En preparación para la Jornada mundial del migrante y del refugiado

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10 septiembre 2020

«Involucrar para promover». Es el tema del vídeo  - el quinto de la serie en preparación a la 106ª Jornada mundial del migrante y del refugiado, que se celebrará el 27 de septiembre - propuesto por el Dicasterio para el servicio del desarrollo humano integral, en particular por su Sección que se ocupa directamente del fenómeno de la movilidad humana.

Es el mismo Papa Francisco quien explica en el vídeo la elección del tema de la cita de este año: «He querido dedicar la Jornada mundial del migrante y del refugiado — afirma — al cuidado pastoral de los desplazados internos. He elegido como lema de mi Mensaje “Como Jesucristo, obligados a huir”, centrando mi reflexión en la experiencia de Jesús niño, desplazado y refugiado, junto con sus padres».

A la imagen del Pontífice le sigue la de un sacerdote de origen asiático que testimonia su experiencia personal de migrante interno. «Todas las dificultades encontradas, el viaje de los desplazados internos, — cuenta — es un camino de vocación para mí…Cuando me ordené sacerdote pude comprender mucho mejor que otras personas, a los desplazados». El Papa, por su parte, subraya cómo «a veces, el entusiasmo del servicio no nos permite ver la riqueza de los demás. Si queremos realmente promover a las personas a quienes ofrecemos asistencia, tenemos que involucrarlas y hacerlas protagonistas de su propio rescate». Personas, por tanto, artífices de la propia emancipación e integración social en el nuevo ambiente al que los desplazados llegan. No por casualidad, mientras retoma la palabra el sacerdote, pasan imágenes de cómics - técnica visual eficaz elegida también para los precedentes vídeos - de personas que tristemente empujan una barca con sus maletas, obligadas a dejar sus casas y su ambiente para encontrar fortuna en otro lugar.

«Ser un desplazado interno — indica el sacerdote —significa perder todo y empezar desde cero. Y cuando digo “todo”, me refiero a nuestras relaciones, nuestros medios de subsistencia, la escuela, nuestras amistades, todo lo que teníamos lo perdimos, así que tuvimos que empezar desde cero». Las viñetas esta vez representan niños obligados a trabajar, rostros tristes y emancipados de personas que caminan casi por inercia hacia un hipotético futuro, grupos de gente que vive en condiciones dramática tanto desde el punto de vista higiénico, como habitacional. «Ser un desplazado interno — retoma el sacerdote —significa que de niño no tenía los mismos derechos o las mismas oportunidades que los niños normales. Por ejemplo, cuando era pequeño, mientras los otros niños jugaban, yo tenía que trabajar para ganarme la vida. Así que trabajaba en el club de golf cargando con las bolsas de los jugadores». Las imágenes ilustran las palabras del joven sacerdote, que se hace “portavoz” de una masa anónima de hombres y mujeres obligados a una precariedad cotidiana: «Todas las dificultades encontradas, el viaje de los desplazados internos, es un camino de vocación para mí. Al ser muy pobres, mi madre no tenía los medios para pagarme una educación, por lo que me envió a vivir a una pensión cerca de una Iglesia católica. Esto fue una buena señal para mí, fue un camino de vocación al sacerdocio. Cuando me ordené sacerdote pude comprender, mucho mejor que otras personas, a los desplazados».

Al margen de estas palabras, se presenta un boceto pintado con la escena de un bautismo de un niño. «Por eso, sé — continua la voz del narrador — que necesitan recibir una buena palabra, necesitan comprensión, especialmente por parte de los líderes de la Iglesia. Cuando les visitaban, cuando estaban con ellos, se sentían muy felices, se sentían protegidos». El vídeo se concluye con las imágenes de la fuga en Egipto de la Sagrada Familia: una invitación a la esperanza y a la consolación.