«Intentemos parar el fundamentalismo a través del soft power de las madres»

Manifestación en Nigeria por la liberación de las estudiantes secuestradas (Ansa)
24 octubre 2020

Hauwa Ibrahim, la jurista que salva a las mujeres usando la lógica de la sharía


En el corazón de la investigación de Hauwa Ibrahim, una de los juristas pro derechos humanos más famosas del planeta, está el poder de las madres para cambiar profundamente la estructura de las injusticias reparándolas.

Su madre había dado a luz a nueve hijos en Hinnah, un pueblo sin electricidad ni carreteras en la parte norte de Nigeria, y obedecía como todas las normas culturales por las que las hijas no tenían que ir a la escuela y, sobre todo, tenían que casarse temprano para dejar de ser una carga en la economía familiar. La relación de Ibrahim con su madre era insólita: «De niña ya era lo contrario de lo que se esperaría de una hija en contextos tradicionales como el mío. Era rebelde, vivaz y divertida. Mi madre reía gracias a mí y a mi alegría. Sin embargo, a los once años me dijo que tenía que olvidarme de los libros y prepararme para la boda con un hombre mayor que yo. Me escapé de casa».

El carácter obstinado de Hauwa Ibrahim fue su gran suerte. Fue acogida en Azare, en el estado nigeriano de Bauchi, en el internado Women Teachers College, donde estudió y se licenció en Derecho gracias al apoyo de un tío materno. Se convirtió en la primera abogada musulmana de Nigeria y comenzó a ejercer. Pero nunca se olvidó de la familia que quedó en el pueblo y de las niñas de su edad que entonces tuvieron que casarse. Por eso, Hauwa Ibrahim se especializó en la sharía, el código legislativo inspirado en el islam. Fue citada con admiración por el «New York Times» cuando en 2002 decidió defender gratis a una condenada a lapidación, la primera de muchas, Amina Lawal Kurami, culpable de haber concebido un hijo fuera del matrimonio: «Era tan evidente la diferencia del peso de la culpa de Amina y del hombre con quien había cometido el delito, que él fue inmediatamente considerado inocente por los jueces solo por haber jurado sobre el Corán», comenta. Así, junto con el colegio de abogados de la Baobab for Women’s Human Rights, elaboró una estrategia defensiva que no se inspiraba en los principios de igualdad de género, sino en los propios de la lógica la sharía. En la corte Hauwa Ibrahim, con algo más de treinta años, convenció al jurado de que el hijo de Amina no fue fruto de esa relación extramarital sino que, según los preceptos de la misma ley religiosa que quería condenarla a muerte, podría haber sido un dormant foetus, un niño concebido con su marido y nacido dos años después. También en Nigeria, Hauwa Ibrahim defenderá y salvará de la muerte a otras 47 mujeres acusadas de adulterio y niños culpables de delitos. Por su labor fue galardonada con el Premio Sájarov del Parlamento Europeo en 2005.

«No es posible cerrar la brecha de género o combatir el analfabetismo sin conocer realmente la cultura de un lugar», me explica por teléfono desde su casa en Roma. Después de haber sido profesora invitada en universidades como Harvard y Yale, Hauwa Ibrahim vive desde hace 8 años en Roma donde imparte el curso Human rights and Social Justice en la Universidad de Tor Vergata englobados en los estudios de Global Governance dedicados al delicado papel de los líderes del futuro. «Explico esto a mis alumnos cuando tratamos de encontrar las herramientas adecuadas para estimular un cambio positivo. Cuando regreso a mi pueblo en Nigeria me quito el traje de profesora universitaria y me convierto en una de ellas. Es decir, me vuelvo pobre y analfabeta, como lo fui en el pasado. Me di cuenta de que no podía llegar con ropa occidental y empezar a discutir con las mujeres para explicarles desde mi cátedra que mantener a las hijas fuera de la escuela está mal. Para cambiar la mentalidad, es necesario mostrar que existe una alternativa concreta preferible a la tradición. Es necesario demostrar a las familias que si envían a sus hijas a la escuela y no orquestan matrimonios precoces para ellas, la familia no solo no se morirá de hambre, sino que se beneficiará». Hauwa Ibrahim perdonó a su madre: «Ella pensó que eso era por mi bien. Ahora entiende que el bien de la familia ha sido mayor gracias a mis estudios y a lo que he logrado hacer».

