Durante el vuelo de Bratislava a Roma, en la tarde del miércoles 15 de septiembre, el Papa Francisco estuvo con los periodistas que viajaban en el vuelo papal, conversando con ellos y respondiendo a algunas preguntas. El diálogo fue introducido por el director de la oficina de prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, que dio las gracias al Pontífice «por estos días que se abrieron con la adoración eucarística en Budapest y concluido con la celebración y la oración, unida, esta mañana en Šaštín». Entre estos dos momentos, subrayó, «muchas imágenes, muchas palabras, muchos encuentros, y es bonito que se ha podido retomar el encontrarse de persona. Bonita también la participación y la alegría del pueblo de Dios, en estos días». Publicamos a continuación la transcripción de la rueda de prensa.
(István Károly Kuzmányi, de Magyar Kurír): Santo Padre, le agradecemos su visita a Budapest, donde citó al venerable cardenal József Mindszenty, que dijo: “Si hay un millón de húngaros que rezan, no temo al mañana”. Y esta es mi pregunta: ¿por qué ha decidido, después de 21 años, participar como Papa en el Congreso Eucarístico Internacional? Partiendo de este evento, ¿cómo ve el futuro del cristianismo europeo y qué cree que podemos hacer los húngaros por él? Gracias.
Bueno, gracias, muchas gracias. Al principio no se entendía bien: “Pero, ¿sólo viene a la ceremonia, y no nos visita a los húngaros?”, y esto a alguno le parecía mal. No. Yo he explicado que ya estaba planificada la visita a Eslovaquia —la tenía en mente—, y la concreté después. Pero he prometido a vuestro presidente, con el que me encontré —esta es la tercera vez que me reúno con él—, le prometí que vería si podía ir el año próximo, o el siguiente, porque son muchos los valores de los húngaros. Me llamó la atención, por ejemplo, el sentido del ecumenismo que tienen ustedes, con una gran profundidad. Y esto me llamó la atención.
En general, Europa —siempre lo digo, y lo repito— debe retomar los sueños de los grandes, de los padres fundadores de la Unión Europea. La Unión Europea no es —digamos— una reunión para hacer cosas, es un hecho muy espiritual, hay un espíritu en la base de la Unión Europea, que Schuman, Adenauer, De Gasperi, estos grandes soñaron: hay que volver allí. Porque hay un peligro, que la Unión Europea sea sólo una oficina de gestión, y esto no es bueno. Hay que ir directamente a la mística [al espíritu], buscar las raíces de Europa y sacarlas adelante. Y creo que todos los países deben avanzar. Es cierto que algunos intereses, quizá no europeos, intentan utilizar la Unión Europea para la colonización ideológica, y eso no es bueno. No, la Unión Europea debe ser independiente en sí misma, y todos los países al mismo nivel, inspirados en el sueño de los grandes fundadores. Esta es mi idea. Y con ustedes, los húngaros, estuve el año pasado [hace dos años] en Transilvania. ¡La Misa en húngaro fue muy hermosa!
(Bohumil Petrik, de Dennik Standard con RTVS): preguntamos, la vacunación ha dividido a los cristianos, incluso en Eslovaquia. Usted afirma que vacunarse es un acto de amor. Entonces, cuando alguien no se vacuna, ¿cómo lo llamaría? Porque algunos creyentes se han sentido discriminados. También hay diferentes enfoques en las distintas diócesis sobre este punto, incluso antes de su visita, sólo se permitía asistir a sus actos papales a quienes se habían vacunado, luego se cambió, también podían acceder quienes hubieran hecho un test, y así sucesivamente. Y, por eso, quisiéramos saber: ¿Cómo unirnos, cómo reconciliarnos sobre este tema?
Esto es importante. Es un poco extraño, porque la humanidad tiene una historia de amistad con las vacunas. Nosotros de niños, contra el sarampión, contra la poliomielitis. Todos los niños se vacunaban y nadie decía ni “mu”. Luego vino esto. Quizá esta situación se ha generado por la virulencia y la incertidumbre, no sólo de la pandemia, sino también por la diversidad de las vacunas y por la fama de algunas vacunas que no son adecuadas o son poco más que agua destilada. Esto ha creado miedo en la gente. Luego, otros dicen que es un peligro porque con la vacuna te metes dentro [el virus], y tantos otros argumentos que han creado esta división. Incluso en el Colegio de Cardenales hay algunos “negacionistas” y uno de ellos, el pobre, está hospitalizado con el virus. Bueno, la ironía de la vida. Sí, no sé explicarlo bien, algunos lo explican por las diferentes procedencias de las vacunas que no están suficientemente probadas, y tienen miedo. Pero hay que aclarar, precisar y hablar con serenidad de este tema. En el Vaticano todos se han vacunado, excepto un pequeño grupo al que se está estudiando cómo ayudarles.
