La semilla sagrada y la rebelión contra el poder

Con la cita colocada en el epígrafe, el director Mohammad Rasoulof aclara el carácter alegórico de la película The Seed of the Sacred Fig (La semilla de la higuera sagrada). Perseguido por el régimen iraní y arrestado varias veces, Rasoulof vivía en una isla al sur de Irán donde crecen higos sagrados: árboles que brotan de otras plantas a partir de semillas dejadas caer por los excrementos de los pájaros. Cuando sus raíces llegan al suelo, estrangulan al árbol huésped. La higuera sagrada se convierte así en símbolo de todo poder que mata.

Ganadora del Premio Especial del Jurado en el Festival de Cine de Cannes 2024, la película es una película instantánea sobre el movimiento “Mujer, Vida Libertad” y cuenta la historia de una familia cuyo equilibrio se tambalea cuando el padre Iman (que significa fe en persa) es ascendido a juez, un papel que lo obliga a firmar sentencias de muerte sin haber estudiado los archivos judiciales. La esposa intenta apoyar a su marido, esperando que el nuevo rol beneficie a la familia tanto económicamente como en términos de estatus social. En cambio, las hijas se rebelan contra su padre y el sistema autocrático que representa. Ellas están implicadas en las protestas por la muerte de Mahsa Amini, la joven kurda arrestada en septiembre de 2022 por la policía religiosa iraní porque llevaba incorrectamente el hiyab, y que murió después de tres días en coma como consecuencia de los golpes que recibió. La madre mediará en los conflictos, intentando comprender la realidad que oculta la televisión estatal.

La película muestra los contrastes entre la teocracia y la modernidad, representados respectivamente por el padre y las hijas. Para Iman, la religión es ley y la ley es orden. Es normal que las mujeres jóvenes utilicen VPN, una red privada virtual e Instagram y vean qué hay más allá del muro de propaganda. El acontecimiento que provocará un cataclismo en el precario equilibrio familiar es la desaparición del arma del padre. La película, rodada mayoritariamente en interiores, alterna primeros planos (muy depurados) y algunas imágenes reales realizadas con smartphones. La obra nos lleva, a través de una escalada emocional, desde el microcosmos familiar hasta las protestas. Y, como afirma el director, también quiere ser una denuncia de la posición de aquellos sectores del entorno artístico, no solo iraní, subordinados al poder político.

Rasoulof parece reiterar que, en un régimen autoritario, donde el acoso también se extiende dentro del círculo familiar, la rebelión nunca será completamente sofocada. El director está convencido, sin embargo, de que la liberación no llega a través de la violencia, porque “la característica más importante de la lucha de las mujeres en Irán es el hecho de que rechazan cualquier forma de violencia”.

de Patrizia Rossi
Delegada nacional de los Cinefórums juveniles salesianos

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