Madres. Después de salvar a muchas víctimas, a menudo mujeres, de la cárcel o la pena de muerte, Hauwa Ibrahim fundó Mothers without borders, un proyecto para mantener a los jóvenes alejados del extremismo y el fundamentalismo. Y también en este campo experimenta con valentía nuevos caminos, como cuando fue llamada por el presidente de Nigeria en 2012 para buscar a las 276 estudiantes secuestradas en Chibok por el grupo terrorista Boko Haram. Chibok es un pequeño pueblo a pocos kilómetros de la ciudad natal de la abogada, y su conocimiento del humus cultural resultaba crucial: «Estaba sentada a la mesa con soldados y expertos hablando de aviones, drones y servicios de inteligencia, en fin, fuerza dura y pura. Entonces pensé que junto con esta fuerza bruta podríamos utilizar la fuerza blanda, el soft power, de las madres de fundamentalistas ya capturados. Fui a los pueblos a hablar con ellas y muchas pensaban que sus hijos estaban muertos. Les pedí venir a la ciudad conmigo. Recuerdo haber ido a una prisión con una de estas mujeres. Cuando el hijo la vio se echó a llorar y la abrazó, a pesar de ser todo un adulto. Para nuestra cultura, es reprobable que un niño varón pida el abrazo de una madre después de la pubertad porque deben comportarse como hombres. En cambio, este hombre entendió la importancia del amor maternal y gracias a la intervención de su madre comenzó a brindar detalles muy útiles para la búsqueda de las secuestradas». En 2015 Ibrahim aplicó la misma teoría del poder blando de las madres en Jordania, contra el ISIS que reclutaba combatientes entre los jóvenes desesperados en los campos de refugiados.

Hauwa Ibrahim ahora está centrada en educar a las nuevas generaciones: «Debemos abolir la diferencia entre quien enseña y quien aprende. Aprendo mucho de mis estudiantes, aunque reconozco que tienen que luchar con una disminución general de la atención y el crecimiento exponencial de las noticias falsas. Los nuevos líderes deben encontrar nuevas soluciones a los problemas del mundo, pero el enfoque debe variar según la latitud y los antecedentes culturales de las personas. Ahora estamos luchando contra el coronavirus y nos equivocaríamos al pensar que es un tema puramente sanitario porque en las zonas muy pobres de África, el virus no está afectando a sus habitantes, pero está provocando escasez de alimentos por el cierre de las fronteras. Una vez más, son las mujeres las que sufren las peores consecuencias ya que ahora se ven obligadas a caminar muchos más kilómetros que antes para encontrar un mercado donde obtener los alimentos necesarios», explica. Hauwa Ibrahim cultiva un pensamiento flexible para llegar al corazón del cambio positivo, como cuando interpela a los aldeanos nigerianos, no a través de la televisión o la radio, -medios casi inexistentes en muchas zonas-, sino a través de los mismos altavoces que se utilizan para difundir las oraciones. Sus palabras son ideas lógicas que resultan directas y efectivas. Es el poder de la persuasión y la creencia de que el capital humano es «todo sobre lo que tenemos que trabajar».

Por la noche, cierra sus libros de Derecho y abre textos sagrados, incluso la Biblia o el Talmud, o recita las oraciones que aprendió de niña en África. «Encuentro muchas enseñanzas comunes y pocas diferencias», admite. Termina el día con un agradecimiento por estar todavía viva, por haber recibido el privilegio de una misión tan enorme como la de educar a los jóvenes: «Debemos empezar siempre por nosotros mismos, por lo concreto. Tengo dos hijos y les recuerdo constantemente que deben respetar a su madre, novias y compañeros de trabajo. Este es mi poder blando, mi soft power, como madre. Hemos llevado en nuestro seno a nuestros hijos y tenemos el poder de cambiar sus acciones».

de Laura Eduati