· Ciudad del Vaticano ·

MUJERES IGLESIA MUNDO

La jueza y la heroína, nuevos modelos de liderazgo

Débora y Yael
rompieron el molde

 Debora e Giaele,  che ruppero gli schemi  DCM-001
04 enero 2025

Nombrar a la “primera mujer” que tuvo una idea, descubrió algo o abrió un nuevo camino es difícil. La cuestión se complica especialmente cuando se trata de mujeres en la Biblia. Aunque el Libro de los Jueces (4-5) nos ofrece la primera y única mención en la Biblia de una jueza, Débora, es posible que haya habido otras también. Y aunque esos capítulos nos cuentan el primer caso de una asesina, Yael, es posible que haya habido otras mujeres que también mataron. Sus historias marcan la pauta para la colaboración y el liderazgo de las mujeres demostrado, no a través de la fuerza física, sino a través de la sabiduría, el coraje valor y la discreción.

En Jueces 5,7, Débora se llama a sí misma “madre en Israel”. Esta definición es una metáfora de la protección que ofrece a su pueblo porque no tiene hijos biológicos (hasta donde sabemos) y quizá ni siquiera tenga marido. Establece un modelo para que las mujeres sirvan como madres, dadoras de vida, protectoras, maestras y sanadoras para cualquier persona necesitada. Aunque la mayoría de las traducciones identifican a Débora como la “esposa de Lapidot”, la palabra hebrea para “esposa” también puede significar “mujer”, y Lapidot en hebreo significa “llamas” o “antorchas”. Por tanto, Débora podía ser una “mujer de fuego”, una jueza independiente de su marido y de sus hijos, una jueza que ofrece la luz de la justicia y una jueza que encendida de rectitud. Según Jueces 4,7, Débora advierte al general israelita Barac: “El Señor, Dios de Israel, ha ordenado lo siguiente: Ve, haz una convocatoria en el monte Tabor, y toma contigo diez mil hombres de Neftalí y Zabulón”. Débora no solo es jueza, también comandante en jefe militar.

Débora es la segunda mujer definida como “profeta”, además de María, la hermana de Moisés y Aarón. Después vendrán Hulda, Noadia, la “profetisa” sin nombre que puede haber sido la esposa de Isaías, Ana, otras seguidoras de Jesús y “Jezabel”, el nombre dado por Juan a una mujer cuyas enseñanzas rechaza.

Débora no trabaja sola. Aunque la Biblia suele presentar a las mujeres como rivales [Sara y Agar (Génesis 16), Raquel y Lía (Génesis 30), Ana y Penina (1 Samuel 1), María y Marta (Lucas 10), Evodia y Síntique (Filipenses 4)] Débora canta alabanzas a Yael, la mujer que mata al general enemigo Sísara. Cuando Barac, vacilante en entrar en la batalla, dice a Débora, “si vienes conmigo, iré, pero si no vienes conmigo, no iré” (Jueces 4, 8), Débora acepta ir con él (¡estableciendo así un precedente para el servicio militar femenino!), pero también profetiza: “Iré contigo, solo que no te corresponderá la gloria por la expedición que vas a emprender, pues el Señor entregará a Sísara en mano de una mujer” (Jueces 4, 9).

Esa mujer es Yael, la “esposa de Jeber el ceneo” (Jueces 4,17). Pero Jeber nunca aparece y su destino sigue siendo motivo de especulación. Cuando Sísara, buscando protección, llega a su tienda (no la de su esposo), “Yael salió al encuentro de Sísara y le dijo: Acércate, mi señor, acércate a mí, no temas” (Jueces 4, 18).

Él es quien debería tener miedo. Yael le da leche tibia y lo esconde con una manta. Sísara responde: “Ponte a la puerta de la tienda, y si viene alguno y te pregunta: ¿hay alguien aquí?, le responderás: no hay nadie”. (Jueces 4:20). En lugar de proteger a su invitado, “Yael, esposa de Jéber, agarró una estaca de la tienda y tomó el martillo en su mano, se le acercó sigilosamente y le clavó la estaca en la sien hasta que se hundió en la tierra. Y él, que estaba profundamente dormido y exhausto, murió” (Jueces 4:21). El texto no indica ninguna motivación para justificar este gesto. En la repetición de esta narración en prosa en Jueces 5, o en el Cántico de Débora, Yael no mata a un hombre dormido. Jueces 5, 26-27 describe al hombre mientras cae:

“Alargó su mano a la estaca, su diestra al martillo de los trabajadores. Golpeó a Sísara, machacó su cabeza. Destrozó y perforó su sien. Entre sus pies se desplomó, cayó y quedó tendido; entre sus pies se desplomó, cayó. Donde se desplomó, allí cayó deshecho”.

Yael dicta una forma de actuar para otras mujeres en la Biblia. Así procede Dalila, cuya traición a Sansón en Jueces 16 podría considerarse autoprotección (los filisteos saben dónde vive) o codicia (los filisteos le ofrecen dinero). También en su caso se omite la motivación. Yael, junto con Débora, constituye un para Judit. Como Débora, Judit lidera y protege a su pueblo. Como Yael, Judit se hace con el general enemigo Holofernes y luego, cuando duerme, lo decapita.

de Amy-Jill Levine