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Cierta masculinidad que resiste, a pesar de Jesús...

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29 agosto 2020

Frente a la apremiante emancipación femenina, que está llevando a las mujeres a una progresiva liberación de los roles de sometimiento, los hombres se encuentran debilitados y desestabilizados, ya que están privados de las categorías tradicionales de identidad que se apoyaban en tal sumisión.

El llamamiento para un necesario replanteamiento del modelo masculino “obsoleto” transmitido desde el pasado es el hilo rojo que subyace a Jesús, singular masculino (EDB) de la teóloga Simona Segoloni Ruta: un ensayo ágil, dinámico, participativo, que explora de forma pionera la masculinidad, una realidad de estudio muy reciente donde, como escribe la autora, “el cuestionamiento del sistema patriarcal, la liberación de la mujer y la redefinición de la identidad masculina van juntas”. Consciente de la necesidad de establecer una relación auténtica e igualitaria entre hombre y mujer, Simona Segoloni identifica en esa libido dominandi, es decir el deseo de dominar a los demás por parte del hombre, un poder que en realidad le está llevando a la ruina: “Parece que los hombres tienen que perseguir su propia identidad en construcciones sociales que en la antigüedad coincidían con la guerra, luego se trasladaron al dominio paterno y hoy tienden a expresarse de diferentes maneras, pero aún dicen la necesidad de afirmarse en los diferentes ámbitos de la actividad humana, demostrando su capacidad de poder”. Pero hoy, este poder ya no es capaz de imponerse en mujeres conscientes, activas, realizadas: de aquí, ese profundo sentimiento de frustración por parte de los hombres, destinado a llevar al desconcierto y sobre todo a la violencia, ya que “despreciar lo femenino es funcional para afirmar la masculinidad como un no-ser-femenina”. El desafío de este ensayo no es solo fotografiar la realidad con claridad, sino sobre todo ofrecer un modelo alternativo, trazando una visión humanizadora y liberadora de la masculinidad desde la tradición cristiana, cuestionando directamente la experiencia masculina del mismo Jesús “para dejarnos asombrar y desestabilizar”.

Una experiencia que ha rediseñado la masculinidad patriarcal y que da testimonio no del poder, sino del cuidado; no dominio, sino servicio; no grandeza, sino humildad; no autoritarismo, sino sinodalidad. La esperanza es que la Iglesia demuestre ser capaz de abandonar posiciones patriarcales, y esté, como escribe la autora, “dispuesta a reconocer su propio papel, a pesar de sí misma y contra todas las intenciones, en el sistema sexista global”, disponiéndose “a nuevas lecturas de la evangelio en vista de la redefinición de la masculinidad y la feminidad, para construir justicia y paz”.

de Elena Buia Rutt