(Daniel Verdú Palay, de El País): Buenos días, Su Santidad, ¿cómo está? El domingo por la mañana usted se reunió con el Primer Ministro Viktor Mihály Orbán; algunas de sus diferencias en temas como los migrantes, Europa, el nacionalismo son bien conocidas o se pueden entender. Queríamos preguntarle y saber cómo fue la reunión, si tocó el tema de los migrantes, que ahora volverá a ser muy importante con la crisis de Afganistán, y qué piensa de las leyes que su gobierno ha aprobado sobre los homosexuales. Se lo preguntamos porque usted le pidió que no dejara morir a la Hungría cristiana, pero al escuchar sus discursos de estos días parecería que a veces son estas políticas las que matan los valores cristianos.
Muy bien. Yo fui visitado, porque fue el Presidente quien vino a mi encuentro. Tuvo este gesto, esta gentileza. Vino, es la tercera vez que lo encuentro, con el primer ministro y el viceministro, eran tres. Pero habló el Presidente. El primer tema fue la ecología. Realmente chapeau la conciencia ecológica que tienen ustedes los húngaros. Impresionante. Me explicó cómo purifican los ríos, tantas cosas que yo no sabía, y este fue el tema principal. Luego yo le pregunté sobre la media de edad, porque estoy preocupado por el invierno demográfico. En Italia, si no me equivoco, la media de edad creo que es 47 y creo que España está incluso peor. Muchos pueblos vacíos o con una decena de ancianos, es una preocupación seria. ¿Cómo se resuelve? Y allí el Presidente me explicó —siempre el Presidente—, la ley que tienen para ayudar a las parejas jóvenes a casarse y tener hijos. Es interesante. Es una ley que se parece mucho a la francesa pero más desarrollada. Por eso los franceses no tienen el drama que tienen en España y que tenemos nosotros [en Italia], me explicaron esto y le agregaron alguna cosa técnica ambos, el primer ministro y el viceministro, cómo es esta ley y luego, ¿de qué otra cosa hablaron? Sobre la inmigración nada, no se habló. Luego volvimos a la ecología. Sí, la familia, en el sentido que yo preguntaba y se ve que hay mucha gente joven, también en Eslovaquia. Me sorprendió. Muchos niños, muchas parejas jóvenes. Esto es una promesa. Ahora el desafío es encontrar puestos de trabajo para que luego no se vayan fuera, porque si no hay trabajo irán fuera a buscarlo. Así fueron las cosas. Habló siempre el Presidente y ambos ministros agregaron algún dato preciso. Hubo un buen clima y duró bastante, creo que 35, 40 minutos.
(Gerard O’Connell, American Magazine): En primer lugar, nos alegramos de que la cirugía haya dado un resultado maravilloso, usted está rejuvenecido.
Me dijo alguno que quería operarse, no sé quién era, lo había oído. ¡Pero no ha sido algo estético!
(Gerard O’Connell): Santo Padre, usted ha dicho a menudo que todos somos pecadores y que la Eucaristía no es un premio para los perfectos, sino una medicina y un alimento para los débiles. Como bien sabe, en Estados Unidos, especialmente después de las últimas elecciones, pero también desde 2004, ha habido una discusión entre los obispos sobre dar la comunión a los políticos que han apoyado las leyes a favor del aborto y el derecho de las mujeres a elegir. Y, como usted sabe, hay obispos que quieren negar la comunión al Presidente y a otros altos cargos, hay otros obispos que están en contra, hay algunos obispos que dicen: “No debemos utilizar la Eucaristía como arma”. Mi pregunta, Padre: ¿Qué opina de todo esto y qué recomienda a los obispos? Y una segunda pregunta: Usted, como obispo, en todos estos años, ¿ha rechazado la Eucaristía públicamente a alguno de ellos?
No, yo nunca he negado la Eucaristía a nadie, a nadie. No sé si vino alguien que estaba en estas condiciones, pero yo nunca, nunca he negado la Eucaristía. Esto ya desde sacerdote. Nunca he sido consciente de tener delante de mí una persona como usted describe, esto es cierto.
Simplemente, la única vez que tuve algo, un poco simpático fue cuando fui a celebrar la Misa a una residencia de ancianos. Estábamos en el salón y dije: “Los que quieran recibir la comunión que alcen la mano”, y la alzaron todos los viejitos porque todos querían la comunión. Cuando le di la comunión a una señora me tomó la mano y me dijo: “¡Gracias padre, gracias! Soy judía”. Yo dije: “No, también lo que te he dado es judío. Adelante”. Es la única cosa extraña pero la señora había comulgado antes, me lo dijo después.
