
“Hay cosas delante de nuestros ojos que ni vemos. Esa es la tragedia”. Una vez más en Francia, todo el mundo interpela a Sor Véronique Margron tras la conmoción provocada por las denuncias de presuntos abusos cometidos en el colegio católico Notre-Dame-de-Bétharram, en los Pirineos Atlánticos. Y la presidenta de la Conferencia de Religiosos y Religiosas de Francia, la CORREF, habla claro como siempre. Ante las más de 150 denuncias de ex alumnos del instituto, la ministra de Educación, Elisabeth Borne, anunció un plan de lucha contra la violencia en las instituciones privadas concertadas con el Estado que se divide en tres puntos: 1) organizar la denuncia sistemática de los episodios de violencia, 2) recoger mejor las opiniones de los estudiantes, 3) reforzar los controles en la educación privada contratada. Para garantizar, aseguró, “que este tipo de violencia no vuelva a ocurrir nunca más”.
El escándalo es enorme. Decenas de exalumnos del colegio católico de los Pirineos Atlánticos denunciaron malos tratos y violencias sexuales y/o físicas perpetradas por el personal del centro a lo largo de varias décadas. Marc Aillet, obispo de Bayona-Lescar-Oloron, ha reconocido “el sufrimiento de las víctimas”. Se creará una comisión de investigación independiente que se ocupará de los actos cometidos en el colegio de Bétharram por religiosos, pero también por laicos. Sus conclusiones serán públicas. Pero mientras tanto, son las voces femeninas las que agitan las conciencias y no dejan de presionar para que nada se silencie.
Desde hace cinco años, Véronique Margron se dedica a escuchar a las víctimas de violencia sexual en el seno de la Iglesia. Tras el informe de la Comisión Independiente sobre Abusos Sexuales en la Iglesia (CIASE), continuó concienciando al público sobre el drama de los menores víctimas de abuso. En respuesta a las preguntas de los periodistas, subrayó que el asunto Bétharram es posible porque “vemos sin ver, oímos sin oír, en resumen, minimizamos colectivamente”.
“O bien miramos hacia otro lado socialmente, o nos decimos que no es asunto nuestro, o lo minimizamos. Y lo he visto en muchos otros lugares además de Betharram, a veces a menor escala, pero es el mismo fenómeno: los niños hablan, los niños siempre han hablado y no se les ha escuchado cuando hablan”, añadía. La psicóloga Lorraine Angeneau, profesora del Instituto Católico de París (ICP) y exmiembro de la junta directiva de la Autoridad Nacional Independiente para el Reconocimiento y la Reparación (INIRR), asegura: “Nuestra responsabilidad colectiva es poder dar fe de que lo ocurrido ha sido criminal y aterrador con el fin de preservar la libertad para declarar”.
de Federica Re David