La iniciativa solidaria de las Villas Pontificias de Castel Gandolfo con la limosnería apostólica

Cada mañana para los pobres la leche fresca de la “granja del Papa”

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05 mayo 2020

Cada día los pobres de Roma reciben doscientos litros de leche fresca -y también algunos paquetes de yogures- que la granja de las Villas Pontificias de Castel Gandolfo entrega con puntualidad al Cardenal Konrad Krajewski por la mañana, antes de las 7 a.m., directamente al Vaticano. Precisamente en la Via del Pellegrino, justo delante de la redacción de L’Osservatore Romano.

“Estamos dando vida a esta iniciativa de solidaridad en respuesta a los llamamientos del Papa Francisco que, desde el inicio de la emergencia causada por la pandemia, nos recuerda que no se puede dejar solos a los pobres”, explica el director de las Villas Pontificias.

“Donar una parte de la leche que se produce cada día en la ‘granja del Papa’ -apunta- es una señal muy concreta para relanzar la invitación del Papa a no permanecer cerrados, abriéndonos generosamente a las necesidades de las personas más pobres y solas, especialmente en estos tiempos difíciles”.

Además, el director confía que se empezó a donar leche “justo cuando nos acercábamos al 13 de marzo, es decir, en el séptimo aniversario de la elección de Francisco: por nuestra parte no podría haber mejor ‘regalo’ para el Papa que prestar un servicio continuo a las personas que necesitan ayuda fraternal”.

Y así, explica el director, “a través del presidente y el secretario general de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano - el cardenal Giuseppe Bertello y el obispo Fernando Vérgez Alzaga - nos dirigimos al cardenal Almsman para entregarle un suministro diario de leche - doscientos litros, precisamente - destinada en parte a los Museos Vaticanos, cerrados desde el 9 de marzo”.

Obviamente, asegura al director, “la granja de las Villas Pontificias seguirá garantizando la leche a los pobres asistidos por la Limosnería Apostólica incluso cuando la emergencia haya terminado”.

Cada día, dice, “la granja produce unos 800 litros de leche, la mitad de los cuales se venden en el Annona - el pequeño ‘supermercado’ vaticano que siempre está abierto - mientras que la otra mitad recién ordeñada se transforma, en la histórica lechería de Castel Gandolfo, en yogur, quesos frescos y añejos que también se venden en el Vaticano”.

Este gesto de solidaridad -señala de nuevo el director, recordando también la continua atención a Cáritas de Albano y a algunos institutos religiosos de la zona de Castel Gandolfo- forma parte del carácter “de servicio” de las Villas Pontificias, que se están convirtiendo cada vez más en “un modelo de ecología integrada en el respeto del medio ambiente, el hombre y los animales”. En resumen, “un ecosistema que tiene una visión económica y social armoniosa” en línea con la encíclica Laudato sí.

Un modelo pequeño y grande, entonces. Pero “para la granja del Papa” no podía ser de otra manera, dice el director. Conscientes de que las Villas Pontificias -que, además, asumen, a través de la experiencia de los Museos Vaticanos, cada vez más la dimensión de “polo cultural” como un verdadero “patrimonio de la humanidad”- tienen la misión de poner en marcha una estrategia “que no persiga exclusivamente el beneficio, sino que tenga en su centro el respeto a la creación: los hombres, los animales, el medio ambiente”.

Con sus 54 empleados, de hecho, la granja -concluye el director- confirma que es realmente posible lograr una economía no egoísta, una economía solidaria, a escala humana y para el hombre, que sea más justa, fraternal, sostenible y con un nuevo protagonismo de los excluidos de hoy. Tal como enseña el Papa Francisco. (giampaolo mattei)