
“Una mujer fuerte, ¿quién la hallará?” A finales de enero, en la Biblioteca Apostólica Vaticana se dieron cita varias mujeres fuertes y virtuosas. Y como en el poema bíblico [Proverbios 31,10-31], estas mujeres han sido capaces de marcar la diferencia, son apreciadas y están abiertas a los signos de los tiempos. Influyentes y estratégicas por los resultados alcanzados en los campos en que operan, comparten un común denominador: hacer el bien de los demás. Son mujeres religiosas cuyas vidas cuentan las historias de importantes logros femeninos alcanzados a base de preparación y compromiso, como señala Jane Wakahiu - de las Hermanitas de San Francisco, nacida en Nairobi y criada en un pequeño pueblo rural de Kenia- que es hoy vicepresidenta asociada de operaciones de programas y responsable de la iniciativa de las religiosas católicas en la Fundación Conrad N. Hilton.
Procedentes de todo el mundo, participaron en una conferencia mundial organizada con ocasión del Jubileo por el Dicasterio para la Comunicación en el salón Sistino magníficamente decorado y bajo el fresco sobre el Concilio de Nicea, el primer concilio ecuménico de la historia de la Iglesia, cuyo 1700 aniversario se celebra este año.
En un momento dado, en la misma mesa, estaban Abby Avelino, filipina, de las Dominicas Maryknoll, que desde hace dos años es la coordinadora internacional de la red anti trata Talitha Kum; y Alessandra Smerilli, economista italiana, salesiana, que desde hace cuatro años es secretaria del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral -entonces, en 2021, el rango más alto alcanzado jamás por una mujer en la jerarquía de la Curia vaticana- y la primera mujer en ocupar el cargo de Consejera del Estado de la Ciudad del Vaticano. Junto a ellas también participaron en el encuentro Helen Alford, dominica, inglesa, licenciada en ingeniería de gestión y presidenta de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales desde 2023; y Nathalie Becquart, javeriana francesa y subsecretaria del Sínodo de los Obispos desde 2021.
Junto a ellas, Norma Pimentel y Rosemary Nyirumbe, dos mujeres a las que la revista estadounidense Time ha incluido en los últimos años entre las 100 mujeres más influyentes del mundo. Pimentel es la misionera mexicoamericana que pasa su vida ayudando a los migrantes en la frontera mexicana. Nyrumbe, ugandesa de la congregación de las Hermanas del Sagrado Corazón de Jesús, es la religiosa que devuelve la dignidad a los niños soldados de África Central. En 2007 fue nombrada Héroe del Año por la CNN.
Son mujeres capaces de subvertir costumbres. A la cita acudieron otras ponentes como Dominic Dipio, profesora de la Universidad Makerere en Uganda; Mumbi Kigutha, nacida en Kenia, hermana de la Preciosísima Sangre de Dayton-Ohio, presidenta de la asociación sin fines de lucro Friends in Solidarity; la comboniana Paola Moggi, italiana, periodista, una vida en África; Pauline Rose Pacatte, norteamericana, crítica de cine y multimedia; y Lismy Parayl Chandy, india, de la Congregación de las Madres del Carmelo, directora, apodada cariñosamente Camera Nun.
Después del almuerzo, tomaron el relevo Neusa Santos, brasileña de la CLAR, Confederación de Religiosos y Religiosas de América Latina y el Caribe; Vassa Larin, rusa ortodoxa naturalizada estadounidense, profesora universitaria de Historia de la Iglesia; y Nina Krapic, de la Dirección Teológico-Pastoral del Dicasterio para la Comunicación, dirigida por Nataša Govekar. Hablando de comunicación, a Dominic Dipio, que ha estudiado en la Pontificia Universidad Gregoriana y que se ocupa de Cinematografía, se debe la cita del proverbio africano, compartido por todas las presentes: “Hasta que el león no aprenda a contar su historia, la contará el cazador, y siempre tendrá la mejor parte”. Pequeña advertencia.