga de salir para ayudar a otros, es así. No hay un voluntariado de escritorio y no hay un voluntariado de televisión, no. El voluntariado está siempre en salida, el corazón abierto, la mano extendida, las piernas preparadas para ir. Salir para encontrar y salir para dar. Estas dos palabras quiero retomarlas.

Salir para encontrar. Nosotros estamos viviendo una civilización del enfrentamiento. Las guerras son un gran enfrentamiento y hoy nadie duda de que estamos viviendo la tercera guerra mundial: en un siglo, un enfrentamiento detrás de otro, uno detrás de otro... Y no aprendemos nunca, a nivel mundial, pero también a nivel personal. Cuántas veces se toman decisiones en base al enfrentamiento. Y no aprendemos nunca, a nivel mundial, pero también a nivel personal. Cuántas veces se toman decisiones en base al enfrentamiento: “¿Tú quién eres?” – “No, yo no sé quién soy, pero estoy contra este y contra este”. La propia identidad es estar-contra, enfrentarse. Sin embargo, el camino que vosotros proponéis, que vosotros vivís, y que es una verdadera propuesta cristiana es el encuentro para resolver, para resanar el enfrentamiento. Nosotros estamos viviendo la civilización del enfrentamiento. Es más fácil decir “yo estoy contra este, contra ese, contra ese otro”, que decir “yo estoy con”. Esto nos cuesta más. Y vosotros salís para encontrar gente, para encontrar hombres y mujeres que necesitan ayuda, necesitan la mano extendida, para caminar juntos, con, no contra.

Este es vuestro voluntariado, y lo hacéis sin sueldo; sí quizá os dan algo para el autobús, el billete, pero nada más. Sin sueldo, no para ganarte la vida, sino por vocación. Y es una inversión de vuestro tiempo que hace fecunda la vida de los otros. Seguid por este camino del voluntariado, es una de las riquezas de vuestra cultura italiana.

Si hay problemas –siempre habrá problemas, en todos lados– los problemas no deben ser resueltos como hace el avestruz poniendo la cabeza bajo tierra, los problemas se resuelven caminando, yendo, peleando… Sí, peleando, ¡hace bien! A veces una buena pelea hace bien… Y entenderse bien pero como hermanos, peleando como hermanos, los buenos hermanos saben pelear bien. Yo recuerdo una vez -algo familiar– nosotros somos cinco y mi hermano, el segundo, se enfadó con la tercera, ambos ya casados, grandes y ¡se dijeron (cosas) de todos los colores! Yo ahí que les escuchaba, pensaba: “Dios mío, ¡estos son muy directos!”. “Tú has hecho… tú eres una cretina… tú eres esto, esto otro…”. De todo. Después se pararon. Y mi hermano dijo: “Yo me voy porque tengo cosas que hacer… ¡Adiós guapa!”. Un beso y terminó. Los hermanos saben discutir, pero sin llegar a destruir lo esencial que es el vínculo fraterno. Nosotros debemos hacer esto, buscar la verdad, hay puntos de vista diferentes, se discute, bien, pero eso no se toca, eso permanece siempre, la fraternidad. Y el voluntariado es un himno a la fraternidad, es un himno a ir adelante así. Por esto, seguid yendo adelante así, para ayudar en este sentido, ayudar echando un mano a la gente.

Esto quería deciros antes de dar la bendición y saludaros. Estoy muy contento de lo que vosotros hacéis. Seguid, y que se unan a vosotros otras personas para hacer este bonito trabajo de humanidad. ¡Gracias!