A los participantes en un congreso internacional sobre la tutela de la biodiversidad

Por una educación inclusiva fundada en la ecología integral

 Por una educación inclusiva fundada en la ecología integral  SPA-021
27 mayo 2022

Para construir una «cultura del cuidado» es necesario dar vida a una «educación inclusiva» fundada «sobre los pilares de la ecología integral». Lo subrayó el Papa Francisco recibiendo, el 21 de mayo, en la Sala Clementina, a los participantes en el congreso internacional sobre el tema «Nature in Mind. Una nueva cultura de la naturaleza para la tutela de la biodiversidad». El encuentro, organizado por el Arma de Carabineros, que se celebró en roma el jueves 19 y viernes 20. A continuación publicamos el discurso pronunciado por el Pontífice.

¡Queridos amigos!

Os doy la bienvenida a vosotros, participantes del Congreso Internacional “Nature in Mind. Una nueva cultura de la naturaleza por la tutela de la biodiversidad”, organizado por el competente comando del Arma de Carabineros. Doy las gracias al comandante general por sus amables palabras y expreso mi reconocimiento por esta iniciativa, que demuestra la voluntad de colaborar para proteger juntos nuestra casa común. Vuestro compromiso contribuye a reforzar el diálogo urgente, el diálogo responsable sobre el futuro del planeta, «porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos» (Enc. Laudato si’, 14).

El título del Congreso “La naturaleza en mente” hace pensar en el itinerario de San Buenaventura de Bagnoregio, quien en más de una ocasión invita a descubrir al Trascendente también a través de la contemplación de la belleza de la naturaleza. Es un viaje formativo para la mente y para el alma. Cuando miramos con estupor el cielo y las estrellas o las aguas cristalinas de un arroyo, por analogía contemplamos a los autores de la belleza (cfr Sap 13,3). Esta fue dada en don al género humano, que está llamado a cultivarla y custodiarla (cfr Gen 2,15). En las Sagradas Escrituras lo bello y lo bueno son inseparables.

Como Dios ha puesto a disposición de los hombres su creación, así ellos encuentran su plena realización superando el egoísmo y gustando una “belleza compartida”. Este vínculo dinámico entre Creador, criatura humana y otras criaturas es una alianza que no puede ser rota sin daños irremediables. No debemos pretender «sustituir una belleza irreemplazable e irrecuperable, por otra creada por nosotros» (Laudato si’, 34). El mito de Prometeo, apto quizá a otras épocas, ya no lo es para la nuestra. No necesitamos de un heroísmo titánico, sino de una mansa y paciente fraternidad entre nosotros y con la creación. La vida y la historia demuestran, de hecho, que no podemos ser nosotros mismos sin el otro y sin los otros. En un mundo en el cual «todo está íntimamente relacionado» (ibid., 137), es necesario identificar nuevos paradigmas pedagógicos para promover en los procesos educativos, orientándolos al diálogo entre los saberes y contribuyendo a hacer crecer la cultura del cuidado. Y la cultura del cuidado es una cultura de la armonía, es conservar la armonía, y no una cultura de los detalles que rompe la armonía.

Tal cultura, de hecho, está estrechamente vinculada a una educación inclusiva que se apoya sobre los pilares de la ecología integral. Frente a la riqueza y complejidad del mundo natural, cada proyecto educativo ofrece una perspectiva de comprensión dirigida a subrayar las interrelaciones entre el hombre y el ambiente. Con el fin de promover un desarrollo realmente sostenible, es necesario abrirse con creatividad a nuevos itinerarios, más integrados, compartidos, unidos directamente con las personas y sus contextos. De esta manera todos se sienten implicados en la contribución al pacto educativo, que tiende a formar personas maduras, capaces de superar fragmentaciones y contrastes. Cualquier medida será ineficaz si no es asistida y apoyada por un proceso educativo que favorezca el cuidado y protección de nuestra casa común.

A través de nuestros talentos todos somos llamados a construir la “aldea global del cuidado”, a formar una red de relaciones humanas que rechacen toda forma de discriminación, violencia y prevaricación. En esta “aldea” nuestra, la educación se convierte en portadora de fraternidad y generadora de paz entre los pueblos así como de diálogo entre las religiones.

Queridos carabineros, queridos amigos, os renuevo mi aprecio por vuestro compromiso cotidiano y os exhorto a proseguirlo con valentía. Os bendigo a todos vosotros y a vuestros familiares. Os deseo un buen trabajo; y os pido por favor que recéis por mí. Gracias.