No. La comunión no es un premio para los perfectos, ¿no? Pensemos en el problema de Port Royal, en el problema de Angélique Arnaud, en el jansenismo: los perfectos pueden comulgar. La comunión es un don, un regalo, la presencia de Jesús en su Iglesia y en la comunidad. Esta es la teología.
Luego, los que no están en la comunidad no pueden recibir la comunión como esta señora judía, pero el Señor ha querido premiarla sin yo saberlo, ¿por qué? Porque están fuera de la comunidad, ex-comunitate, excomulgados se llaman. Es un término duro, que quiere decir que no están en la comunidad porque no pertenecen a ella o porque no están bautizados o se han alejado por algunas cosas.
En segundo lugar, el problema del aborto. El aborto es más que un problema. El aborto es un homicidio. El aborto, sin medias palabras, quien hace un aborto, mata. Tomen ustedes cualquier libro de embriología de los que estudian los estudiantes de la facultad de medicina. En la tercera semana luego de la concepción, muchas veces antes de que la mamá se dé cuenta, todos los órganos ya están allí, todos, también el adn . ¿No es una persona? Es una vida humana, punto. Esta vida humana debe respetarse. Este principio es así de claro.
A quien no puede entenderlo le hago dos preguntas: ¿Es justo matar una vida humana para resolver un problema? Científicamente es una vida humana. Segunda pregunta: ¿Es justo contratar a un sicario para resolver un problema? Esto lo dije públicamente a Jordi Évole, cuando hicimos [la entrevista], lo dije el otro día a la cope [radio católica española] porque quise repetirlo. Y punto. No se debe andar con cuestiones extrañas. Científicamente es una vida humana, los libros lo enseñan. Yo pregunto: ¿Es justo descartarla para resolver un problema?
Por esto la Iglesia es tan dura en este argumento, porque si acepta esto es como si aceptase el homicidio cotidiano. Me decía un jefe de estado que la caída en la edad de la población comenzó con el aborto porque en esos años hubo una ley de aborto muy fuerte que se hicieron, se calcula, seis millones de abortos y esto originó una caída muy grande en la sociedad de ese país.
Ahora, vayamos con la persona que no está en la comunidad. No puede recibir la comunión porque está fuera de la comunidad. Esto no es una pena. No, tú estás fuera. La comunión une a la comunidad. Pero el problema no es un problema teológico, esto es sencillo. El problema es pastoral. ¿Cómo nosotros los obispos gestionamos pastoralmente este principio? Si miramos la historia de la Iglesia veremos que, cada vez que los obispos han gestionado un problema no como pastores se alinearon en la vida política, en el problema político. Por no gestionar bien un problema se metieron en la cuestión política.
Pensemos en la Noche de San Bartolomé: “Herejes, sí. La herejía es gravísima, acabemos con todos”. No. Es un acto político. Pensemos en Juana de Arco, esta visión, pensemos en la caza de brujas, pensemos a Campo de’ Fiori, en Savonarola, en toda esa gente. Cuando la Iglesia para defender un principio no lo hace pastoralmente se mete en el plano político y esto siempre ha sido así. Basta con mirar la historia. Y, ¿qué debe hacer el pastor? Ser pastor y no ir condenando o no condenando, ser pastor. ¿Pero también pastor de los excomulgados? Sí. Y debe ser pastor con él, debe ser pastor con el estilo de Dios y el estilo de Dios es cercanía, compasión y ternura, toda la Biblia lo dice.
Cercanía, ya en el Deuteronomio, en el que dice a Israel: ¿Qué pueblo tiene dioses tan cercanos como tú me tienes a mí? Cercanía, compasión. El Señor que tiene compasión por nosotros. Leamos Ezequiel, leamos Oseas, ya desde el inicio es ternura. Basta con mirar el Evangelio y las cosas de Jesús. Un pastor que no sabe gestionar con el estilo de Dios se resbala y se mete en muchas cosas que no son de pastor.
Para mí… No quisiera particularizar, porque usted ha hablado de Estados Unidos, porque no conozco bien el detalle, doy el principio.
Usted me puede decir: pero si usted es cercano, tierno y compasivo con una persona, ¿le daría la comunión? Esta es una hipótesis. Sí, el pastor sabe qué cosa debe hacer en cada momento, pero como pastor, pero si sale de esta pastoralidad de la Iglesia, inmediatamente se convierte en político. Y esto lo verá en todas las denuncias y condenas no pastorales que hace la Iglesia. Con este principio creo que un pastor puede moverse bien.
