Celebración en el rito caldeo

Memoria de los gestos
de los apóstoles

 Memoria dei gesti degli apostoli  QUO-055
08 marzo 2021

La tarde del 6 de marzo, el Papa Francisco llega a la catedral caldea de San José en Bagdad para celebrar la misa en el rito caldeo: es el primer Pontífice en hacerlo.

El rito comienza con diversas oraciones del siglo I y II, cantadas en árabe, inglés, arameo, kurdo y turcomano. La lengua litúrgica es el siriaco, que proviene del arameo, hablado en una forma moderna por gran parte de los fieles.

La Iglesia caldea en Irak tiene una larga historia de siglos y es la componente mayoritaria entre los católicos del país. El rito caldeo recorre los gestos de los apóstoles recibidos por Jesús: el intercambio de la paz, por ejemplo, está previsto al inicio de la celebración, aunque a causa de las restricciones sanitarias debidas a la pandemia quedó suspendido.

El templo podría hospedar a más de cuatrocientos fieles, pero se admitió a la mitad, en torno a doscientos, distanciados, divididos entre el interior y el patio exterior, donde se instalaron dos pantallas gigantes.

El interior de la catedral está organizado de tal forma que se respetan las tres partes convencionales de las iglesias sirias orientales, pero en estilo moderno: la parte reservada a la asamblea, el coro y el altar, con un antependiente de madera tallada en el centro. En las dos naves laterales se conservan dos iconos de gran valor para los católicos caldeos: el de la Virgen Odighitria del siglo V, que en Oriente es muy venerada y el de san José con la escuadra de carpintero, símbolo de su rectitud.

El Papa propuso el mensaje de las Bienaventuranzas como síntesis de la sabiduría cristiana: « Jesús, la Sabiduría en persona, completa este vuelco en el Evangelio, no en cualquier momento, sino al principio del primer discurso, con las Bienaventuranzas», señaló, subrayando: «El cambio es total. Los pobres, los que lloran, los perseguidos son llamados bienaventurados. ¿Cómo es posible? Bienaventurados, para el mundo, son los ricos, los poderosos, los famosos. Vale quien tiene, quien puede y quien cuenta. Pero no para Dios». En el barrio las medidas de seguridad son altísimas pero el clima de alegría hace olvidar los controles por los que deben pasar, a la entrada, todos los participantes; hay muchos musulmanes esperando a Francisco en el exterior de la iglesia.

En la ceremonia en el centro de Bagdad participaron por sorpresa también el presidente iraquí, el curdo musulmán Barham Salih, con el que Francisco ya se había encontrado en el momento de su llegada al país.

Al finalizar la misa, el cardenal Louis Raphaël Sako, patriarca de Babilonia de los Caldeos, agradeció y saludó al Papa que, una vez dejó la iglesia, regresó a la nunciatura en automóvil.

Desde Bagdad
Silvina Pérez