![Por una medicina al servicio de la dignidad SPA-049 Por una medicina al servicio de la dignidad SPA-049](/content/dam/or/images/es/2024/12/049/varobj28736782obj2035841.jpg/_jcr_content/renditions/cq5dam.thumbnail.cropped.500.281.jpeg)
«Si descuida la dignidad humana, que es igual para todos, la medicina corre el riesgo de prestarse a los intereses del mercado y de la ideología». Esta es la advertencia de Francisco durante la audiencia a una delegación del Departamento de Odontología de la Universidad de los Estudios de Nápoles “Federico ii ”, que tuvo lugar el viernes 29 de noviembre, en la Sala del Consistorio.
¡Excelencia, magnífico rector, ilustrísimos profesores,
queridas hermanas, queridos hermanos, buenos días!
Me alegro de saludaros con ocasión de un aniversario que os hace honor y, precisamente por esto, compromete vuestra responsabilidad: han trascurrido ochocientos años de la fundación de la Universidad de los Estudios de Nápoles. Esta institución lleva todavía hoy el nombre de Federico ii , el emperador suevo que heredó el primer studium general en la ciudad napolitana, dando origen a una de las universidades más antiguas del mundo. ¡Los napolitanos son buenos!
El aniversario que celebráis os invita a vosotros los médicos, en particular, a recordar la ilustre tradición clínica de la que sois herederos. Está bien resumido en el lema que une la lección del griego Hipócrates con la autoridad del latino Escribonio: primum non nocere, secundum cavere, tertium sanare. Primero no hacer daño, luego cuidar, finalmente sanar. ¡Un buen programa que siempre es actual!
No hacer daño: podría parecer superfluo este recordatorio, sin embargo, responde a un sano realismo: en primer lugar se trata de no añadir daños y sufrimientos a los que el paciente ya está viviendo.
Cuidar: esta es la acción evangélica por excelencia, la del buen samaritano; pero debe ser hecha con el “estilo de Dios”. ¿Cuál es el estilo de Dios? Cercanía, compasión y ternura. No olvidar esto: Dios es cercano, compasivo y tierno. El estilo de Dios siempre es este: cercanía, compasión y tierno. Además, se cuida a la persona en su totalidad, no solo una parte. Yo recuerdo cuando, con veinte años, me quitaron una parte del pulmón que estaba enfermo. Sí, me daban medicinas, pero lo que me daba más fuerza era la mano de las enfermeras que, después de haber hecho las inyecciones, me tomaban de la mano. ¡Esta ternura humana hace mucho bien! Cuidar.
Sana: en esto vosotros os podéis parecer a Jesús, que sanaba todo tipo de enfermedades y de dolencias entre la gente. Podéis estar contentos por el bien hecho a quien está en el sufrimiento (cfr Catecismo de la Iglesia Católica n. 1421).
Queridos, la sabiduría clásica encuentra hoy una tecnología en rápido desarrollo, que nunca debe proceder sin deontología. Diversamente, si descuida la dignidad humana, que es igual para todos, la medicina corre el riesgo de prestarse a los intereses del mercado y de la ideología, en vez de dedicarse al bien de la vida que nace, de la vida sufriente, de la vida indigente. El médico existe para sanar del dolor: ¡cuidar siempre! Ninguna vida debe ser descartada. Cuidar siempre. “Pero este no lo logrará…”. Acompañarlo hasta el final.
Os exhorto a cultivar una ciencia que esté siempre al servicio de la persona. Y os doy las gracias por la competencia y la constancia de vuestro trabajo: después de ochocientos años, ¡seguís enseñando!
Os bendigo de corazón. Y os lo pido, no os olvidéis de rezar por mí, gracias.