
Civiles en el punto de mira y hospitales bajo las bombas. La guerra pisotea el derecho internacional humanitario, no solo en Gaza y en Sudán. Ya ha ocurrido en Afganistán, Siria y Yemen. La tendencia, denuncian las ONG, va en aumento y obstaculiza el trabajo de los trabajadores humanitarios. Hablamos de estas cuestiones con Rossella Miccio, presidenta de Emergency, la asociación italiana fundada en 1994 que ofrece atención médica y quirúrgica gratuita, y de alta calidad, a las víctimas de la guerra, las minas terrestres y la pobreza.
¿La política ha respondido a vuestras denuncias?
No, pero es un problema para toda la comunidad internacional. Además de las bombas, la burocracia también obstaculiza los servicios esenciales en zonas de conflicto. Al menos en el pasado buscaban excusas. Ahora hay una total falta de pudor.
¿El movimiento pacifista está en crisis?
Al contrario, es fuerte y transversal, interreligioso y laico. Puede que esté fragmentado, pero la verdadera cuestión es la visibilidad. El único que puede hablar libremente de paz es el Papa Francisco. Porque el resto del movimiento está silenciado y es ridiculizado o criminalizado por la política. Necesitamos trabajar en una estrategia de visibilidad.
¿Un ejemplo concreto de crisis humanitaria?
Sudán. La comunidad internacional huyó. Nuestro Centro de Cirugía Cardíaca Salam, en Jartum, era único en el mundo. Los pacientes llegaban de países en guerra con Sudán, tenían visado gratuito y parte del costo estaba cubierto por el Gobierno. El año pasado el Centro solo estaba financiado a la mitad. Llevamos más de un año y medio esperando financiación de Italia para un hospital. La paz es urgente y, mientras tanto, se necesitan recursos.
¿Es cierto o un estereotipo que las mujeres son constructoras de paz?
En el tercer sector las mujeres son mayoría. ¿Honestamente? Como se considera un mundo con pocas perspectivas laborales, resulta menos interesante para los hombres. El estereotipo está en la idea de que cuidar a los demás es suficiente para hacer el bien. Pero se necesitan habilidades y profesionalidad. Si nos fijamos en la política, sinceramente no voy a tantas mujeres constructoras de paz.
¿Cómo se construye la paz después de la guerra?
Tomemos el ejemplo de Afganistán. Después de veinte años de guerra no podemos fingir que hay 35 millones de personas que no existen. En términos económicos y de derechos, la situación ha empeorado y las mujeres están pagando el precio más alto. Trabajamos tanto en formación como en asistencia, tenemos tres hospitales, 40 clínicas y una escuela de anestesiología en Kabul. Las mujeres afganas representan el 30% de nuestra plantilla. El hecho de que estas mujeres, muchas de ellas viudas, contribuyan al sustento de la familia y del pueblo, les ayuda a no perderse.
de Carmen Vogani
Periodista y autora