El Pontífice invoca la paz en Ucrania con la comunidad “La Zolla” de Milán

Que la escuela sea compartir y acogida

 Que la escuela sea compartir y acogida  SPA-011
18 marzo 2022

El Papa Francisco rezó por la paz en Ucrania junto a los alumnos de la escuela de Milán “La Zolla” durante el encuentro que tuvo lugar en la basílica de San Pedro. A continuación las palabras del Pontífice.

Queridos estudiantes del Instituto “La Zolla”,

estoy contento de acogeros y dirijo un cordial saludo a vosotros, a vuestros padres y a vuestros profesores, a vuestros abuelos: hay muchos abuelos aquí. Es muy importante para vosotros jóvenes y niños hablar con los abuelos: muy importante, hablar con los abuelos. Es importante. Vuestra escuela de inspiración cristiana es una realidad preciosa para el territorio de Milán y ofrece un apreciado servicio educativo en colaboración con las familias. Es importante construir una comunidad educadora en la que, junto a los docentes, los padres puedan ser protagonistas del crecimiento cultural de sus hijos. Y esto es el pacto educativo, el diálogo entre padres y profesores. Se dialoga siempre, por el bien de los jóvenes, de los niños. Este pacto educativo que se ha roto muchas veces, debemos cuidarlo siempre. El diálogo y también el trabajo juntos, como hacéis vosotros, padres y profesores. Es importante construir una comunidad educadora, esto es muy importante.

Y a vosotros chicos y chicas quisiera dejar dos palabras que me vienen del corazón: compartir y acogida. Compartir y acogida, digámoslo juntos: “compartir y acogida”. Solo los chicos y las chicas, ¡grandes no! Decidlo: compartir y acogida, ¡todos! [repiten: ¡compartir y acogida!]. Así es, aprended bien esto. Compartir: no os canséis de madurar junto a las personas que viven a vuestro lado: los compañeros del colegio, los padres, los abuelos, los educadores, los amigos. Es necesario “hacer equipo”, crecer no solo en los conocimientos, sino también en el tejer vínculos para construir una sociedad más solidaria y fraterna. Porque la paz, que necesitamos tanto, se construye artesanalmente a través del compartir. No hay máquinas para construir la paz, no: la paz siempre se hace artesanalmente. La paz en la familia, la paz en la escuela… ¿Y cómo artesanalmente? Con mi trabajo, con mi compartir.

La segunda palabra: acogida. El mundo de hoy pone muchas barreras entre las personas. Y el resultado de las barreras son las exclusiones, el descarte. Esto es peligroso, si se descarta. También en la escuela –escuchad bien esto, chicos y chicas– en la escuela a veces hay algún compañero o compañera que es un poco raro, un poco ridículo o que no nos gusta: ¡nunca descartarlo! Ni tampoco hacer acoso escolar: no, por favor, no al acoso escolar, nada, todos somos iguales. También si un compañero es un poco antipático, pobrecillo, me acerco a él con simpatía. Siempre hacer de puentes, nos descartar a nadie, ¡por favor! No descartar. Porque con el descarte siempre se empiezan las guerras. El resultado de las barreras son las exclusiones, el descarte. Hay barreras entre Estados, entre grupos sociales, pero también entre las personas. Y a menudo también el teléfono que seguís mirando se convierte en una frontera que os aísla en un mundo que tenéis en la mano. Qué bonito es sin embargo mirar a los ojos de las personas, escuchar la historia, acoger la identidad; generar, a través de la amistad, puentes con hermanos y hermanas de tradiciones, etnias y religiones diferentes. Solo haciendo así construiremos, con la ayuda de Dios, un futuro de paz. Me ha gustado mucho vuestro lema - “Sorpréndete”: es bonito. Siempre maravillados, ver la belleza, sorprendidos y agradecidos. Pero estad atentos, porque hay peligro de volverse estúpidos: ¡no, no! Sorprendidos, no estúpidos. ¿Entendido?

Gracias por este encuentro, gracias por vuestro testimonio. Rezo por vosotros y vosotros, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. Y ahora os pido que penséis, pensar: pensemos en muchos niños y niñas, chicos y chicas que están en la guerra, que hoy en Ucrania están sufriendo. Son como nosotros, como vosotros: seis, siete, diez, catorce años y vosotros tenéis delante un futuro, una seguridad social de crecer en una sociedad en paz. Sin embargo, estos pequeños, también pequeñísimos, deben huir de las bombas. Están sufriendo mucho. Con ese frío que hace allí… Pensemos. Cada uno de nosotros piense en estos niños, en estas niñas, en estos chicos, en estas chicas. Hoy están sufriendo; hoy, a tres mil kilómetros de aquí. Rezamos al Señor. Yo haré la oración y vosotros con el corazón, con la mente, rezad conmigo. “Señor Jesús, te pido por los niños, las niñas, los chicos, las chicas que están viviendo bajo las bombas, que ven esta guerra terrible, que no tienen para comer, que deben huir dejando casa, todo. Señor Jesús, mira estos niños, estos chicos: míralos, protégelos. Son las víctimas de nuestra soberbia, la de los adultos. Señor Jesús, bendice a estos niños y protégelos”. Juntos rezamos a la Virgen para que les proteja: Dios te salve María…

Y así, en silencio como estamos nosotros, recibimos la bendición del Señor: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Y gracias por este encuentro: gracias, gracias. Y no os olvidéis, no os olvidéis: asombrados y agradecidos. Todos juntos: asombrados y agradecidos.