· Ciudad del Vaticano ·

Editorial

León XIV: la Inteligencia Artificial grabada en su nombre

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19 mayo 2025

Lucio Adrián Ruiz*

“…pensé tomar el nombre de León XIV. Hay varias razones, pero la principal es porque el Papa León XIII, con la histórica Encíclica Rerum novarum, afrontó la cuestión social en el contexto de la primera gran revolución industrial y hoy la Iglesia ofrece a todos, su patrimonio de Doctrina Social para responder a otra revolución industrial y a los desarrollos de la inteligencia artificial, que comportan nuevos desafíos en la defensa de la dignidad humana, de la justicia y el trabajo.”Esto implica un importante significado para la Iglesia. Con ese gesto, el nuevo Papa expresa su deseo de leer con mirada evangélica los signos de los tiempos y de asumir, desde la fe, los desafíos sociales, culturales y tecnológicos del mundo contemporáneo. En sus primeros discursos, León XIV ha dejado entrever su horizonte pastoral: la inteligencia artificial y sus implicancias sobre la dignidad de la persona humana, la justicia social, el futuro del trabajo y los desafíos de la evangelización en la cultura digital.

La inteligencia artificial

Aunque el desarrollo de la IA comenzó hace décadas, su aceleración vertiginosa en los últimos tiempos ha planteado interrogantes profundos. Las máquinas que procesan lenguaje, razonan y deciden de forma autónoma ya no pertenecen a la ciencia ficción: son parte cotidiana de la vida humana, transformando industrias, modos de comunicación, de educación, de acceso a la salud, las relaciones humanas y las cuestiones laborales, entre otros.

León XIV ha hecho suya esta preocupación, y ha convocado a la Iglesia a participar activamente en la configuración ética y social de este cambio: “responder a otra revolución industrial y a los desarrollos de la Inteligencia Artificial”.

Lejos de caer en un tecno pesimismo, el Papa ha subrayado la necesidad de reconocer tanto las oportunidades como los riesgos que la inteligencia artificial implica. La revolución tecnológica puede ser oportunidad o pérdida, inclusión o exclusión. Por eso ha insistido en que es indispensable garantizar un desarrollo justo, que no deje a nadie atrás. Para ello, será clave reformar también el sistema educativo, social y laboral, permitiendo que las personas se capaciten, se reconviertan y participen activamente en los nuevos entornos digitales.

En este sentido, el Papa ha afirmado que “la inteligencia artificial con su potencial inmenso requiere, sin embargo, responsabilidad y discernimiento para orientar los instrumentos al bien de todos, de modo que puedan producir beneficios para la humanidad. Y esta responsabilidad nos concierne a todos, de acuerdo a la edad y a los roles sociales.”

La Doctrina Social hacia la cultura digital

La cultura digital ya no es una dimensión periférica de la vida humana, sino un ámbito integral que configura nuestras relaciones, percepciones y búsquedas más profundas, incluyendo la fe.

Así lo reconoce el Sínodo de los Obispos sobre la Sinodalidad cuando llama a superar el falso dualismo entre lo real y lo virtual, y a comprender que hoy lo físico y lo digital se entrelazan.

La Iglesia está llamada a leer este fenómeno como un nuevo signo de los tiempos. Para Papa Francisco el mundo digital no es solo una herramienta sino un nuevo espacio a ser habitado, donde millones de personas, especialmente jóvenes, buscan sentido, pertenencia y sentido. Allí donde habitan los pueblos y sus lenguajes, especialmente los que están en las periferias existenciales, también debe resonar el Evangelio.

Esta nueva realidad plantea desafíos, como la fragmentación, la desinformación y la soledad, pero también abre una enorme oportunidad para la misión y el diálogo. Por esto el llamado del Sínodo es claro: dedicar recursos, coraje, creatividad y discernimiento pastoral para hacer del ambiente digital un lugar profético, capaz de anunciar la Buena Nueva.

Desde la perspectiva de la Doctrina Social de la Iglesia, este proceso requiere integrar valores fundamentales como la dignidad humana, que debe “ponerse en el centro” ante una lógica algorítmica que puede difuminarla o negarla; el bien común, que exige estructuras digitales inclusivas; la solidaridad, que impulsa una cultura del encuentro también en redes; y la subsidiaridad, que alienta a los creyentes a ser sujetos activos en su vida también digital. Así como León XIII supo ofrecer una respuesta evangélica a los cambios del mundo industrial, hoy León XIV puede reconocer que la cultura digital es un nuevo areópago que puede ser evangelizado, habitado y transformado. Una espiritualidad del buen samaritano nos inspira a no pasar de largo frente a quienes sufren, están solos o desorientados en estos nuevos caminos digitales. El desafío no es solo técnico o moral, sino profundamente humano y pastoral.

La misión de la Iglesia en el siglo XXI pasa también por estar presente, con coraje, discernimiento y esperanza, en los lugares donde hoy se juega la vida de las personas. Y eso incluye también de manera el mundo digital, especialmente en el desarrollo de la Inteligencia Artificial .

Continuando la misión en la era digital

León XIV se muestra atento a los signos de los tiempos, comprometido con una Iglesia en salida y donde la reforma sinodal (caminar juntos, como Pueblo de Dios, escuchando) sea el centro de todo proceso de cambio.

Su nombre nos remite a una Iglesia que supo leer la revolución industrial con voz profética. Su palabra hoy nos interpela a hacer lo mismo frente a la revolución digital. No se trata solo de adaptarse a la tecnología, sino de habitarla con responsabilidad, como cultura, y así evangelizarla desde dentro, defendiendo la dignidad humana y ofreciendo criterios claros para que la innovación no se convierta en exclusión.

La Inteligencia Artificial está transformando no sòlo el modo en que trabajamos, sino también cómo aprendemos, accedemos a la salud, nos informamos, participamos de la vida pública y nos relacionamos.

Sus aplicaciones pueden facilitar la inclusión educativa, de la salud, de acceso a la información, entre muchos otros. Pero también pueden acentuar desigualdades si no se orientan con criterios éticos y humanizadores.

La Doctrina Social de la Iglesia puede ofrecer un marco para discernir estos procesos con esperanza y responsabilidad. En esta nueva etapa, los primeros llamados de León XIV se presentan claros: discernir con esperanza, actuar con justicia y evangelizar con sabiduría.

Una Iglesia que sepa habitar el presente, convencida de que también en las redes, en los algoritmos, en los entornos digitales y en los ámbitos creados por la IA, resuena el clamor del Evangelio y la promesa de una humanidad más digna y fraterna.

*Secretario del Dicasterio para la Comunicación