Los principios son de la teología, la pastoral es la teología y el Espíritu Santo que te va conduciendo a hacerlo con el estilo de Dios. Yo osaría decir hasta aquí.
Si usted me dice luego si se puede dar o no se puede dar, es casuística. Que lo digan los teólogos. ¿Recuerda usted la tormenta que se armó con Amoris laetitia cuando salió ese capítulo de acompañamiento a los esposos separados, divorciados? “Herejía, herejía”. Gracias a Dios que estaba allí el Cardenal Schonborn que es un gran teólogo y que ha aclarado las cosas.
Pero siempre esta condena, condena. Ya basta con la excomunión, por favor no metamos más excomunión. Pobre gente, son hijos de Dios, están fuera temporalmente pero son hijos de Dios y quieren y necesitan de nuestra cercanía pastoral. El pastor resuelve las cosas como el Espíritu lo dice.
(Stefano Maria Paci de SkyTg24): Buenos días, Santo Padre. Creo, conociéndole, que este mensaje que voy a darle lo considerará una especie de regalo. Sabiendo que estoy volando con usted, me pidió que se lo diera. Me lo envió anoche Edith Bruck, la escritora judía que fue deportada a Auschwitz a la edad de 13 años, ganadora este año del Premio Strega para jóvenes, y usted, insólitamente, fue a su casa en el centro de Roma para conocerla. Es un largo mensaje firmado como “Su hermana Edith”, en el que le agradece sus repetidos llamamientos y gestos contra el antisemitismo en este viaje. Las primeras palabras son: “Querido Papa Francisco, sus palabras acerca de que el antisemitismo nunca será erradicado son hoy más relevantes que nunca, no sólo en los países que visita sino en toda Europa”.
Esto es cierto. El antisemitismo está de moda ahora, está resurgiendo. Es una cosa muy, muy fea.
(Stefano Maria Paci): Usted habló de ello con las autoridades húngaras, y ayer volvió a mencionarlo en la reunión con los jóvenes. Y desde Estrasburgo llegó ayer la noticia de una resolución del Parlamento Europeo que invita a los Estados miembros a reconocer los matrimonios entre personas del mismo sexo y las relaciones parentales que llevan consigo. Santo Padre, ¿cuál es su opinión al respecto?
He hablado claramente sobre esto. El matrimonio es un sacramento. La Iglesia no tiene el poder de cambiar los sacramentos tal y como los instituyó el Señor. Son leyes que intentan ayudar a la situación de muchas personas, de diferente orientación sexual. Y esto es importante, que ayudemos a la gente. Pero sin imponer cosas que, por su naturaleza, no funcionan en la Iglesia. Pero si quieren vivir juntos —una pareja homosexual— los Estados tienen la posibilidad civil de sostenerlos, de darles seguridad de herencia, de salud. Los franceses tienen una ley al respecto, no sólo para los homosexuales, sino para todas las personas que quieran asociarse. Pero el matrimonio es el matrimonio. Esto no significa condenar a las personas que son así, no, por favor, son nuestros hermanos y hermanas. Debemos acompañarlos. Pero el matrimonio como sacramento está claro. Que existan leyes civiles que, por ejemplo, tres viudas que quieren asociarse en una ley para tener el servicio de salud, para tener luego la herencia entre ellas, pero estas cosas se hacen. Se trata de los Pacs franceses, pero nada que ver con las parejas homosexuales; las parejas homosexuales pueden utilizarlo, pueden usarlo, pero el matrimonio como sacramento es hombre-mujer. A veces, en lo que decía, hay confusión. Sí, debemos, todos por igual, respetar a todos; el Señor es bueno y salvará a todos. No lo digas en voz alta [risas], pero el Señor quiere la salvación de todos. Pero, por favor, no hagas que la Iglesia reniegue de su verdad. Muchísimas personas con orientación homosexual se acercan al sacramento de la penitencia y se acercan a pedir consejo a los sacerdotes, y la Iglesia los ayuda a seguir adelante en sus vidas, pero el sacramento del matrimonio no va. Gracias.
(Matteo Bruni): Gracias, Santo Padre.
¡Y gracias! ¿Quieren saber algo bueno de uno de ustedes? Dejaré esto como un pequeño regalo antes de irme. Se ha dicho que esta periodista está disponible las 24 horas del día para trabajar, que siempre deja que los demás vayan primero, ella va después, y que siempre da la palabra a los demás y se calla. Es muy hermoso que digan esto de un periodista, y esto es lo que dice Manuel [José] Beltrán sobre nuestra Eva Fernández. Gracias.