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Observatorio

Historia del bosque resiliente y de la escritora
que la cuenta

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03 septiembre 2022

El Bosque de Cuma tiene tres mil años y se extiende por kilómetros bajo la acrópolis de Cuma, un sitio arqueológico de la ciudad de Nápoles, un lugar que provoca todo tipo de emociones. Es un bosque olvidado, maltratado y abandonado. Sin embargo, el libro que le dedica Antonella Cilento habla de su resiliencia, porque, a pesar de todo y a pesar de tanto, el bosque vive y, por lo tanto, se puede salvar. Austera, mágica, la Sibila está ahí y es la protagonista del volumen, Solo di uomini il bosco può morire, edizioni Aboca, (Solo de los hombres puede morir el bosque, ediciones Aboca) título tomado de Danilo Dolci, sociólogo, poeta, educador y activista pacifista italiano. La autora lo redescubre durante la pandemia, cuando no se podía ir a ningún lado, cuando ni el mundo siquiera sabía qué rumbo tomar. Redescubre su historia y su flora y fauna. Y cuenta su tormento.

“En este lugar encantado, se encuentran residuos y contaminación en cantidades enormes y las dunas cercanas a la orilla están cubiertas de plástico. Plásticos de todo tipo: llantas de automóvil, muletas, sillas, envases de detergente, de leche, zapatos, cochecitos de bebé, ropa, trozos de vasos, platos, ruedas, contenedores, lámparas, tuberías, herramientas, botellas, gorras, bolígrafos, banquetas, paraguas y sombrillas, mesas… Manchas de ácido de detergente, lagos de nafta, de diésel y de gasolina, espuma de detergentes y químicos, botes de plaguicidas. Las dunas, pobladas de plantas y conchas que trae el mar desde mar abierto, ahora son de plástico.

Los microplásticos transportados por el viento y la sal están por todas partes. Papel higiénico, bolsas de comida, ratones muertos, pañuelos, papel higiénico, preservativos… Esto es lo de menos dada la gran presencia de la huella de nuestra vida cotidiana: cepillos de dientes, gafas, recipientes de comida, bolsas para congelar, bolsas, bolsas y más bolsas, cordones y guantes entre la vida de las plantas de las dunas y sus habitantes como escarabajos, insectos o las rarísimas abejas azules que viven, como el lirio de Cumas, solo en esta playa. Volando sobre nosotros en manada vemos gaviotas y otras aves que iré conociendo en los próximos días. Los halcones vuelan alto y cautelosos. Camino y lloro las primeras veces que veo todo esto”.