MUJERES IGLESIA MUNDO

Contra

Migrantes, refugiados y caminantes

 Migranti,  profughi  e nuove itineranze  DCM-003
05 marzo 2022

Reflexiones de una teóloga que ha vivido en un asentamiento


Ya sea entre aguas negras y traicioneras o entre guijarros blancos y helados, las calles transitadas por refugiados y migrantes son el espejo de Europa: de su y de su espiritualidad. La imagen que se nos devuelve es la de las pesadillas plasmadas en cuentos de hadas y mitos: la gracia se hace trizas y poco a poco aparece un rostro desfigurado y decrépito. La Europa de los derechos y las Iglesias de la caridad se desmorona: lo dicen los voluntarios que trabajan en las rutas terrestres y marítimas, el Papa Francisco lo repite con creciente angustia y lo reflejan estudios geopolíticos y estadísticos.

¿Por qué repetirlo aquí aun pudiendo rozar la retórica barata? Porque no sería posible hablar de la peregrinación como forma de religiosidad antigua y nueva, del viaje como metáfora de vida e iniciación y de los viajes seculares y de los devotos sin poner al menos un espacio entre palabras, ese espacio representado por los pies heridos de quienes emprenden el camino por causas de fuerza mayor.

Es ante todo una cuestión de honestidad, de limpieza mental, de integridad semántica, como cuando una entrada de diccionario devuelve todos los significados posibles de un término. Sin embargo, existe también otra razón, menos exigente moralmente pero no irrelevante en un discurso religioso: la emulación. Intento centrarme en este aspecto, apoyándome también en mi experiencia, que ha tenido la gracia de desarrollarse en ámbitos nómadas y migratorios.

Tener los pies en más sitios y, especialmente en ciertos sitios, te hace caminar de manera diferente. Al menos esta es la convicción a la que he llegado y que me ha acompañado también en la lectura de los textos cristianos antiguos. Precisamente trato de explicarlo a través de los temas de la itinerancia y la extranjería. A veces el camino en el desierto son experiencias vividas, como el itinerario que compone la Vida de Antonio de Atanasio de Alejandría, o la peregrinación a los lugares bíblicos como en el Diario de Egeria, o el peregrinaje visionario como en El Principito de Antoine de Saint-Exupéry.

En muchos casos, sin embargo, quienes las escribieron son personas que, aunque las han experimentado de forma limitada, han sabido captar su significado a través de los demás y así han hecho de estas experiencias un tesoro interior para sí y para todos. Esto sirve, por ejemplo, para alguien que se ha movido muy poco, pero también para quien lo ha hecho continuamente como es el caso de monjes, escritores y peregrinos. Los han visto, han sido testigos de su debilidad y de la fuerza de su caminar. Diferente, radical y muchas veces violenta es la experiencia de la migración forzada, de no tener un lugar a dónde ir.

Hace varios años la escritora argelina Assia Djebar habló sobre las mujeres inmigrantes en Europa:

Vivir en el umbral de Europa como extranjera, o más bien como “extranjera absoluta”: hoy lo viven las mujeres que emigraron a Europa, las mujeres que vienen del Sur y de tan lejos, las mujeres que son tomadas por analfabetas. Un día llegaron a estas grandes ciudades que las abrumaron y para ellas se abrió la infinitud mientras, a su alrededor, crecía una vorágine de silencio (...) La palabra, en el transcurso de este desplazamiento que es a la vez desplazamiento del cuerpo y del corazón, necesita una maduración bastante larga para resurgir, para renacer. (Estas voces que me asedian ... en los márgenes de mi francofonía, Il Saggiatore).

En un ensayo, Emanuele Trevi rastrea “caminos, peregrinaciones, ritos y libros” en escritos etnográficos entendidos como viajes iniciáticos. Ilustra bien cómo en algunos casos un libro desfigura sus límites convirtiéndose en una experiencia:

Este cortocircuito transforma la obra en un fantasma, en unas huellas no siempre coherentes semejantes al resultado de una explosión. Y nunca, como en este caso, quizás literatura y experiencia se funden en una. (Viajes iniciáticos. Rutas, peregrinaciones, ritos y libros, Utet, edición revisada de 2021).

Prosigue Trevi sugiriendo que no se trata de un mayor o menor contenido de verdad, sino de la capacidad “para imitar el funcionamiento de la memoria, con sus contenidos que reaparecen en la conciencia de modo impredecible, con sus zonas de sombra y su poder prodigioso de interpretación y deformación”.

Todo esto no puede sustituir la acción política y una respuesta eficaz a la emergencia humanitaria. Sin embargo, contribuye a iluminar los caminos de la vida espiritual, en ese cruce de historia y palabra, de pasos e interioridad, de libertad y limitación que la constituyen colocándose del lado de los que aprenden y dando a los demás el título de maestros. Esto creo que también explica por qué la relación entre itinerancia y profundidad, entre caminar y detenerse, es ilustrada de manera ejemplar por personas con una relación parcial con el camino, como Gregorio de Nisa (siglo IV), en la Vida de Moisés o como el caso del rabino Menachem Mendel de Kosk (1787-1859). Lo señalo en aras de la brevedad como señalan los judíos: “arrodillaos, gritad en silencio y danzad inmóviles”.

de Cristina Simonelli
Teóloga, docente de Antigüedad cristiana en la Facultad de Teología de Italia del Norte, Milán y Verona.