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Honduras
Dar la vida por la defensa de los ríos es darla por el bien del planeta

Berta Cáceres

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03 septiembre 2022

“En nuestra cosmovisión, somos seres nacidos de la tierra, del agua y del maíz. Nosotros, el pueblo Lenca, somos los guardianes ancestrales de los ríos, protegidos también por los espíritus de las muchachas que nos enseñan que, dar la vida de múltiples formas por la defensa de los ríos, es dar la vida por el bien de la humanidad y de este planeta. El Copinh marchando junto a otros pueblos por su emancipación, ratifica el compromiso de seguir defendiendo el agua, los ríos, nuestros bienes comunes y la naturaleza, así como nuestros derechos como pueblos indígenas.

¡Despertemos! ¡Despertemos a la Humanidad! No tenemos más tiempo.

Nuestras conciencias tendrán que ser sacudidas por el hecho de que nos quedemos a contemplar la autodestrucción basada en la depredación capitalista, racista y patriarcal. El río Gualcarque nos llamó, así como todos los demás que están seriamente amenazados.

Tenemos que apresurarnos. La Madre Tierra militarizada, sitiada, envenenada, en la que se violan sistemáticamente derechos elementales, nos obliga a actuar.

Construyamos, pues, sociedades capaces de convivir de manera justa, digna y a favor de la vida. Unámonos y llenos de esperanza sigamos defendiendo y apoyando la sangre de la tierra y sus espíritus. Dedico este premio a todas las rebeliones, a mi madre, al pueblo Lenca, al río Blanco, a los Copinh y a los mártires de la defensa de los bienes naturales”.

Este es el discurso de Berta Cáceres en la entrega del Premio Goldman, el “Nobel verde” que recibió en 2015 por su lucha por el medio ambiente y los derechos de los indígenas. En los últimos años, con una valiente campaña de salvaguarda del ambiente, había logrado evitar la construcción de una presa en el río Gualcarque, considerado sagrado por los Lencas, su pueblo. Berta Cáceres fue asesinada menos un año después, la noche del 2 al 3 de marzo de 2016. Derribaron la puerta de su casa en La Esperanza, en el departamento de Intibucá, Honduras, y la acribillaron a tiros con una ametralladora.

Dos días después habría cumplido 45 años. Tenía cuatro hijos y era una maestra muy querida. Había ayudado a fundar el Copinh, el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras.