MUJERES IGLESIA MUNDO

Las mujeres
en el Anticoncilio

  Le donne all’Anticoncilio  DCM-002
05 febrero 2022

Un volumen de la historiadora y teóloga Adriana Valerio


Podemos partir de un hecho francamente menor para hablar de grandes temas. Y se puede aludir a algo que nos importa hablando de otra cosa. Por ejemplo, hablar del papel de la mujer en la Iglesia en el pasado, pero mirando al presente y, sobre todo, al futuro. Así lo han hecho la historiadora y teóloga Adriana Valerio y sus colegas Angela Russo, Nadia Verdile y Cristina Simonelli en el libro colectivo L’Anticoncilio del 1869. Donne contro il Vaticano i (Carocci editore). Toman un pequeño evento secundario para, en realidad, hablar del Concilio. Explican que el Anticoncilio, (celebrado en el teatro San Carlo de Nápoles el 8 de diciembre de 1869, coincidiendo con la apertura del Concilio Vaticano I) fue una iniciativa de pura oposición, gestionada por masones, librepensadores y figuras en contra del sacerdocio. Duró dos días. El 10 de diciembre, durante la segunda sesión, el Anticoncilio fue disuelto por la fuerza pública.

Fue en pleno Risorgimento. Pío IX, el último papa-rey soberano del Estado papal, convocó el Concilio que envió una señal al mundo entero sobre el dogma de la infalibilidad del Romano Pontífice en materia de fe y moral. Los enemigos de la Iglesia, que la consideraban el último obstáculo para la unificación nacional, leyeron el Concilio en clave política. Y así el diputado garibaldino Giuseppe Ricciardi convocó a todos sus contactos en Italia y en el resto de Europa para que se organizara un contraataque, es decir, un Anticoncilio. Apeló especialmente a las mujeres pensando que serían aliadas naturales en la lucha contra la tiranía y por el triunfo, como solía decirse, “de la verdad y la razón”.

De hecho, en la segunda mitad del siglo XIX ya se había iniciado ese movimiento emancipador de la mujer que pocas décadas después vería los primeros éxitos de las sufragistas. Para Ricciardi y los librepensadores, las mujeres tenían que ser libres de la influencia de las jerarquías eclesiásticas.

Este es el punto de partida para la reconstrucción de Adriana Valerio y las demás historiadoras y teólogas. Centenares de mujeres respondieron al llamamiento de Ricciardi “y pidieron, entre otras cosas, trabajo para todas, educación obligatoria para combatir la ignorancia, el laicismo como garantía de la libertad de conciencia, separación entre Iglesia y Estado y emancipación de la mujer a la que debían otorgársele los mismos derechos del hombre”, escriben. Muchas de ellas eran creyentes que pedían a la Iglesia igual dignidad en cuanto que eran bautizadas como hombres. Instancias y deseos que “fueron rechazados”, subraya Valerio. Como consecuencia, algunas abandonaron la práctica religiosa, pero otras se adhirieron a distintas formas de vida eclesial. Una era Cristina Trivulzio, una patriota e intelectual de Milán. Otra fue la noble napolitana Enrichetta Caracciolo, una religiosa que dejó y que, tras regresar a la vida secular y movida por el ímpetu de Garibaldi, se unió a la iglesia cristiana metodista. Otra fue Amalie von Lasaulx, sor Agustine, admirable enfermera en las guerras germano-danesa y germano-austríaca y directora del hospital de Bonn, quien fue apartada por oponerse al dogma de la infalibilidad y expulsada de su congregación por no retractarse.

La historia de la mujer en el cristianismo y en la Iglesia y en la exégesis femenina ha sido objeto de estudio de Adriana Valerio durante décadas. Siempre con la mirada puesta en el presente, ahora especialmente que está en marcha el proceso sinodal que desembocará en la celebración del sínodo de los obispos previsto para 2023 con un tema absolutamente exigente como es “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”. “El sínodo es una de las grandes ocasiones para implicar a toda la comunidad eclesial. La cuestión de la mujer, en la que subyace el debate sobre los ministerios, es uno de los problemas fundamentales”, apunta Adriana Valerio.

de Francesco Grignetti
Periodista de La Stampa