Sicilia necesita hombres y mujeres que sepan «mirar al futuro con esperanza» y formen las nuevas generaciones a ser «libres y transparentes» para erradicar «pobrezas antiguas y nuevas». Es el aliento dirigido por el Papa Francisco a los docentes y estudiantes del Estudio Teológico San Pablo de Catania, recibidos en audiencia la mañana del 6 de diciembre, en la Sala Clementina.
¡Eminencias, excelencias, queridas hermanas y queridos hermanos, buenos días y bienvenidos!
Saludo al moderador del Estudio Teológico, al director del Estudio, los docentes y los oficiales, los y las estudiantes.
El Estudio Teológico San Pablo puede ser considerado una primicia del Vaticano ii : nació en 1969, cuando las diócesis de Sicilia oriental decidieron instituir un único lugar de formación teológica, que se rebeló con el tiempo fructífero para los presbíteros, los religiosos, los laicos. Os animo a ir adelante en este recorrido: seguid caminando juntos, ofreciendo una formación de amplio alcance, que sea incisiva en la vida eclesial y social. Junto a la Facultad Teológica de Palermo, a la que estáis agregados, vuestro Estudio constituye un modelo que estimula también a otras Iglesias a caminar juntas en este ámbito. En efecto, cuando hablamos de comunión debemos incluir también la relación entre las estructuras formativas, que se convierten en talleres de comunión y de misión, animados por la reflexión teológica. La reciente Asamblea del Sínodo de los Obispos ha subrayado la dimensión sinodal del ministerio de los teólogos y de las instituciones teológicas (cfr Documento final, 67).
La misión de un Estudio Teológico no puede ignorar el territorio en el que se encuentra. Así vosotros, ya en el recorrido académico, hacéis experiencia de eclesialidad, que os pone al uno junto al otro, en la diversidad de las vocaciones y de los dones y en la búsqueda de vías nuevas de evangelización. También esto es un signo de los tiempos para acoger con sabiduría; es un estilo de corresponsabilidad en el que hoy os “entrenáis” y que debería proseguir en la vida de vuestras Iglesias, valorando los carismas de cada uno. A lo largo de los años ha aumentado entre vosotros el número de estudiantes, que hoy en vuestras comunidades eclesiales han entrado con tareas de responsabilidad pastoral, de enseñanza de la religión y académico: también esto es un signo de los tiempos, en un territorio donde la mujer ha sido a menudo devaluada en su rol social. Pero no olvidemos que Sicilia es la patria de las santas mártires Ágata y Lucía, que han sido “semilla” de fe robusta, capaz de renovarse y de generar siempre testimonios nuevos, como por ejemplo, en nuestro tiempo, los beatos Giuseppe Puglisi y Rosario Livatino.
Vuestra tierra tiene bellezas naturales y artísticas maravillosas, lamentablemente amenazadas por la especulación mafiosa y la corrupción, que frenan el desarrollo y empobrecen los recursos, condenando sobre todo las áreas internas a la emigración de los jóvenes. La mafia siempre empobrece, siempre. Sicilia necesita hombres y mujeres que sepan mirar al futuro con esperanza y formen a las nuevas generaciones a ser libres y transparentes en el cuidado del bien común, para erradicar pobrezas antiguas y nuevas. Os miro a vosotros, jóvenes, y os digo: en Cristo «capaces de relacionarnos de un modo sano y feliz, y de construir en este mundo el Reino de amor y de justicia. Nuestro corazón unido al de Cristo es capaz de este milagro social» (Cart. enc. Dilexit nos, 28). Y trabajáis para que los jóvenes que van a estudiar fuera vuelvan. ¡Que Sicilia no pierda la sangre joven, que ha ido a estudiar! Saber testimoniar que la cultura y la formación de un Estudio Teológico están al servicio de la gente, de los pobres, de los últimos. En vuestra tierra, que siempre ha sido un cruce de pueblos, llegan muchos migrantes y muchos se detienen integrándose: os exhorto a ser acogedores, a ser creativos en la fraternidad. Y este compromiso será más fecundo si sabéis dialogar con las culturas y las religiones de los otros pueblos del Mediterráneo, que miran con esperanza al futuro. ¡Por favor, no apaguemos la esperanza de los pobres, de esos pobres que son los migrantes! Vosotros sois acogedores con los migrantes. Integrar los migrantes. Para vosotros está también el desafío de los migrantes musulmanes: de cómo integrarles y ayudarles a entrar en las diócesis.
Vuestro Estudio Teológico ha instaurado una fecunda relación con la Universidad de Catania, la institución cultural más antigua de Sicilia, y muchos profesores están comprometidos en cursos de literatura cristiana, de derecho de bioética. Esta colaboración ciertamente os beneficia, porque abre vuestros estudios y vuestro futuro a un diálogo que siempre debe ser cultivado, para comprender mejor al mundo en el que vivís y para inculturar la fe. Por otro lado, esto ofrece una contribución fructífera a la cultura de vuestra gente, marcada por la tragedia de algunas experiencias de vida. Pienso en los grandes de la literatura siciliana, en particular en Verga, que puebla sus novelas de “vencidos”, resignados al dolor y a la pobreza. Y me viene a la mente también una película que os refleja bien: “Kaos”. Lo he visto tres veces, porque tenía también que enseñarlo. Pero os refleja bien, vuestra cultura. En el diálogo con esta cultura, que se expresa de muchas maneras de vivir y de pensar, sabéis llevar esperanza y compromiso, sabéis “abundar en la esperanza”. No os abandonéis nunca en el lamento, en la resignación, el lamento es algo de la gente que no tiene valentía. No, id adelante con la esperanza, y sed misioneros de la esperanza. ¡Adeante! ¡Ánimo! Hermanos y hermanas, hoy se celebra la memoria litúrgica de san Nicolás, un santo que une Oriente y Occidente, un pastor de la Iglesia que nos recuerda el Concilio de Nicea, en el que participó y donde hizo todo lo posible para defender la fe en la divinidad de Cristo. Recoged también vosotros el llamamiento que hice en vista del aniversario del Concilio de Nicea, para que represente «una invitación a todas las Iglesias y comunidades eclesiales a seguir avanzando en el camino hacia la unidad visible» (Bula Spes non confundit, 17). No nos cansemos de buscar formas adecuadas para corresponder plenamente a la oración de Jesús para que
«que todos sean uno» (Jn 17,21).
La Santa Virgen Odighitria, patrona de Sicilia, os acompañe siempre en vuestro camino. Os bendigo de corazón. Y por favor, ¡rezad por mí! Gracias.