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Observatorio

La existencia como don total de María y Luisa, religiosas mártires

 L’esistenza concepita come dono totale di Maria e Luisa, suore martiri  DCM-009
01 octubre 2022

Dos mujeres, dos misioneras, asesinadas. Una, sor María De Coppi, comboniana, la noche del 6 de septiembre, en Mozambique. La otra, sor Luisa Dell’Orto, de las Hermanitas de Charles De Foucauld, el 24 de junio, en Haití. Ambas murieron mientras desarrollaban, en lo escondido, aquello a lo que habían dedicado su vida, es decir, servir a Dios ya los hombres. Sor María había abierto un internado en Chipene que permitía estudiar a niñas de familias pobres. Sor Lucía se dedicaba a los niños de la calle en Puerto Príncipe. Eran dos mujeres sencillas y mansas. Dos mujeres normales hasta en las situaciones excepcionales y peligrosas en las que les había tocado vivir en aquellas tierras martirizadas por unas guerras de las que pocos hablan. No atraían a la multitud, ni participaban en batallas políticas, ni eran famosas. Simplemente concibieron su existencia como un don total a Dios, que las había llamado, a los más pobres y a quienes el Señor les había encomendado.

Lo que tienen en común estas dos religiosas mártires es la vida entendida como entrega al pueblo junto al que viven, junto al que codo con codo hacen causa común, según un lema comboniano. “Mi gente”, como decía sor María. En idénticos términos se expresaba sor Lucía al hablar de la humanidad herida de la que cuidaba en Puerto Príncipe. Su vocación era la de estar, la de quedarse con las personas incluso si ello supone arriesgar la vida. Como sucedió con los monjes trapenses de Tibhirine, en Argelia, asesinados en 1996 por terroristas yihadistas. Pese a las advertencias, no abandonaron a su pueblo y atravesaron la prueba del martirio.

“No buscamos la muerte”, explica una misionera hermana de sor María. Lo que buscan es ser fieles a Dios y, por tanto, a los hombres, mujeres y niños con los que comparten sus vidas. Esta es la fidelidad de cada día, una presencia que no teme si quiera las amenazas de muerte, una presencia que “incluso puede molestar”, como dice el Papa. Molestaban. Las dos misioneras molestaban, simple y llanamente, porque estaban ahí. Porque fueron la voz y los ojos de los que nada tienen y a nadie más importan.

Dos citas nos pueden ayudar a entender esta dimensión martorial. “El auténtico mártir es el que somete totalmente su propia existencia a la voluntad de Dios. El martirio no es la interrupción de la vida, sino que se produce cuando se dice sí a una vida totalmente entregada”. Son unas palabras de la madre María Emmanuel Corradini, abadesa del monasterio benedictino de San Raimundo en Piacenza. En el testamento espiritual del padre Christian de Chergé, prior del monasterio de Tibhirine encontramos esta otra definición: “Si un día me convirtiera en víctima del terrorismo (…) me gustaría que mi comunidad, mi Iglesia y mi familia recordasen que mi vida fue entregada a Dios y a ese país”.

de Elisa Calessi