En la plaza de San Pedro, el último abrazo del mundo al Pontífice.

«Ahora te pedimos que reces por nosotros y que desde el cielo bendigas a la Iglesia.»
«Y ahora, comencemos este camino: obispo y pueblo. Este camino de la Iglesia de Roma, que preside en la caridad a todas las Iglesias.»
Aquel llamamiento pronunciado por Francisco la tarde de su elección, el 13 de marzo de 2013, desde la Loggia de la Bendición de la basílica vaticana, es el epígrafe más elocuente de las imágenes del coche fúnebre blanco que esta mañana ha transportado el féretro del Papa por las calles del centro de la ciudad, entre dos alas de multitud agolpada tras las vallas a lo largo del recorrido desde San Pedro hasta Santa María la Mayor.
Al final, como al inicio de su pontificado, ha tomado forma visible aquel deseado «camino de obispo y pueblo», el santo Pueblo de Dios, como solía llamarlo el Papa “venido del fin del mundo”, recorrido juntos en los doce años del ministerio petrino de Bergoglio.
Ciento cincuenta mil personas - entre romanos, fieles llegados de todo el mundo y también turistas de paso por la Urbe en este tiempo pascual— se han sumado a los doscientos cincuenta mil que habían orado ante el féretro durante los tres días de exposición del cuerpo del Pontífice difunto en la basílica vaticana, y, sobre todo, a los doscientos cincuenta mil que esta mañana, sábado 26 de abril, han participado conmovidos en las exequias, presididas por el cardenal decano Re en una plaza de San Pedro bañada por un cálido sol primaveral.
Durante la homilía, el purpurado ha subrayado el primado de la misericordia y de la alegría del Evangelio en el pontificado de Francisco, expresando la gratitud en nombre de todos:
«Ahora te pedimos que reces por nosotros y que desde el cielo bendigas a la Iglesia.»
Entre los presentes, abrazados bajo la columnata de Bernini, se encontraban personas humildes y sencillas, así como delegaciones de alto rango compuestas por jefes de Estado y de Gobierno, entre ellos los presidentes de los Estados Unidos de América y de Ucrania, Donald Trump y Volodímir Zelenski, que se encontraron en el interior de la basílica antes del inicio del rito, abriendo una esperanza de paz.
Como sucedió durante los 47 viajes internacionales de Francisco, innumerables personas se han situado a lo largo de los seis kilómetros del itinerario recorrido por el vehículo fúnebre hasta llegar a la plaza de Santa María la Mayor.
Allí, en el interior de la basílica Liberiana, el féretro del obispo de Roma se ha detenido ante el icono de la Salus Populi Romani, como en un último saludo de Bergoglio a la Virgen, antes de su sepultura en el más antiguo templo mariano de la cristiandad occidental.