La Palabra de Dios es para todos y «el Evangelio es siempre una bienvenida», al contrario que el «chismorreo» que, en cambio, condena siempre al otro: lo recordó el Papa Francisco a las Hermanas Carmelitas Mensajeras del Espíritu Santo recibidas en audiencia la mañana del viernes 6 de diciembre, en la Sala del Consistorio, con ocasión del 40º aniversario de fundación.
¡Querida madre general, queridas hermanas!
Me alegra acogeros, a vosotras que habéis venido de lejos, de Brasil, pero también de otras partes de Europa, en peregrinación hacia las tumbas de los Apóstoles Pedro y Pablo. Vuestra presencia es aún más significativa en este momento, en la vigilia del Año jubilar que iniciará el 24 de diciembre.
En este sentido encontramos una sintonía plena con el pasaje del Evangelio que nos muestra a Jesús en la sinagoga de Nazaret y que ha inspirado la fundación de vuestro Instituto: «El Espíritu del Señor está sobre mí […] Él me envió […] a proclamar un año de gracia del Señor» (Lc 4,18s).
Pero también este año que va a terminar ya ha sido, verdaderamente, un año de gracia para vosotras: en julio habéis celebrado el 40º aniversario de la fundación - ¡sois jóvenes! -, coincidiendo con el cuarto Capítulo General, en el cual habéis elegido el grupo que guiará vuestra familia religiosa para los próximos seis años.
Esta ocasión es hermosa para recordaros el compromiso cotidiano para el servicio de la evangelización y de la propagación de la Palabra de Dios.
La Palabra de Dios debe llegar a todos. No os olvidéis de esto: a todos. De hecho, anunciar el Evangelio al mundo entero es la misión de todos los cristianos. Son las palabras de San Pablo que deberían resonar en el corazón de cada bautizado: “¡Ay de mí si no predicara el Evangelio!” (1 Cor 9,16).
A veces vemos consagrados, consagradas - ¡vosotras no! – que en vez de anunciar el Evangelio hacen un chismorreo continuo. ¡Vosotras no! Pero el chismorreo es lo contrario a anunciar el Evangelio, porque el chismorreo siempre es condenar a la otra, al otro, a ese, al de allá… Sin embargo, el Evangelio es siempre una bienvenida: “Ven, ven”. Si algunas veces sucede que alguna de vosotras cae en el chismorreo, por favor ayudadla a salir lo antes posible.
En vuestro Instituto, este impulso misionero de evangelización en diferentes ámbitos está íntimamente relacionado con la contemplación y con una vida de oración que sigue la antigua y hermosa tradición carmelita.
O Senhorvos abençoe e que Nossa Senhora Aparecida vos guarde! Amen.