Publicamos a continuación el texto del discurso improvisado del Papa Francisco durante la audiencia a los participantes de la plenaria del Dicasterio para la comunicación, que tuvo lugar el sábado 12 de noviembre, en la Sala Clementina.
Queridos hermanos y queridas hermanas, ¡buenos días y bienvenidos!
Doy las gracias al doctor Ruffini por sus corteses palabras, y os saludo a todos vosotros que participáis en la Asamblea Plenaria del Dicasterio para la Comunicación, que tiene por tema “Sínodo y comunicación: un camino por recorrer”. Y este es el mensaje, ocho páginas… ¡si yo empiezo a leerlas, cuando llegue a la cuarta, habréis olvidado qué dije en la primera! Y creo que es mejor que este mensaje lo llevéis con vosotros, el doctor Ruffini os hará llegar una copia a cada uno. ¡Y así yo puedo deciros algo más espontáneo y también “fuera censura” que es más divertido!
Cuando se habla de comunicación estamos hablando de “una ida y vuelta”, no hay comunicación en una sola dirección: va y vuelve, va y vuelve. Y en esto también se crece. Solamente los loros comunican en ida sin vuelta, porque dicen siempre lo mismo, y no importa lo que es el eco, lo que se dice al otro lado. Un verdadero comunicador debe estar atento al retorno, a lo que viene, a la reacción que provoca lo que yo digo. Porque la comunicación es una conexión humana. No es importante lo que digo, no, sino qué digo a lo que el otro me dice, a lo que escucho. Por eso la filosofía “del altavoz” no sirve; más bien es una filosofía, digamos, “al teléfono”: se escucha, se responde.
El diálogo: no puede haber comunicación sin un diálogo y sin movimiento, sin moverse; y esto siempre arriesga. Porque nosotros tenemos esta ley de la inercia, de la inercia que te empuja, siempre sentados en lo mismo, decir las cosas, dar las noticias y después callados. No. Tú debes escuchar cómo se recibe eso, y qué reacción provoca. Y por esto hay algunos de vosotros que a mí me conmueven mucho, por ejemplo el entusiasmo de Monda [director de L’Osservatore Romano]. Monda no es un periodista, es un poeta, un creador, porque él comunica en poesía, él con creatividad escucha lo que dice la gente… Y después L’Osservatore – sí, L’Osservatore es un problema, lo sabemos todos – y en vez de cerrar L’Osservatore, hace otro, el “di Strada”, ¡y va! Esto es comunicar, buscar siempre las fronteras, otras, otras… La inquietud comunicativa. Y esto conlleva un cierto desorden. El comunicador no logra tener todo en orden, siempre hay algún desorden, porque los humanos somos así. Y entre vosotros yo veo cosas de este tipo.
Por ejemplo – esto de otro lado, pero quiero decirlo – he hecho dos vídeos con Fabio Marchese Ragona, y he visto en esas comunicaciones la capacidad de crear cosas que han tenido una gran audiencia, porque había esta búsqueda de ir hacia el otro.
Y es más, cuando leo entre vosotros, por ejemplo, un artículo de Gisotti: si tú lees a Gisotti, no hace solo la reflexión, no, él hace la reflexión y crea tensiones interiores. Por mencionar solamente algunos comunicadores… Esto es comunicar, es arriesgar, es crear, es ir más allá. Un comunicador que quiere tener todo en orden, se ha equivocado de profesión, ¡sé archivero que lo harás mejor! El comunicador debe ir siempre arriesgando, siempre en el camino, siempre involucrándose con la vida.
Esto es comunicar. Y yo doy gracias al prefecto [Dr. Paolo Ruffini] – pobrecillo, ¡tiene la maldición de ser el primer prefecto laico en la curia! –, le doy las gracias porque él permite esto, deja crecer. “¿Debo crecer todavía más?” Usted lo sabe mejor que yo, pero usted deja crecer, le doy las gracias por esto. Esto es lo que veo en vuestro Dicasterio. Comunicación en movimiento, creativa.
Después, comunicación de los valores. Nosotros no podemos bajar a una comunicación sin valores. Nosotros debemos comunicar con nuestros valores. Esto no quiere decir que debemos rezar la novena a un santo todos los días. Los valores cristianos, los valores que están detrás, los valores que enseñan a ir adelante. La persona que se pone en juego por los valores humanos. Por ejemplo, veo aquí a James Martin. “Ah, sí, este trabaja…”. Sí, pero ha escrito un libro que se llama “Para aprender a rezar” [Enséñanos a rezar]. Leedlo, porque esto te enseña a rezar. Un hombre que tiene valores, un comunicador que sabe también cómo enseñarte el camino de comunicación con Dios. Ser comunicador es esto. Ir, caminar, arriesgar, con los valores, convencido de que estoy dando mi vida con mis valores, los valores cristianos y los valores humanos. Desconfío de los comunicadores asépticos, estos que son pura técnica, pura. Sí, pero la técnica por sí sola no sirve, la técnica te ayuda si detrás hay un corazón, hay una mente, si hay un hombre, una mujer que da de lo suyo. Estad atentos a no resbalar solamente en la técnica, porque esto te lleva a una comunicación aséptica, sin valores, y que después puede caer en mano de los contables o las ideologías del momento.
Y después una tercera cosa que encuentro en su Dicasterio, señor prefecto, y le doy las gracias por esto, es el humanismo. Usted ha dado un clima humano, y esto debe ser conservado. Una comunicación humana, con el calor humano y no puramente técnica. La técnica es necesaria para el desarrollo, pero si está lo humano. Cuando tú [se dirige a sor Veronica Donatello] vas donde los sordomudos y haces así, así [lengua de signos], tú conoces toda la técnica, pero está tu corazón humano de mujer, de madre, de hermana, que estás detrás de esa comunicación. Esto es muy importante, comunicar con el corazón y con lo humano, con los valores, e ir adelante.
Son las cosas que quería deciros, las cosas que más me conmueven de vosotros. Esperemos que Monda no haga un tercer Osservatore Romano, ¡porque es tan entusiasta que ya no se detiene! Gracias, gracias por todo de verdad, ¡gracias! Estoy contento e id adelante, arriesgad, arriesgad, ¡no tengáis miedo! Arriesgad, para encontrar al otro en la comunicación.
Y ahora pidamos al Señor que nos bendiga a todos, que necesitamos la bendición de Dios, todos.