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MUJERES IGLESIA MUNDO

La Otra Mitad

Milán, las religiosas que transforman las periferias en lugar de encuentro

05 julio 2025

Las afueras de una gran ciudad como Milán suelen ser escenario de distintas emergencias que pueblan las páginas de los diarios y alarman a la opinión pública: casas ocupadas, inmigrantes no integrados, bandas de adolescentes, grandes y pequeños delitos... Sin embargo, rara vez se habla del papel fundamental, a menudo silencioso, que tienen algunas mujeres en la integración entre diferentes nacionalidades y generaciones en estas zonas.

Frente a un puesto del mercado, esperando en la parada del autobús o haciendo cola en el pediatra, a partir de un pequeño detalle de la vida cotidiana, empezamos a contar nuestra propia historia y descubrimos que estamos más cerca de lo que imaginábamos. Entre estas mujeres de las afueras, aún menos conocidas, también hay algunas consagradas. Daré solo dos ejemplos. En el barrio de Baggio, tres Hermanas de la Anunciación, dos maestras de escuela primaria y una trabajadora social, hijas espirituales de San Carlos de Foucauld, han vivido en un edificio de viviendas sociales durante cinco años. Al otro lado de la ciudad, en el barrio de Quarto Oggiaro, el pasado mes de septiembre se instalaron las Hermanas de la Adoración del Santísimo Sacramento, monjas benedictinas de clausura.

En la diversidad de sus vidas, estas mujeres consagradas despiertan la compasión de quienes las conocen, en primer lugar, de los niños que rezan con ellas y por ellas, pero también de muchas personas que se ofrecen para algún servicio útil a sus comunidades o para un almuerzo compartido.

Estas presencias femeninas, tan diferentes de la idea común de mujer, tan distintas entre sí, y sin embargo, tan unidas en la entrega de sus vidas a Cristo, nos permiten derribar barreras sociales y culturales que a veces parecen insuperables. Vale la pena contar dos episodios. Una tarde, las monjas benedictinas se reunieron con una veintena de madres musulmanas. Tras un relato mutuo de sus historias de vida, surgieron las preguntas más íntimas: “¿Cómo viven los celos entre ustedes?”; “¿por qué llevan un anillo en el dedo?”; “¿qué significa para ustedes también llevar velo?”. Una familiaridad inesperada.

A pocos kilómetros de distancia, las Hermanas de la Anunciación, entre los muchos encuentros cotidianos e inesperados, prepararon una visita con algunas voluntarias universitarias a la casa de una señora muy abandonada que muchas veces paseaba por la calle en pijama. Para esa ocasión, la señora se sintió tan honrada que fue a la peluquería y también compró tres vasos para ofrecer té a sus invitadas. Estuvieron juntas toda la mañana. Las urgencias de los suburbios persisten, pero son menos urgentes con estas mujeres que dan su vida por abrir nuevos caminos de diálogo y encuentro. Son caminos que solo las mujeres saben escribir.

de Pierluigi Banna
Sacerdote de la Diócesis de Milán, Patrólogo