· Ciudad del Vaticano ·

MUJERES IGLESIA MUNDO

La Otra Mitad

Las americanas y la sinodalidad: una historia de construcción de la Iglesia católica

01 marzo 2025

El sustantivo “sinodalidad” es femenino, pero se puede decir que en la Iglesia de Estados Unidos lo es aún más. Por una parte, es evidente, y lo he podido experimentar en primera persona, que las posibilidades que el camino sinodal del Papa Francisco abre para la Iglesia suscitan mucho más interés por parte de las mujeres –en asociaciones, universidades, grupos de interés– que por parte de los hombres. De hecho, en América, la apertura del discurso sobre la sinodalidad ha coincidido, en el catolicismo militante, con una serie de iniciativas sobre el redescubrimiento de una “masculinidad católica”. Por otra parte, el “camino sinodal” (2021-2024) ha asumido, y a partir de ahora la reforma sinodal de la Iglesia puede asumir, connotaciones diferentes en iglesias que son diferentes por sus historias de relaciones entre hombres y mujeres.

La historia religiosa estadounidense es, de hecho, bastante particular. La Iglesia católica en Estados Unidos fue construida en gran parte por mujeres, misioneras, religiosas y laicas. Fue construida a través de su trabajo en familias, escuelas, hospitales y organizaciones benéficas que hicieron de la Iglesia católica una iglesia presente en todo el país y en todos los estratos sociales.

La aportación de las mujeres fue fundamental para construir una Iglesia católica en un país dominado por el protestantismo y el nativismo anticatólico. Lo hicieron en un período incluso anterior y entonces paralelo al surgimiento del movimiento feminista en sus distintas fases, con un protagonismo femenino con pocos paralelos en otras iglesias católicas en las que la promoción de la mujer provenía muchas veces de fuerzas distintas, si no alternativas, al catolicismo.

Después, en la fase de posible reunificación entre la cultura católica y los movimientos de la modernidad social, en la época del Concilio Vaticano II (1962-1965) y su recepción, las mujeres estadounidenses vieron esa brecha crecer y no disminuir.

No debería sorprender, pues, que la sinodalidad se considere no solo una posibilidad de cambio para el futuro, sino también de reconocimiento de la historia de una Iglesia femenina.

La sinodalidad representa no solo una nueva fase en la historia de la recepción del Concilio Vaticano II, sino también en la historia de las mujeres en las iglesias y en los países que son particularmente indicativas para la futura trayectoria del catolicismo.

de Massimo Faggioli
Profesor en el departamento de Teología, Villanova University (Philadelphia, Usa)