«Muchas culturas pero el mismo Evangelio. Muchos pueblos, el mismo Jesucristo. Muchas buenas voluntades, el mismo Espíritu»: lo subrayó el Papa Francisco en el discurso improvisado en la mañana del 27 de junio, en la audiencia con los miembros del Camino Neocatecumenal. Anteriormente, el iniciador Kiko Argüello había presentado al Pontífice los 430 núcleos familiares que partirán en misión al finalizar el décimo Encuentro mundial de las familias.
Hemos escuchado la misión de Jesús: “Id, dad testimonio, predicad el Evangelio”. Y desde ese día los apóstoles, los discípulos, toda la gente fue adelante con la misma fuerza que Jesús les había dado a ellos: es la fuerza que viene del Espíritu. “Id y predicad… Bautizad…”.
Pero sabemos que, una vez que hemos bautizado, la comunidad que nace de ese Bautismo es libre, es una nueva Iglesia; y nosotros debemos dejarla crecer, ayudarla a crecer con las propias modalidades, con la propia cultura… Es esta la historia de la evangelización. Todos iguales en cuanto a la fe: creo en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, el Hijo se ha encarnado, ha muerto y resucitado por nosotros, el Espíritu que nos ayuda y nos hace crecer: la misma fe. Pero todos con la modalidad de la propia cultura y de la cultura del lugar donde ha sido predicada la fe.
Y este trabajo, esta riqueza pluricultural del Evangelio, que nace de la predicación de Jesucristo y se hace cultura, es un poco la historia de la Iglesia: muchas culturas pero el mismo Evangelio. Muchos pueblos, el mismo Jesucristo. Muchas buenas voluntades, el mismo Espíritu.
Y a esto estamos llamados: ir adelante con la fuerza del Espíritu, llevando el Evangelio en el corazón y en las manos. El Evangelio de Jesucristo, no el mío: es de Jesucristo, que se adapta a las diferentes culturas, pero es lo mismo. La fe crece, la fe se incultura, pero la fe es siempre la misma.
Este espíritu misionero, es decir de dejarse enviar, es una inspiración para todos vosotros. Os doy las gracias por esto, y os pido docilidad al espíritu que os envía, docilidad y obediencia a Jesucristo en su Iglesia. Todo en la Iglesia, nada fuera de la Iglesia. Esta es la espiritualidad que debe acompañarnos siempre: predicar a Jesucristo con la fuerza del Espíritu en la Iglesia y con la Iglesia. Y el quien es el jefe – digamos – de las diferentes Iglesias es el obispo: siempre ir adelante con el obispo, siempre. Él es el jefe de la Iglesia, en este país, en este Estado…
Id adelante. ¡Ánimo! Gracias por vuestra generosidad. No os olvidéis de la mirada de Jesús, que ha enviado a cada uno de vosotros a predicar y a obedecer a la Iglesia.
¡Muchas gracias!