En la catequesis dedicada a san José el Papa vuelve a denunciar las violencias y las injusticias de las que son víctimas los migrantes

Escándalo de la humanidad

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30 diciembre 2021

Retomando en la audiencia general del miércoles, 29 de diciembre, el ciclo de catequesis sobre san José, el Papa lo propuso como modelo de emigrante perseguido y valiente. Publicamos, a continuación, el texto de la meditación pronunciada por el Pontífice en el Aula Pablo vi .

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy quisiera presentaros a San José como emigrante perseguido y valiente. Así lo describe el Evangelista Mateo. Este pasaje particular de la vida de Jesús, que tiene como protagonistas también a José y a María es conocido tradicionalmente como “la Huida en Egipto” (cf. Mt 2,13-23). La familia de Nazaret ha sufrido tal humillación y experimentado en primera persona la precariedad, el miedo, el dolor de tener que dejar la propia tierra. Aún hoy tantos hermanos nuestros y tantas hermanas nuestras son obligados a vivir la misma injusticia y sufrimiento. La causa es casi siempre la prepotencia y la violencia de los poderosos. También para Jesús sucedió así.

El rey Herodes se entera por los Magos del nacimiento del “rey de los Judíos” y la noticia lo conmociona. Se siente inseguro, se siente amenazado en su poder. Así reúne a todas las autoridades de Jerusalén para informarse sobre el lugar del nacimiento y ruega a los Magos que se lo indiquen con precisión, para —dice falsamente— poder ir él también a adorarlo. Pero al darse cuenta de que los Magos volvieron por otro camino, concibió un plan perverso: asesinar a todos los niños de Belén menores de dos años en cuanto, según el cálculo de los Magos, ese era el tiempo en el que Jesús había nacido.

Mientras tanto, un ángel ordena a José: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle» (Mt 2,13). Pensemos hoy en tanta gente que siente esta inspiración dentro: “Huyamos, huyamos, porque aquí hay un peligro”. El plan de Herodes recuerda al del Faraón de lanzar al Nilo a todos los hijos varones del pueblo de Israel (cf. Ex 1,22). Y la huida en Egipto evoca toda la historia de Israel a partir de Abrahán, que también estuvo allí. (cf. Gén 12,10), hasta José, hijo de Jacob, vendido por los hermanos (cf. Gén 37,36) y que después se convirtió en “jefe del país” (cf. Gén 41,37-57); y hasta Moisés, que liberó a su pueblo de la esclavitud de los egipcios (cf. Ex 1; 18).

La huida de la Santa Familia a Egipto salva a Jesús, pero desafortunadamente no impide a Herodes cumplir su masacre. Nos encontramos así frente a dos personalidades opuestas: por una parte, Herodes con su ferocidad y por la otra parte José con su premura y su valentía. Herodes quiere defender su propio poder, su propia “piel” con una crueldad despiadada, como demuestran también las ejecuciones de una de sus mujeres, de algunos de sus hijos y de centenares de opositores. Era un hombre cruel: para resolver los problemas tenía una sola receta: “quitar de en medio”. Él es el símbolo de tantos tiranos de ayer y de hoy. Y para ellos, para estos tiranos, la gente no cuenta: cuenta el poder y si necesitan espacio de poder, quitan de en medio a la gente. Y esto sucede también hoy: no debemos ir a la historia antigua, sucede hoy. Es el hombre que se convierte en “lobo” para los hombres. La historia está llena de personalidades que, viviendo a merced de sus miedos, tratan de superarlos ejerciendo el poder de manera despótica y practicando inhumanos propósitos de violencia. Pero no debemos pensar que se vive en la perspectiva de Herodes solo si uno se convierte en un tirano, ¡no! En realidad es una actitud en la que podemos caer todos nosotros, cada vez que buscamos espantar nuestros miedos con prepotencia, aunque sea solo verbal o a base de pequeños abusos que se llevan a cabo para mortificar a quien está al lado. También nosotros tenemos en el corazón la posibilidad de ser pequeños Herodes.

José es lo opuesto a Herodes: antes de nada es «un hombre justo» (Mt 1,19), mientras que Herodes es un dictador; además se demuestra valiente al seguir la orden del Ángel. Se pueden imaginar las peripecias que debió afrontar durante el largo y peligroso viaje y las dificultades que comportó la permanencia en un país extranjero, con otro idioma: tantas dificultades. Su valentía emerge también en el momento del regreso, cuando, asegurado por el Ángel, supera los temores comprensibles y con María y Jesús se establece en Nazaret (cf. Mt 2,19-23). Herodes y José son dos personajes opuestos, que reflejan las dos caras de la humanidad de siempre. Es un lugar común equivocado considerar la valentía como una virtud exclusiva del héroe. En realidad, la vida cotidiana de cada persona —la tuya, la mía, de todos nosotros— necesita valentía: no se puede vivir sin valentía. La valentía para afrontar las dificultades de cada día. En todos los tiempos y en todas las culturas encontramos hombres y mujeres valientes, que para ser coherentes con su propio credo han superado toda clase de dificultades, soportando injusticias, condenas y hasta la muerte. La valentía es sinónimo de fortaleza, que junto a la justicia, a la prudencia y a la templanza forma parte del grupo de las virtudes humanas, llamadas “cardinales”.

La lección que nos deja hoy José es esta: la vida nos reserva siempre adversidades, esto es cierto y frente a ellas podemos también sentirnos amenazados, temerosos, pero no podemos superar ciertos momentos sacando lo peor de nosotros, como hace Herodes, sino comportándonos como José, que reacciona al miedo con la valentía de confiarse a la Providencia de dios. Hoy creo que sea necesaria una oración por todos los migrantes, todos los perseguidos y todos aquellos que son víctimas de circunstancias adversas: tanto circunstancias políticas, históricas o personales. Pero, pensemos en tanta gente víctima de las guerras que quiere escapar de su patria y no puede; pensemos en los migrantes que comienzan ese camino para ser libres y tantos terminan en el camino o en el mar; pensemos en Jesús en los brazos de José y María, huyendo, y veamos en Él a cada uno de los migrantes de hoy. Es una realidad, esta de la inmigración de hoy, frente a la cual no podemos cerrar los ojos. Es un escándalo social de la humanidad.

San José,

tú que has experimentado el sufrimiento de quien debe huir

tú que te has visto obligado a huir

para salvar la vida a las personas más queridas,

protege a todos aquellos que huyen a causa de la guerra,

del odio, del hambre.

Apóyalos en sus dificultades,

refuérzalos en la esperanza y haz que encuentren acogida y solidaridad.

Guía sus pasos y abre el corazón de aquellos que pueden ayudarlos. Amén.

Al término de la catequesis, el Pontífice saludó a los varios grupos de fieles presentes invocando la intercesión de María y de san José para que en el nuevo año «cese la pandemia y podamos disfrutar de la paz». y como los precedentes, también la última audiencia general del 2021 se concluyó con el canto del Pater Noster y la bendición apostólica.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. En este tiempo de Navidad, imploremos al Señor Jesús, por intercesión de la Virgen y de san José, que nos conceda la gracia de fiarnos de la Providencia divina en todo momento, y también la valentía de acoger con espíritu cristiano de caridad y solidaridad a todos nuestros hermanos y hermanas que han tenido que huir de su tierra y abandonar sus hogares. Que el Señor nos conceda un año nuevo lleno de sus dones y sus bendiciones. Muchas gracias.