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Sueldos desiguales, maternidad mitificada: el peso del género en las instituciones católicas

 Stipendi impari, maternità mitizzata: il peso del genere nelle istituzioni cattoliche  DCM-005
03 mayo 2025

Tuve la suerte de ganarme la confianza de una mujer, profesora de una universidad católica. El día que se anunció su ascenso a directora de departamento, un colega se le acercó y le dijo: “No voté por ti porque me parece inaceptable que una mujer me dé órdenes”. En otro contexto, otra mujer me cuenta que descubrió que en la institución católica en la que trabaja –con la misma formación, puesto y carga de trabajo– las mujeres cobran menos que los hombres.

Estos son solo dos ejemplos de una tendencia que hay que combatir y es la de la aparente aceptación de la presencia de la mujer en la vida pública de la Iglesia y de la sociedad, mientras que la realidad encierra un rechazo mal disimulado. Las mujeres no son mejores que los hombres. Tampoco son más capaces de escuchar, mediar o cuidar solo porque sean mujeres. Conozco hombres que son muy capaces de escuchar y de preocuparse y mujeres que son ambiciosas y despiadadas. Y viceversa, por supuesto. Ofrecer igualdad de oportunidades no es una cuestión de conveniencia, sino de justicia. Por tanto, necesitamos en el ámbito laboral y pastoral aprender a mirar a las personas más allá del género, la etnia, la edad o la condición social, para ver en cada uno y en cada una ese don único que solo esa persona pueda ofrecer a la comunidad cristiana y a la sociedad. Por supuesto, para poder hacer esto, es necesario entrenarse en el arte de tomar decisiones basadas en la realidad, es decir, en el discernimiento. Sin embargo, la devaluación del trabajo de las mujeres es solo una parte del problema. El otro, igualmente peligroso pero contrario, consiste en la idealización de su figura. Un ejemplo llamativo de este mecanismo se refiere al tema de la maternidad. Sus víctimas son tanto las mujeres que la desean como aquellas que, por diversas razones, no la han elegido. El mito de la maternidad pesa terriblemente sobre los hombros de las madres reales, fomentando ansiedad y un sentimiento de incompetencia. Y sobre las demás pesa la carga de tener que justificar continuamente la elección o la necesidad de no tener hijos.

El documento final del Sínodo recuerda, entre otras cosas, la importancia de ayudar a los creyentes a no idealizar la figura del obispo y a acogerlo en su humanidad hecha de méritos y fragilidades. Esperamos que esta misma conciencia nos ayude, progresivamente, a hacer lo mismo con todos los seres humanos: dejar de lado categorías y estereotipos para acoger a todos y cada uno con sus características únicas, en su realidad.

de Linda Pocher
Hija de María Auxiliadora, teóloga

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