Presentado el documento elaborado por la Mesa interdicasterial sobre la ecología integral a cinco años de la «Laudato si’»

Próxima adhesión de la Santa Sede a la enmienda de Kigali al Protocolo de Montreal para combatir el agujero de la capa de ozono

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18 junio 2020

El anuncio del secretario para las Relaciones con los Estados


Es un placer para mí estar aquí con vosotros para la presentación del texto “En camino hacia el cuidado de la casa común – A cinco años de la Laudato si’”, elaborado por la Mesa Interdicasterial de la Santa Sede sobre ecología integral, que comenzó este trabajo en 2018, cuando recibió la aprobación del Santo Padre, a quien tuve el privilegio de entregar la primera publicación ayer por la tarde.

Puede ser interesante repasar brevemente la génesis de este texto, cuyo principal objetivo, conviene subrayar, no es duplicar la Laudato si’ a través de reflexiones de valor ético ya bien desarrolladas en la propia encíclica.

Los objetivos del texto, son de hecho, diversos y múltiples:

- Relanzar la riqueza del contenido de una encíclica que, aunque acaba de cumplir cinco años, sigue siendo de gran actualidad, como lo demuestra aún más la situación mundial provocada por la pandemia de covid-19.

- Ofrecer orientación sobre la lectura de la encíclica, promoviendo los elementos operacionales que surjan de sus reflexiones y minimizando el riesgo de malentendidos.

- Fomentar la colaboración entre los dicasterios de la Curia Romana y las instituciones católicas que participan en la difusión y aplicación de la Laudato si’, valorando al máximo sus numerosas sinergias.

El libro que tenéis ante vosotros es, de hecho, el fruto del trabajo colegiado de numerosas entidades que trabajan dentro de la Santa Sede y la Iglesia Católica, a las que damos las gracias. La Mesa Interdicasterial de la Santa Sede sobre ecología integral ha contado con la colaboración de muchas realidades, además de las que están representadas en esta conferencia de prensa. Puedo citar por ejemplo la Congregación para la Doctrina de la Fe, el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, el Dicasterio para la Comunicación, los Consejos Pontificios para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, para el Diálogo Interreligioso, para la Cultura, para la Promoción de la Nueva Evangelización, las Academias Pontificias de Ciencias y de Ciencias Sociales, el Sínodo de los Obispos, numerosas Conferencias Episcopales, a menudo representadas por sus reuniones internacionales, como SECAM para África, FABC para Asia, FCBCO para Oceanía, CELAM para América Latina, CCEE y COMECE para Europa, las Uniones Internacionales de las y de los Superiores Generales, algunas redes de organizaciones no gubernamentales como la CIDSE.

Además de la participación de las instituciones antes mencionadas, también se involucraron las nunciaturas apostólicas, a las que se pidió que dieran indicaciones sobre buenas prácticas y modelos operativos para la aplicación de la Laudato si’ que hubieran sido realizadas en sus países por las realidades locales relacionadas con la Iglesia Católica.

Sólo esta larga lista pone de relieve el intenso trabajo que ha llevado a la redacción de un texto que ha visto la sucesión de numerosos borradores y que se ha enriquecido cada vez más en contenido, manteniendo ,sin embargo, una dimensión simple, concisa y orientada a la acción, y permaneciendo anclado en el enfoque en el que se centra la encíclica: el de la ecología integral.

A este respecto, se ha intentado ofrecer al lector respuestas a una pregunta que aparece en la conclusión del texto: “¿Y nosotros qué debemos hacer?”, ajustándose al enfoque de Laudato si’ al tener en cuenta una amplia gama de situaciones que van desde la vida cotidiana de la economía nacional hasta las consecuencias para la comunidad internacional.

En relación con este último aspecto y como una prueba más de este compromiso, me complace informaros de la próxima adhesión de la Santa Sede a la Enmienda de Kigali al Protocolo de Montreal relativo a las sustancias que empobrecen la capa de ozono, instrumento destinado a combatir tanto el problema del llamado “agujero de la capa de ozono” como el fenómeno del cambio climático. Un instrumento que va en la dirección deseada por el Santo Padre, cuando afirma en Laudato si’, en el n. 112, que “la libertad humana es capaz de limitar la técnica, orientarla y ponerla al servicio de otro tipo de progreso, más sano, más humano, más social, más integral”.

Queridas Excelencias, Señoras y Señores:

La pandemia de la covid-19 nos empuja aún más a hacer de la crisis socioeconómica, ecológica y ética que estamos viviendo un momento propicio para la conversión y para la toma de decisiones concretas e impostergables, como bien se evidencia en el texto que tenéis ante vosotros.

Para ello, necesitamos una propuesta operativa, que en este caso es la ecología integral. Como se indica en el texto, esta requiere una “visión integral de la vida para elaborar lo mejor posible políticas, indicadores, procesos de investigación e inversión, criterios de evaluación, evitando concepciones erróneas del desarrollo y el crecimiento” (pág. 9); una “visión de futuro, que debe concretarse en los lugares y espacios donde se cultivan y transmiten la educación y la cultura, se crea conciencia, se forma la responsabilidad política, científica y económica y, en general, se actúa responsablemente” (pág. 11).

Esto representa un reto exigente, pero también una oportunidad muy actual para “diseñar y construir juntos un futuro que nos vea unidos en la custodia de la vida que se nos ha dado y en el cultivo de la creación que nos ha sido confiada por Dios para que la hagamos fructificar sin excluir ni desechar a ninguno de nuestros hermanos y hermanas” (pág. 16). Es una tarea compleja y llena de escollos dictada por la dificultad de que prevalezcan los intereses comunes sobre los particulares, de reconocer que “el todo es superior a la parte” (Evangelii gaudium, n. 237). Se trata de una tarea que requiere un “diálogo honesto y coherente sobre el bien común, capaz de potenciar el multilateralismo y la cooperación entre los Estados y destinado a evitar los peligros de la explotación política y económica” (pág. 219). Cooperación multilateral que, es bueno repetir, es necesaria pero no suficiente para dar una respuesta adecuada, integral e inclusiva al gran y estimulante desafío que enfrenta nuestro tiempo y que debe ser abordado con urgencia.

Nuestro deseo es que este texto pueda ser una contribución eficaz a la formulación de esta respuesta.

                                    De Paul Richard Gallagher